Adriano.
Por un momento pensé en arrepentirme y no ir, pero sería muy cobarde de mi parte. Aparte estaba un poco cansado, pasé casi todo el día de empresa en empresa y estoy agotado.
Algo me pasa con ella, algo que no se descifrar y que honestamente me da miedo descubrirlo, quiero alejarme de ella, lo juro, pero no puedo, cada vez que lo intento esos ojos con su brillo único me retienen.
Una parte de mi que no reconozco está cabreado, porque no obtuve la respuesta que quería. Obviamente no son celos, es simple curiosidad por saber porque causa estaba sin camisa el tal Andréi nada más, pero ella no me cooperó.
Empezamos haciendo la comida y tengo que admitir que soy bien malo para esto.
-Nooo ¿Qué haces? -dice Aiyana al verme metiendo las planchas esas que se usan para la lasaña.
-Me dijiste que las meta en agua-me defiendo, pero se que con ella nunca gano.
-Si, pero primero el agua debe estar hirviendo y esta claro que ni haz prendido la cocina Adriano-me queda mirando unos segundos-¿tienes empleada?-pregunta y vergonzosamente asiento-ahora tiene sentido-dice y prende la cocina para que el agua empiece a hervir.
-¿Qué hago?-pregunto al verme inútil en esas cuatro paredes, ella mira a su alrededor.
-Mhmm, saca de ese anaquel la harina y en la nevera...-piensa-¿trajiste leche?-pregunta y asiento-bien entonces mientras tanto, busca un sartén para hacer la crema bechamel-ordena y ladeo mi cabeza.
-¿La qué?-pregunto confuso porque lo que acaba de mencionar.
-La crema bechamel-sigo sin entender, resopla-la cremita blanca que lleva la lasaña hombre-dice y ya entiendo. No sé porque le ponen nombres tan raros a la comida.
Busco lo que me pide y esta vez hago todo como me lo indica.
-¿Aun no está esto?-pregunto sin dejar de menear, según ella tengo que seguirlo moviendo porque después se hace grumoso por la...harina creo, no se-La mejor opción era haber comprado la comida y haberla traído ¿no te parece Aiyana?-digo y ella se ríe sutilmente.
-No, imagínate que alguien le ponga veneno a la comida del Capo de Italia-se empieza a burlar y tengo que admitir que a veces con sus locuras me hacer reír.
-Si claro-digo y me recuesto un poco en el fila del mesón sin dejar de menear la...¿Cómo se llamaba? A si la crema bechamel-oye de verdad que me esta doliendo el brazo, una ayudadita no me viene mal-ella me ve y solo se me ríe-acaso soy tu payaso personal-me quejo. Todos mis enemigos pagarían por verme en estas.
-Mírate tu camisa-dice y hago caso. MIERDA. En qué momento me ensucie.
-Maldición-me quejo, ella está terminando de colocar las cosas a su alrededor para empezar a montar la dichosa lasaña que ESPERO QUE SALGA BUENA.
-¿Le pusiste nuez moscada?-dice y mis cejas se hunden al no entender-no no le has puesto, ya veo-dice y busca algo es el sitio donde tiene todos sus condimentos organizados.
La ayudo un poco a poner cada cosa...pero falta una cosa, el queso.
-¿Y el queso rallado? Donde está-pregunta mirándome un poco enojada. Mierda si me había dicho que lo rayé, pero realmente me olvidé- ¡ADRIANO! Te dije que la necesitaba ya-dice y agacho la cabeza como un niño retado.
Busco el queso y un rayador, mientras ella pone una capa de cada cosa que ha preparado, cuando me toca a mí la parte del queso ella se hace a un lado para rayarla por encima y así sea más fácil y rápido.
-Deja de comerte el queso-me manotea mi mano y yo solo arrugo mis cejas-después no nos alcanza-reclama y yo solo blanqueo los ojos.
Terminamos la bendita lasaña y me direcciono a la sala, realmente mi camisa se ha ensuciado de harina, visualizo a Aiyana en la cocina viendo el horno y me quito la camisa para sacudirla, estornudo por lo que me he ensuciado y de pronto siento la presencia de la chica virgen atrás de mí.
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El jefe supremo de la mafia Italiana
RomanceDespués de la muerte de su padre, el se convirtió en la cabecilla de todas las organizaciones de la mafia, el jefe supremo, ninguna de las organizaciones lo tomaba enserio hasta que mato al jefe de la mafia Ucraniana, desde ahí se gano el respeto de...