Eran casi las dos de la mañana. Tras la reunión de aquella noche, Namjoon le había invitado a una copa y Jin no había podido negarse.
Pero entre el mareo del vino y los finales de palabra estirados, Seokjin recordó donde sus dos soldados se encontraban aquella noche: en una misión, lejos de la manada. No era momento para salir a divertirse.
Con la cabeza achispada, había reunido el ímpetu -e irresponsabilidad- de ponerse al volante e intentaba llegar a su casa. A pesar de las horas, la avenida estaba congestionada y con el verde de los semáforos ningún coche avanzaba.
-¿Qué diablos le pasa hoy a la gente? -maldijo Jin, apretando el claxon.
-¡Señor Kim! ¡Señor Kim! -le llamó un hombre uniformado al reconocer su coche. Jin bajó la ventanilla.
-¿Qué sucede, agente?
-Un chico ha estrellado su moto contra la puerta de las oficinas. -explicó el policía alterado- Está herido y necesita ir al hospital, pero no atiende a razones. Dice que quiere hablar con usted.
-¿Conmigo? -se extrañó Seokjin.
Por encima de las cabezas de los curiosos y policías se escuchó el eco de un aullido. Seokjin se bajó del coche y el agente le escoltó a través de la multitud. Al otro lado del cordón policial se encontraban los restos esparcidos de una moto.
Tres agentes tenían reducido a un muchacho que gritaba:
-¡Es la moto de mi hermana! ¡¿Qué le has hecho?! ¡Desalmado! ¡Te voy a matar!
Seokjin y el agente pasaron de largo.
El alcohol se evaporó de su estómago y la sobriedad le golpeó con una imagen espantosa. Oculto tras la furgoneta de policía, un lobo fuera de sí amenazaba con sus garras empapadas de sangre a quien osaba acercarse.
-Yugyeom. -vociferó Jin, y todos los caninos se giraron hacia él- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Doyeon?
El lobo se abalanzó sobre el beta y soltó un aullido estremecedor. Un agente apuntó su arma hacia el loco pero Jin le indicó con la mano que no se acercaran.
Seokjin acarició el lomo de Yugyeom, que subía y bajaba atacado por hipos y sollozos. Las ropas de Jin fueron absorbiendo poco a poco la desagradable grana que emanaba profusamente del malherido.
-Yugy. -le susurró- Tienes que decirme qué ha pasado para que pueda ayudarte.
El lobo ladró adolorido. La policía se acercó pero nuevamente Jin los detuvo con un gesto.
-Yugyeom, escúchame. Necesito que te calmes y me cuentes lo sucedido.
El lobo miró con sus ojos rojos a los del beta y Jin pudo sentir su inmenso dolor. Yugy dejó ir un último bramido, agudo y espeluznante, y se transformó de vuelta a humano.
Jin abrazó su cuerpo desnudo y maltratado y lo ocultó de los periodistas que fisgoneaban. Una cordillera de agentes también acudió a su ayuda, usando sus escudos contra los flashes de las cámaras.
-D-Doyeon... -confesó desolado- ¡La han matado!
Jin tragó saliva, tratando de acoger la notícia con serenidad. Pero, tras la calma que fingía como consuelo, los dientes del beta castañeteaban. Habían matado a una loba bajo su mando.
-¿Quién? -preguntó grave.
Yugy se secó la mezcla de lágrimas, moco y sangre de la cara con el antebrazo.
-Cheonsa. -musitó con la voz quebradiza, pero seguro de su verdad- Quisimos marchar, pero nos descubrieron... -explicó acongojado- Doyeon se quedó atrás y-y-y-y yo no...
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EL OLOR DE LOS JILGUEROS
Fanfic+18 - BTS - OMEGAVERSE - KOOKMIN / NAMJIN / SOPE El origen del conflicto entre las opuestas manadas de Geum y Cheonsa se remonta a siglos atrás, pero las recientes heridas abiertas entre las familias líderes de ambos territorios tienen a todos sus h...