NYLISS
Solo fue un parpadeo lo que tardó Éire en despertarse. Aún así, parecía haber visto suficiente en ese instante como para aplastar con la mirada a aquel hechicero y a Eris.
—Os habéis equivocado de hechicera —solo dijo, con tanto odio en sus ojos y su voz que pudo haber rebanado sus cuellos con solo una mirada. Entonces, elevó tan solo una mano y de ella surgieron unas chispas que alanceaban entre el blanco más puro y el negro más hondo.
Nunca antes había visto aquello, pero no me dio tiempo a pensar en qué podía ser cuando apuntó directamente hacia Evelyn. Las hebras cenizas la ahogaron hasta que... desapareció. No se desmayó, no murió, tan solo se desvaneció.
Como si solo hubiera sido una ilusión.
Entonces, entre el ejército iriamno vi unos ojos violetas muy característicos. Brunilda debía de haberse adentrado en una de las legiones para mantenerse lo suficientemente cerca como para hacer aquello.
Eris ahogó una exclamación y, en ese instante, los guerreros que formaban parte del ejército de Evelyn comenzaron a degollar a los que habían sido sus compañeros de batalla sin que ellos lo esperasen.
El sonido de unas herraduras interrumpió la matanza cuando, de pronto, una esbelta mujer de cabello oscuro se deshizo de su capucha esmeralda y mostró que, quien se había posicionado al lado de Keelan y Éire, era ni mas ni menos que la verdadera Evelyn.
—Te he subestimado, chiquilla —se reprochó Eris, justo antes de que la niebla comenzase a acapararlo todo. Y, esta vez, las bynges no detuvieron a Éire.
Yo no tardé en esconderme entre la maleza, porque pese a cualquier cosa, esta no era mi guerra para luchar.
"El veneno de quepak, su bruma, es el único veneno que no puede ser curado", me había dicho Keelan una vez. Y yo ahora tenía un frasco con la bruma y la baba de varios quepaks.
Esta vez, vencería yo.
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KEELAN
Aunque fuese imposible, tenían posibilidades de vencer. Éire aún no se había deshecho de las bynges, ni siquiera sabía dónde estaba, y la niebla de aquel otro hechicero alcanzaba de vez en cuando a alguno de los nuestros y lo hacía pedazos.
Aún así, seguía luchando. Audry a mi lado y Lucca como su escudero. Apenas sabía nada de defensa ni ataque, pero él estuvo empeñado en luchar.
Rápidamente, Audry le apartó justo cuando un soplo de fuego casi rozó su nariz. Ambos se miraron y pude notar la complicidad que aún compartían.
Levanté la espada y cercené la cabeza de uno de los otros soldados.
¿Dónde podría estar Éire? Me preguntaba; sin embargo, antes de poder seguir dándole vueltas, una flecha fue directa hacia el corazón de Lucca.
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EVELYN
—Quiero intentar luchar —le dije a Bastián, mientras me guiaba con la mano a través de las ramas de los árboles y las hojas abarquilladas —. Al menos, curar a los heridos.
—Debo protegerte. ¿Qué sería de Aherian sin ti, Evelyn?
—¿Solo por eso lo haces? ¿Por tu... juramento? —le pregunté, oyendo cada vez más lejano el restallar de las armas. Ahora solo era el residuo de un eco.
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Reino de mentiras y oscuridad
Fantasy•Segundo y tercer libro de la trilogía Nargrave. Éire Güillemort Gwen había huido de Aherian tras aquella traición con Keelan, Audry y su nueva criatura acompañándola en su viaje para reclamar aquella corona. Gregdow seguía siendo tan oscuro como s...