El jefe supremo de la mafia Italiana

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Aiyana.

Gritos.

Sangre.

Muertos.

Torturas.

Oscuridad.

Asesinos.

Explosiones.

Todo eso se unifican en un solo sueño, o bueno más bien pesadilla. El susto me hace brincar de donde me he quedado dormida, me toco la frente y estoy sudando siento algo removerse a lado mío y recuerdo que estoy acompañada.

Cuando le pedí que se quedará ni siquiera lo pensé dos veces simplemente quise que se quede, se que detrás de esa mascara de hombre frío y egocéntrico existe un hombre con sentimientos y estoy decidida a hacer lo que sea necesario para descubrirlo.

La velada fue muy hermosa, jamás pensé que Adriano y yo tendríamos una cita, peor aún desde que lo conocí que nos empezamos a tratar de la patada, pero con su acción de querer iniciar bien una relación ya se amistosa o yo que se todo ha cambiado, bueno no del todo, pero la mayoría.

-¿Qué paso?-me pregunta la voz masculina que tengo alado-estas sudada-dice al ver mi blusa mojada por la espalda y pecho.

-No te preocupes...solo-me da vergüenza decirle-fue un mal sueño-intento restarle importancia, pero claramente con Ferrara nunca se puede restarle importancia a nada.

-¿Las pesadillas que me dijiste la otra noche?-pregunto serio mientras aparta un mechón que está en mi frente pegado, asiento lentamente y el solo cierra los ojos con coraje-lo siento de verdad...no quise que vivieras nada de eso, yo...no se-no lo dejo hablar, simplemente uno mis labios con los suyos; lo tomé por sorpresa ya que él se queda unos segundos sin reaccionar pero poco después sus labios se mueven al compás de los míos-no creo que esto esté bien-habla entre besos.

-Obvio que no está bien, pero me encanta corromper a las personas-digo y juntamos nuestras frentes, nos quedamos mirando durante unos segundos creo.

No sé lo que pasará por su cabeza, pero sé que sus ojos tienen un brillo único que al parecer solo lo tiene conmigo, pues cuando estaba con sus amigos no lo tenía, no antes de que yo llegara, eso quiero creer.

-Aiyana...-suspira y besa mi frente poniéndose de pie y tomando el pasillo de la cocina, escucho el grifo está abierto, pasan alrededor de 3 minutos cuando regresa literalmente con la cabeza mojada, su cabello estila gotas de agua.

-¿Por qué hiciste eso?-interrogo al verlo sentarse un poco más relajado cuando se sienta a mi lado.

-Necesitaba enfriar mi cabeza, eso es todo-dice y entrecierro los ojos-no me mires así que yo soy humano y también tengo una polla que se levanta cuando quiere comer-habla crudamente y mis mejillas arden al escuchar tantas obscenidades.

-Okey okey ya entendí-digo y él se empieza a reír.

-¿Por qué te pusiste roja?-pregunta intentando quitar mis manos de la cara, juro que no quiero verlo.

-Déjame-chillo.

-No, déjame ver esa cara roja-habla forcejeando, a la final termino rindiéndome y dejando que mis manos caigan a los lados, lo veo apenada y el pone una cara tierna mientras se ríe de mi. Juro que sus sonrisas me dan vida.

-¿Feliz?-digo molesta y el asiente.

-Te ves hermosa así-blanqueo los ojos, el me empieza a mover poco a poco cuando de pronto siento un jalón tan fuerte que siento que casi me han arrancado el brazo.