Jungkook se despertó sobresaltado y se frotó la nariz hasta dejarla roja. Su noche de sueño placentero había quedado arruinada. En ese breve impás en que uno sale del mundo onírico y abre los ojos, había sido atacado por unas imágenes desfiguradas y confusas, que le habían calentado el cuerpo dejando tras de sí un olor dulce y seductor.
Aunque dicen que no podemos soñar con cosas que no conocemos, Jungkook era incapaz de recordar dónde antes había olido aquel aroma tan delicioso.
Esos pocos segundos de despotricado erotismo inhalado fueron suficientes para hacerle recaer en la irritación con la que se había acostado la noche anterior.
Fue al baño. Mientras usaba el váter se miró las manos fijamente y le pareció volver a ver los ríos de sangre fluir entre sus dedos. Sacudió la cabeza y tiró de la cadena. Se lavó la cara. Le había salido un grano. Siempre le salían granos antes de la época de celo.
Merodeó aletargado por los pasillos de la casa. Los cuadros del pasillo eran vivos y abstractos, de esos que él no entendía, pero que le llamaban la atención igualmente. Esa mañana pasó de verlos y arrastró los pies hasta el comedor.
Taehyung estaba sentado en el sofá, se calentaba las manos alrededor de una taza humeante y tenía la mirada perdida en el poso, absorbido por sus propios pensamientos.
Había vuelto a casa alrededor de las tres de la mañana y había batallado con el insomnio por horas. Cuando el sol perezoso del invierno se había dejado entrever a través de las ranuras de la persiana veneciana, el beta se había resignado a no dormir.
Se mordía el interior de la boca con remordimiento. A él le hubiese gustado quedarse en el hospital cuidando de su amigo, pero el doctor había insistido en que volviese a casa a descansar. Las bolsas liliáceas bajo sus ojos se reían cínicamente de las palabras del bienintencionado señor.
Jungkook cogió un plátano de la frutera y se lo comió en silencio. Al cabo de un rato, Taehyung se percató súbitamente de la presencia del alfa y le invitó a sentarse a su lado. Jungkook se hizo hueco en el acolchado sofá de piel falsa y cruzó las piernas bajo una manta de lana. Se relamió los labios, indeciso, antes de atreverse a preguntar:
-¿Cómo está?
Taehyung inspiró una gran bocanada de aire y miró de reojo a su amigo. Dejó la taza sobre la mesita baja de café.
-No se puede saber aún. La operación ha ido bien y ahora está durmiendo. Los médicos han dicho que todo dependerá de la reacción de su cuerpo a la transfusión de hormonas.
Jungkook asintió, masajeándose las manos por debajo de la manta gruesa. No estaba muy seguro de qué debía decir en una situación seria como aquella, así que simplemente dejó que fuese el beta quien llevase la conversación. Durante un buen rato, ninguno de los dos dijo nada.
-Nunca te he hablado de Jimin. -observó Tae, y una pequeña sonrisa asomó en sus comisuras- Somos amigos desde que éramos pequeños. Su familia tenía una casa de veraneo en mi pueblo. Nos conocimos con cuatro años y desde entonces no ha habido verano que no nos hayamos visto. Jimin es la única persona que me conoce de verdad. A veces nos entendemos tanto que siento como si nuestras almas se estuviesen tocando.
Taehyung buscó los ojos de Jungkook pero éste los apartó, intimidado. El beta no desistió, y siguió clavando su mirada en el perfil del alfa.
-Jimin es una persona muy importante para mí. Y quiero que sobreviva. -manifestó con contundencia.
Jungkook carraspeó incómodo, preguntándose por qué Tae parecía de pronto agresivo. Pensó que tal vez la falta de sueño estuviese afectando al humor de su amigo, que ya de por sí solía soltar frases algo extrañas.

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EL OLOR DE LOS JILGUEROS
Fanfic+18 - BTS - OMEGAVERSE - KOOKMIN / NAMJIN / SOPE El origen del conflicto entre las opuestas manadas de Geum y Cheonsa se remonta a siglos atrás, pero las recientes heridas abiertas entre las familias líderes de ambos territorios tienen a todos sus h...