En el salón de la cabaña de los Jeon, entre el vajillero y el mueble del televisor, un reloj de pie contaba muchas más horas de las que había vivido cualquiera de los presentes. El mecanismo antiguo del carrillón se quedó atrancado y detuvo la vuelta de sus retardadas agujas.
Moonbyul se arremangó para leer bien la hora en su reloj muñequero. Tomó un último sorbo de té helado y llamó la atención de todos cuando el culo de su vaso tintineó contra la mesita auxiliar.
-Tengo que volver a casa. -anunció la loba- Nayeon lleva muchas horas sola.
Moon Byulyi solía hablar de Nayeon como si fuese una gata esperándola hambrienta en casa. Pero, en realidad, Im Nayeon era su pareja enlazada desde hacía poco más de medio año.
A pesar de la corta edad de su romance, las chicas se habían conocido en el colegio. No importaba que Moon Byulyi fuese dos cursos por encima de Im Nayeon, por aquel entonces, era prácticamente imposible que la una no hubiese sabido de la otra. En aquella etapa, ninguna de las dos pasaba desapercibida.
Byulyi, una alfa de buena casa, responsable y más madura que la mayoría de niños a su edad, destacó sin quererlo por sus notas excelentes y su elocuencia al hablar. Su rostro serio, acostumbrado a la sombra de los libros académicos, pronto le fue usurpado cuando sus compañeros la eligieron delegada de clase. En su lugar recibió un nuevo rostro más amable.
Su precedente actitud arisca dio un vuelco y la loba alfa se convirtió en una estrella, cabal y justa, respetada incluso por los mocosos más problemáticos. Como parecía el flujo más natural, ingresó en el consejo estudiantil a la tierna edad de diez años y, una vez alcanzada la secundaria, fue nombrada su portavoz.
Sin saber siquiera quién era o sería, Moon Byulyi convirtió esa persona que había creado en un símbolo de admirable dedicación y ejemplo a seguir.
La menudita y risueña Nayeon dominó otro tipo de popularidad. Rodeada de gente, brillaba con su cara de ángel por los pasillos, no era tan brillante en los estudios, y llevaba una lista de lobos con los que se había besado.
Era una omega que disfrutaba de la atención de los demás y, a su vez, los demás disfrutaban de su encantadora compañía. Nayeon no tenía reparo en hablar con cualquiera y a menudo se la veía saltando entre grupos de amigos. Si algo le metía en problemas, esa era su lengua de cotorra. Pero tampoco había castigo que no pudiese burlar con sus ojillos de muñeca, que encandilaban hasta al maestro más cascarrabias.
De ser la princesa en primaria, Nayeon pasó a ser el primer amor de muchos en secundaria.
Así pues, que las lobas se conociesen de vista no era tan descabellado. Mas con unas personalidades opuestas como Norte y Sur, tan sólo una situación extraordinaria podría cruzar dos mundos tan antagónicos. Sorprendentemente, ese milagro se obró cuando el equipo femenino de balonmano de la escuela y su exigua plantilla rogaron a Moon Byulyi que se uniera a ellas. Necesitaban con urgencia atraer a nuevas jugadoras o el club desaparecería. Entre sus últimos fichajes estaba Im Nayeon, que también había accedido a ayudar. Por dos años, dos horas, dos tardes a la semana les bastó para formar una pequeña amistad.
Con los lazos olvidados y una vida de adulto que no dejaba espacio a extraescolares, Byulyi y Nayeon se habían reencontrado.
La silla de ruedas de la omega se había atascado en un bordillo y un par de idiotas, que jamás podrían haber soñado con una novia más guapa, se reían de ella.
Aquel día, Byulyi recuperó algo de su genialidad de antaño. Sacó la silla de su aprieto y la empujó hasta una zona de acera llana.
Era la primera vez que se reencontraban desde que la alfa se había graduado y muchas cosas habían cambiado.

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EL OLOR DE LOS JILGUEROS
Fanfiction+18 - BTS - OMEGAVERSE - KOOKMIN / NAMJIN / SOPE El origen del conflicto entre las opuestas manadas de Geum y Cheonsa se remonta a siglos atrás, pero las recientes heridas abiertas entre las familias líderes de ambos territorios tienen a todos sus h...