La lengua de Hoseok tocó el hocico de Park Jimin y acarició sus caninos temblorosos. En el caudal de saliva caliente eran afluentes las lágrimas de un ser miserable y el sudor de su sofocante deseo.
Pero en el contacto de su hambre maldita encontraron algo que no debía estar allí. Como un aguijón, como una espina.
¿Acaso aquel alfa tenía púas en la lengua?
Los bigotes de Hoseok se sacudieron y el alfa arrugó el rostro, descartando su responsabilidad en el pinchazo. Brotó de la punta de su lengua una gota rubí.
Aquello que interfería en su beso no pertenecía a la anatomía de ninguno de los dos lobos. Era una esquirla de cristal.
En el bombeo bravío de sus corazones en celo se había camuflado una sucesión de golpes que habían hecho de la ventanita de la celda una lluvia de cristales rotos. Con un estruendo final que sí petó en sus oídos peludos, los fragmentos transparentes resplandecieron como estrellas cayendo a cámara lenta a su alrededor, convirtiendo los cojines rojos en su firmamento carmesí.
"¡Jimin!", le llamaron los diminutos resplandores, "¡Salta!".
El lobo rosa reaccionó resuelto y con rapidez, como movido por una orden de la misma Luna. Con un empujón brusco se liberó del hocico babeante, que jadeó desorientado tras colisionar secamente contra la pared. Se encaró a la ventana reventada y calculó sus movimientos. A pesar de la altura que los distanciaba y los cachos de cristal puntiagudos todavía fieles a su marco, ningún miedo superó al de seguir encerrado.
Flexionó las patas y respiró hondo. Estiró la espalda desplegando unas alas invisibles y se propulsó con toda su fuerza hacia el rectángulo de brillante libertad.
No logró atravesarlo.
Los dientes transparentes de la ventana habían frenado su impulso incrustándose en la piel de su lomo. Pero el ardor de la rascada fue casi imperceptible, seguramente por la adrenalina que rebosaba junto a los borbotones de sangre, y no mancilló en absoluto su determinación por escapar.
Clavó las garras en la tierra del otro lado y con un gruñido animal hizo un esfuerzo sobrelobuno por no resbalar de nuevo a la celda.
Por suerte, las esquirlas centelleantes no habían acudido ellas solas a su rescate. Los ojos del omega se llenaron de pelo negro cuando un mordisco lo agarró con firmeza y estiró de su cuello hacia arriba.
En comparación a la humedad caldeada de su prisión, el aire fresco del exterior fue tan refrescante, tan liberador, como un bálsamo de alivio que casi le hizo llorar.
"Estoy salvado...", entre respiraciones largas y profundas, tirado en el suelo terrizo, con los sentidos aún borrosos y saturados por el equinoccio y el miedo, era la única cosa que pudo pensar, "Soy libre...".
"Mi Jimin", de pronto le llegó el susurro familiar de su salvador, "Gracias a la Luna...".
"¡Jungkookie, Jungkookie!", saltó el omega atolondrado de felicidad, "¿De verdad eres tú? ¡Has venido a por mí, has venido!".
Más contentos que un pajarillo al ver migas, los lobos se lamieron los rostros meneando las colas con vigor.
"Por supuesto, mi Jimin, por supuesto que vine".
Ambos, que habían temido lo peor, ambos, que no podían experimentar mayor euforia que su reencuentro y sus cientos de evidencias dejadas a cada beso, lloriqueo y caricia. Menos mal que estaban bien. Menos mal que aún se tenían.
Mas, celosa por el clamor de su alegría, despertó una alarma vil que horrorosa bramó alertando con furia sobre la fuga del heredero.
"Vámonos", se inquietó el alfa.

ESTÁS LEYENDO
EL OLOR DE LOS JILGUEROS
Fiksi Penggemar+18 - BTS - OMEGAVERSE - KOOKMIN / NAMJIN / SOPE El origen del conflicto entre las opuestas manadas de Geum y Cheonsa se remonta a siglos atrás, pero las recientes heridas abiertas entre las familias líderes de ambos territorios tienen a todos sus h...