ÉIRE
—Podéis marcharos. La deuda está saldada. — Eris nos sonrió —. Ya no sois más fugitivos, así que podéis rehacer vuestra vida como os venga en gana. Aunque fuera de mi reino, por supuesto.
No me molesté en responder.
Todo era vacío. No sentía nada, solo dolor. Aquel adictivo pesimismo que te atrapaba en sus garras, decidido a no soltarte. A ahogarte una y otra vez en la tristeza hasta que te fuese exquisita. Y, sinceramente, ahora mismo no quería huir de ella. Porque me la merecía. Porque si hubiera escuchado a Keelan, él seguiría vivo.Seguiría aquí. Conmigo. Con nosotros.
Miré a Audry, aún arrodillada justo al lado de Keelan, y le susurré a duras penas — : Coge el...cuerpo de Keelan, y ve con Evelyn hacia la entrada. Yo voy a hablar unas últimas cosas con su majestad.
Él ni siquiera rechistó, tan solo volvió a sorber su nariz mientras pasaba una mano por los hombros de Keelan y lo intentaba levantar. Evelyn pareció escuchar nuestra conversación, ya que se acercó a ayudar, y después de varios segundos desaparecieron tras las puertas vidriadas.
Un guardia quiso acompañarlos, pero Audry casi le parte el cuello con sus propias manos en cuanto le dirigió una palabra.
Yo me levanté lentamente frente a la reina, sosteniéndole la mirada sin siquiera esforzarme. Antes había parecido bastante segura de sus decisiones, pero ahora casi podía ver el brillo dubitativo reluciente en sus ojos.
—Hermana, tienes mi más sincero pésame, pero es lo que ocurre cuando conspiras contra la corona, huyes de unos calabozos y matas a personas.
—Si vamos por ese camino, tú eres la primera que merece una condena — le respondí. Aún así, no quería pelear. No ahora. No contra ella. Tan solo quería silencio. Quería montarme en un carruaje y pensar. Pensar en muchas cosas.
Ella, en lugar de seguir por ese camino, le dirigió una breve mirada a Lucca justo antes de preguntarme:
—¿Quieres llevarte a este pequeño traidor como regalo? Es enternecedor. Tal vez incluso lo convierto en el bufón de mi corte y...
—Quédatelo. No quiero volver a verlo nunca más.
En ese instante, Lucca sí que elevó su mirada en mi dirección, alarmado.
Probablemente no se esperaba aquella decisión, pero me daba completamente igual.El pelirrojo intentó erguirse y salir de su posición comprometida, pero dos guardias rápidamente lo mantuvieron firme y sin poder moverse, levantándolo de golpe y sin miramientos. La mirada de Lucca era desesperada, rogándome por una compasión que no iba a darle.
No ahora. No a él. No después de todo.
—Éire, lo hice por ti. Tienes que...
Antes de que continuase hablando, me acerqué grácilmente al guardia más cercano, y lo desarmé con una facilidad vergonzosa. Rápidamente, y antes de que pudiesen quitarme aquella daga, la lancé directamente hacia la mano de ese desgraciado. Justamente en su mano dominante.
Si él me había quitado una de las cosas más preciadas para mí, yo haría lo mismo con él.
Eris contuvo en aliento, mirándome alarmada, mientras varios guardias me neutralizaban y me obligaban a retroceder hasta la puerta de la sala del trono.
—Volveré, Eris. Convertiré tu reino en cenizas. Haré que los monstruos se alimenten de las vísceras de cada uno de tus súbditos, y te juro que me pedirás de rodillas que me detenga.
—Nunca conseguirás esta corona, Éire.
Le dediqué una sonrisa afilada.
—Ya no quiero la corona, quiero que Iriam desaparezca. Quiero muerto hasta al último ser que nació aquí.
«Eso es, niña. Venganza»
Y venganza tendrían.
Si ellos no me querían como su heroína, me tendrían como su villana.
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No puedo regalar pañuelos porque ya los he gastado todos yo 🖐🏻
Antes de que me odieis, debo decir que yo misma me he llevado días enteros como un zombie por mi casa después de terminar esta historia. Así que, si os sirve de consuelo, si no fuese necesario para la trama, yo misma haría un final alternativo y borraría la muerte de Keelan para siempre.
Sinceramente, espero ponerme a escribir el tercer libro cuanto antes, aunque el desarrollar esta trama sin el príncipe va a ser tan doloroso de escribir como de leer.
Aunque si Éire se ha llevado el cadáver... quizá haya alguna forma de revivirlo.
No sé, no sé. Lo que sí puedo aseguraros es que podéis ir tirando a la basura la idea que tenéis de la Éire de estos dos libros. En el tercero será verdaderamente cruel. Tanto que, probablemente, habrá momentos en los que querréis matarla.
Aunque, en su defensa, cualquiera habría perdido la cordura en su lugar. Pero — ojo — no es justificación para nada.
No tengo mucho más que decir, además de que guardemos un minuto de silencio por el hombre que nos ha robado más de un suspiro. Que se merece el cielo y aún más.
Te queremos, Keelan. Estés hecho de tinta o de carne.
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Reino de mentiras y oscuridad
Fantasy•Segundo y tercer libro de la trilogía Nargrave. Éire Güillemort Gwen había huido de Aherian tras aquella traición con Keelan, Audry y su nueva criatura acompañándola en su viaje para reclamar aquella corona. Gregdow seguía siendo tan oscuro como s...