#53 parte 1

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Buenas hermosuras! Lamento la espera TT

Después de unos capítulos de tulas y pitos, volvemos al desarrollo de la historia. Sólo para refrescar, Hoseok, hijo ilegítimo del señor Park, va acompañado de dos guardias: Lee Taeyong, descendiente de una rama bastarda Park, y Alexa. Espero que la actualización de hoy no se os haga muy densa. En cuanto pueda sacaré la parte 2 que tiene algo más divertido de leer.

Besis de fresis!

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Generaciones de los lobos más destacados y pudientes jamás nacidos en Cheonsa habían pisado aquella alfombra, hundiendo y sellando en su precioso tapiz motas de polvo centenarias. Ésta era larga como el pasillo, densa como la mata de una oveja sin esquilar y tan gorda como un dedo. Por toda ella se extendían y ensortijaban exquisitas decoraciones orgánicas con flores de un profundo cobalto oscuro y tallos del color del oro. Entre las extravagantes cenefas vegetales quedaban enmarcadas representaciones de majestuosos lobos rojos, hinchando el pecho o mostrando los colmillos, cada can haciendo alarde de su altivo esplendor.

Justo donde se paraba Lee Taeyong crecía una planta amarilla cuyas hojas se doblaban sobre sí mismas creando formas sinuosas. Como capricho de su primer sueldo excedente a sus necesidades, Taeyong había comenzado a interesarse por las zapatillas deportivas. Le gustaban en especial aquellas que no se podían usar para hacer deporte. Las que estrenaba aquel día tenían un precio indecente, los cordones fosforitos y la suela ancha como un ladrillo.

El alfa había descubierto que, si frotaba el cachito de tapiz bajo sus pies, podía dejar sus propios dibujos. Al deslizar la zapatilla hacia la izquierda, las hebras doradas se volvían un gran trazo mate. Cuando las acariciaba de nuevo en la otra dirección, volvían a brillar como el pelaje de un caballo palomino.

Así pues, intrigado por el extenso lienzo tupido, en la alfombra pulcramente peinada fue dejando rastros deslucidos. Primero, Taeyong rotó la rodilla para dibujar un gran círculo. Llenó el óvalo con dos puntos como ojos y una curva por boca. Después lo pisoteó para borrarlo y trazó dos serpentinas paralelas, una con cada pie. Las coronó a ambas con una flor, o con lo que le permitió la escasa precisión de la punta de sus zapatillas.

Volcando toda su atención a los dibujos de sus pies inquietos, Taeyong creyó haber encontrado una distracción a su ansiosa desazón. Pero, a pesar de sus esfuerzos por evadirse, nada podía calmar su estómago que, como desabrigado fuera de su piel, tiritaba angustiado.

RED no era más que su jefe de unas semanas pero ya lo apreciaba lo suficiente como para velar genuinamente por él. Más allá del honor de servir a un heredero, la confianza entre ambos se había solidificado a medida que habían ido estrechando lazos. Lo cual había sido extraordinariamente fácil dada la naturaleza cercana de RED. De un lobo que Taeyong sólo se esperaba jerarquías tradicionales y un ego demasiado inflado, no había obtenido nada más que respeto, simple y llano respeto. Aunque tal vez estaba lleno de torpezas e ignoraba aún mucho del mundo, RED era alguien que no ninguneaba a aquellos por debajo de él, alguien lleno de rasgos buenos a quien había creído realmente apto para liderar Cheonsa en un futuro. Por eso, ciertamente le deseaba lo mejor a su jefe. Pero lo mejor no estaba ocurriendo.

En ese momento, RED se encontraba en la oficina a sus espaldas reunido con su padre, el señor Park.

No era difícil adivinar que algo no iba bien: la llamada imprevista que les había arrastrado de urgencia hasta allí, la mirada sufrida del servicio que ya debían conocer los porqués de la agitación de su señor, la voz contundente que taladraba las paredes con una riña semejante a los gruñidos de una bestia...

EL OLOR DE LOS JILGUEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora