Jungkook apagó la radio del baño y se sentó en el canto de la bañera. Se secó con parsimonia. Por los mechones de su pelo se deslizaban serpientes de agua tibia que de vez en cuando se desprendían hasta salpicar sus muslos desnudos.
Desde que se había puesto más en serio con el gimnasio, sus piernas hinchadas y fibrosas cada vez eran más difíciles de equilibrar sobre el estrecho borde de porcelana.
Cogió una toalla pequeña y sacudió la cabeza contra ella. Después enchufó el secador al ladrón tras el toallero y se peinó con la corriente caliente.
Para Jungkook, una de las peores desventajas del entretiempo es el no saber avenirse con la temperatura. Si salía de la ducha mojado, le entraba frío, pero si encendía el calefactor al poco se acaloraba y acababa sudando de nuevo.
Cuando el alfa notó las perlas de sudor formarse en su cuero cabelludo, apagó el secador y abrió con prisas la puerta del baño. Al otro lado, el aire era más fresco y éste le libró con generosidad del caldeado mareo.
El suelo gélido, en cambio, le punzó los pies como agujas de hielo y le regaló un indeseado escalofrío.
Fue corriendo de puntillas buscando unas zapatillas que el alfa escuchó el timbre de su casa, sonando insistentemente y con apremio.
Jungkook se puso el pijama a toda prisa y corrió a ver quién era que le necesitaba con tanta urgencia.
-¡Jin! ¿Qué haces aquí? -la visita del beta le había cogido por total sorpresa. Depositó su paragüas en el paragüero y le invitó a entrar- ¿Te apetece algo de beber? ¿Un café?
-No hace falta, gracias. -dijo Jin mientras se quitaba la chaqueta empapada- Me iré enseguida.
-¿Seguro? ¿Ni agua ni nada? -se empeñó el alfa, siguiéndole con sus ojitos de cordero desorientado- ¿Qué puedo hacer por ti, entonces?
No cualquiera cogía el coche y conducía sin razón los escasos, pero aún así perezosos, kilómetros hasta la cabaña de los Jeon. Eran casi las siete de la tarde y un impetuoso aguacero justo acababa de comenzar a caer. La lluvia gritaba y aporreaba todas las ventanas de la casa, como si ella misma quisiera huir de su cuerpo de tempestad y entrar al cálido interior.
Sólo por el semblante retraído de su amigo, Jungkook supo que algo no iba bien.
Cuando el alfa miró a Jin fugazmente a los ojos, éste lo atrapó y atacó:
-¿Por qué no me dijiste que Yoongi estaba acompañado? -soltó árido y afilado.
Jungkook se tambaleó hacia atrás. Palpando con las manos buscó un lugar donde encontrar la estabilidad que aquella acusación le había robado despiadadamente.
-¿Perdón? -dijo pasmado, enterrando en su garganta las ganas de chillar.
-Jeon Jungkook. -escupió Jin sin clemencia- ¿Por qué no me dijiste que Park Jimin estaba con vosotros?
Jungkook notó un hormigueo sobre sus colmillos. Al escuchar el nombre del omega, su lobo instintivamente le llamó a marcar territorio. A pesar de aullar sus órdenes con fuerza, al Jungkook humano no le llegó la braveza canina. Se encontraba acorralado, frente a frente a una persona capaz de escrutarle el alma con sus ojos oscuros y severos.
Decenas de palabras pasaron por su lengua tratando de sacarle del apuro, pero ninguna alcanzaba a mover sus labios.
-...No pude matarle... -pronunció el alfa en un lamento. Aunque no mentía, la frase solitaria y aparentemente inconexa flotó sin peso ni valor.
Nada podría haber aligerado el corazón de Seokjin más que una negación, un "Eso no es así, nunca he conocido a Park Jimin" o un ultrajado "¿Quién te ha dicho eso?". Pero en su lugar el alfa había acudido al cajón de las excusas, así que nada dicho tendría la importancia necesaria para desviar la atención de la principal contrariedad:
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EL OLOR DE LOS JILGUEROS
Fanfic+18 - BTS - OMEGAVERSE - KOOKMIN / NAMJIN / SOPE El origen del conflicto entre las opuestas manadas de Geum y Cheonsa se remonta a siglos atrás, pero las recientes heridas abiertas entre las familias líderes de ambos territorios tienen a todos sus h...