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El camino de tierra llevó a Jungkook de vuelta a la cabaña. Arrastrando los pies, creando surcos en la grava crepitante, la expresión "volver sobre sus pasos" se hizo tan franca y exacta como podía ser. "Eres egoísta", le retrajo el lobo al camino, por no acortarse acorde a su ansia, "Y tacaño", por no concederle unos metros de más para templarse.

Cavilaba acuciado en su regreso, rumiando con desazón las palabras de consuelo brindadas por Seokjin.

"Si algo he observado como beta es que, a veces, lo que es correcto para el humano no lo es para el lobo, y viceversa", y después, con un soplo de bienintencionado ánimo, resquebrajaba aún más la seguridad del alfa, "Eres una buena persona, Jungkook".

Jungkook se preguntaba si en el voto de su amigo podía reconocer siquiera un pellizco de la realidad.

La noche en que empezó todo, no fue su titubeante lado humano, sino la compasión de su lobo, quien le atrampó la nariz de otros olores y forzó a escuchar los gritos del omega.

Sin embargo, ¿Era justo lavar las manos de su yo más racional? ¿Acaso no había estirado él también de aquella relación prohibida?

Recogió una rama del suelo y la blandió irritado, dibujando con la punta astillada un mapa parejo a sus ideas desordenadas.

"¿Qué de mí quiere qué?"

No había forma de saberlo.

Seguramente la respuesta más acertada era aquella en la que ambas partes de su ser asumían el yerro por igual. Una había salvado a Park Jimin y la otra se emocionaba al escuchar el teléfono sonar. Tampoco tenía muy claro cuál era cuál; no era tan fácil separar los deseos de las dos entidades que se entrelazaban en su cuerpo, al menos no tanto como la afirmación de Jin parecía suponer.

Sin privarle ni regalarle un paso, el camino de tierra plantó a Jungkook de nuevo en el vestíbulo de su cabaña.

Apoyó la espalda contra la puerta de entrada y se obligó a soltar un suspiro de alivio para disolver la bruma en su cabeza. Aunque aún guardaba arrepentimientos, había sido valiente y había logrado disculparse con Seokjin.

"Siéntete al menos un poco orgulloso", se aconsejó a sí mismo, y se recordó que aquel había sido el primer paso para curar la inestabilidad de sus últimos meses.

Apremió una sonrisa a su rostro rígido. Cuando volvió a mirar al frente se encontró con Park Jimin y su pasmada expresión, intentando adivinar la razón por la que el alfa había salido corriendo.

-Sigues aquí. -pronunció el alfa.

-¿Te sorprende? -preguntó Park Jimin, cuya garganta áspera hizo un gallo, denotando su desacostumbre a las conversaciones generosas como la que había mantenido aquella víspera con Kim Seokjin.

-Esta era una oportunidad perfecta para escapar. -aseguró señalando la puerta.

-¿Por qué querría hacer eso? -insistió el omega perplejo.

-Porque estás en Geum, y todos los lobos de aquí te odian. -argumentó Jungkook- Una vez Jin cumpla sus objetivos, lo más probable es que se deshaga de ti.

Jimin cruzó los brazos y frunció las cejas, virando la cadera para cambiar el peso de pierna.

-No sé qué parte no te ha quedado clara... -musitó entristecido, defraudado por el olvido del alfa- Lo único que me jode de obedecer a Kim Seokjin es tener que esperar más a que todo se acabe.

Jungkook tragó saliva. El omega hablaba de nuevo a través de esos ojos negros inapetentes de ver los albores de los días venideros.

La impresión que le habían causado la primera vez sólo le sacudió unos segundos. Ese trágico estupor se perdió enseguida bajo un torrente de rabia, que le recorrió el cuerpo hasta cosquillearle las orejas.

EL OLOR DE LOS JILGUEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora