CAPÍTULO XXXI

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ÉIRE

—¿Entonces…te gusta el príncipe heredero? —me preguntó Lucca, sentado justo a mi lado sobre la enorme cama de mi habitación. Audry y Keelan estaban hablando sobre alguna cosa que no oíamos desde aquí, recostados sobre el diván de la ventana.

Le eché una ojeada a Keelan. Estaba riéndose junto con Audry. Su risa era imperfecta, su sonrisa enorme, sus ojos apenas visibles mientras sus hombros temblaban.

—Sí, supongo que sí. —Me encogí de hombros, y miré al pelirrojo —. Es que…nunca he sabido qué se siente, ¿sabes?

Él asintió.

—No es demasiado difícil de identificar. Es ese sentimiento trepidante reptando por tu garganta hasta regocijarse en tu estómago. La forma en la que la sonrisa de esa persona te pone nervioso. — Hizo una pausa, y me echó una mirada significativa —. La manera en la que lo miras.

Solté un suspiro entrecortado y me dejé caer hacia atrás, echándome sobre la cama de sopetón. Lucca apenas tardó en seguirme, sujetando su cabeza con la palma de su mano y con su codo apoyado en el colchón, mirándome fijamente. Yo no me atreví a hacerlo de vuelta.

Porque las miradas podían decir demasiado. Y prefería que la mía no me delatara.

—¿Por qué no se lo dices? —me preguntó.

—¿Y por qué iba a hacerlo? Él se irá, pequeño mendigo.

Él me miró con obviedad.

—Pues por eso mismo. ¿Te quedarás siempre con la duda de si es recíproco?

—Es recíproco. Lo sé. Así que… ¿para qué darle más vueltas? El deber es más importante que el amor.

—Dioses, podrías pelearte con todos los escritores del mundo por decir eso.

Yo solté una carcajada.

—¿Más enemigos? Genial. — Lucca bufó tras aquellas palabras. Y tan solo le faltaba su característico libro para mirarme de forma reprobatoria sobre las hojas de éste.

—¿Sabes siquiera cuando se irá?

Me encogí de hombros.

—No le he preguntado. Supongo que lo más pronto posible. Hoy mismo, tal vez.

—Éire, él ha sido franco contigo en todo momento. Aquel día, cuando tuvisteis aquella pelea, todo el mundo escuchó cómo le dijiste que no era nada para ti. No puedes dejar que se vaya pensando eso.

Entonces sí me giré en su dirección, y le di la espalda a Keelan. Porque mirarle mientras teníamos esta conversación…Mirarle mientras le decía a Lucca lo siguiente…Era simplemente acongojante.

—Eso solo lo hará más difícil. No voy a intentar anclarlo a mí por una declaración. Si se va pensando que no es recíproco, será más fácil.

—“Es mucho más sencillo reparar un corazón roto que lidiar con uno enamorado” — citó Lucca. Después de aquello, soltó un suspiro, y acarició ligeramente mi brazo —. Sabes que tendrás mi apoyo hagas lo que hagas. Solamente quiero que no sufras, Éire.

—No lo haré — dije, tan segura de mí misma que casi pude haber dudado de si me estaba engañando inconscientemente; sin embargo, antes de poder ponerlo en duda, alguien apretó mi hombro brevemente desde atrás.

Y por su tacto, su olor, la forma en la que me tocaba…

—Somos los primeros en ir a la terma privada. Tenemos que irnos antes de que nos quiten la oportunidad.

Reino de mentiras y oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora