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Jungkook miraba el techo, persiguiendo con los ojos nerviosos sus propios pensamientos que se proyectaban como imágenes sobre él. Contraía inconscientemente los dedos de los pies y, de vez en cuando, tensaba las piernas hasta topar sus talones con la cara de una almohada. Su cabeza embriagada por el solsticio daba vueltas en bucle, intoxicada por los repetidos mismos deseos y miedos que no podía acallar.

¿Echaba de menos el cuerpo que había cargado con dificultad por las aceras heladas? ¿Echaba de menos ese olor a vainilla que apenas había percibido, como un ensueño? ¿Qué pensamientos eran suyos y cuáles los de su lobo?

De una patada, tiró la almohada de la cama.

El lobo alfa se había rendido al estrés, quedando sumido en un sueño clemente. Pero no había rastro de calma en el Jungkook humano tampoco. Rodó por las sábanas, estiró un brazo hasta la mesilla de noche y alcanzó su teléfono.

-¿...Jungkook? -la sequedad en la voz de Taehyung le había hecho replantearse si la llamada, iniciada en un impulso, había sido una buena idea.

-Hola... -el alfa se rascó la cabeza, sentándose al borde de la cama con las piernas cruzadas.

-¿Qué quieres? ¿Sabes qué hora es?

-Llamaba para... Saber de Jimin.

Jungkook sentía las venas de su sien latir de vergüenza, y no entendía por qué. Tal vez porque expresando aquel interés en voz alta aceptaba los ladridos de su lobo. Pataleó.

-Jimin está bien. -respondió escuetamente el beta, y se preguntó por los pisotones que le escuchaban al otro lado de la línea.

El lobo de Jungkook se había vuelto a despertar. Mordía con sus colmillos la carcasa del teléfono y hacía fuerza, concentrado en derrotar a la consciencia humana. Pero no parecía querer tomar control sobre el cuerpo físico y metamorfosearse, no. Necesitaba una garganta humana, sólo necesitaba tomar la lengua y...

-¿Qué pasará con Jimin este solsticio? -tras la pregunta maliciosa Jungkook soltó un gruñido y recuperó el mando. Ya era tarde para arreglar el descaro del can.

-¿Cómo? No va a haber solsticio para Jimin. -dijo Tae, incrédulo- Pensaba que ya lo sabrías, que el shock del ataque le ha provocado una deficiencia de hormonas y su lobo ha quedado cataléptico.

-Ah.

La cruda realidad cayó como un balde de agua fría sobre ambas conciencias del alfa. Aunque parecía que su lobo se hubiese encaprichado del tal Jimin, no habría forma de acercarse a él. El omega estaba físicamente incapacitado en ese momento, recuperándose de un susto y una herida, con las hormonas por los suelos. Habría que darse con un canto en los dientes si se recuperaba sin secuelas mayores.

Eso sin tener en cuenta que era totalmente amoral tener pensamientos de celo con un omega de otra manada, a más a más de Cheonsa.

Jungkook recuperó la compostura y colgó la llamada enseguida. No había hecho más que dejarle mal sabor de boca.

Le había dado ánimos a Tae para que Jimin mejorase. Claro que él preferiría que el omega se muriera. Eso seguramente acabaría con su tormento.

Jungkook maldijo en voz alta y se tiró de morros sobre el edredón desecho. ¿Por qué sentía lo que sentía? ¿Tal vez porque al querer ayudar a Jimin en primera instancia había confundido a su lobo? ¿Tal vez porque era el único omega al que había abrazado recientemente?

"Sí, debe ser eso".

Levantó la barbilla lo justo para verse reflejado en la ventana. Aún era muy temprano. El sol recién salía.

EL OLOR DE LOS JILGUEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora