42. LA BODA.

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ADRIANO

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ADRIANO.

Veo como todos se mueven de un lado para el otro y yo solo intento no sentirme más asfixiado de lo normal con este traje.

-¿Estás listo para la horca?-pregunta a mi lado Roller y lo acribillo con la mirada, levanta las manos en rendición. Me vuelvo a mirar en el espejo y siento que estoy en un sueño, ya que nunca pensé casarme. Y MUCHO MENOS EN UNA IGLESIA.

-Cariño la boda empezará dentro de 30 minutos, en 5 saldremos-informa Nora y se marcha. Fabrizzio entra seguido de Roth, Dante, Enzo y Andréi.

-Vaya pero si voy a estar en el matrimonio de mi ex novia-habla burlón Andréi por lo que me giro hacia el con poca paciencia.

-Es mi día imbécil, no quieras amargarme porque no quiero dañar mi traje con tu sangre-hablo y el se ríe por lo que le digo. Dante lo golpea para que deje la mofa.

-Modérate que este hombre si es capaz de matarte incluso minutos antes de entrar a una iglesia-no se de donde, pero sacan una botella de champan y Dante busca unas copas.

Fabrizzio abre la botella, rebosa un poco de espuma para luego llenar las copas y nos entregan a cada uno.

-Por esta nueva etapa para Adriano-levanta la copa y todos lo hacemos. Nora entra y me mira con nostalgia. Se acerca a mi y me palmea el pecho a la vez que me coloca correctamente la corbata.

-Sé que tu padre está feliz donde sea que este al verte aquí, apunto de casarte con la mujer que amas-habla casi en un susurro-gracias por permitirme estar en este día especial para ti-eso hace que sonría y le tome las manos.

-Eres como mi madre, te ganaste ese puesto Nora-hablo y veo sus ojos pañosos-quisiera que sea tu quien me entregue-abre su boca ante la sorpresa de la noticia y lo único que hace es rodearme la cintura con sus delgados brazos y se hunde en mí. La siento sollozar.

-Gracias hijo mío por permitirme hacer eso-susurra contra mi pecho-la vida no me dejó tener hijos pero tu padre me dejo uno que no pienso abandonar jamás-se separa de mi y levanta su rostro.

-Estás muy bella, no dejes que se arruine tu maquillaje mamá-esta ultima palabra sale sin previo aviso y hasta a mi me toma de sorpresa. Veo cuanta emoción rebosa al escucharme decir esa palabra, que para cualquiera es una normal. Pero no para ella ni tampoco para mi.

Al final de esta historia y de toda mi vida, ella ha sido eso. Mi mamá. La mujer que me ha cuidado, que ha curado mis enfermedades, quien se ha desvelado conmigo las noches de fiebres y delirios, la mujer que estuvo conmigo en el proceso cuando se me caían los dientes y ella a media noche me dejaba dinero por mis dientes contándome la historia del ratoncito que dejaba dinero a los niños que se les caía los dientes de leche, la mujer que me hacia cada año un pastel por mi cumpleaños. Fue aquella mujer que salía a mi rescate cuando tenía problemas de ira y no sabia como controlar mis emociones. Fue esa mujer que con amor me educó conjunto mi padre, aunque él me haya enseñado un mal concepto de las mujeres, Nora me enseñó a jamás levantarle la mano a ninguna. Ella curó mis heridas y no solo estoy hablando de las externas, sino también de las internas.

El jefe supremo de la mafia ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora