Desde los apliques sobre el espejo estallaban violentos y cegadores destellos como las primeras llamaradas de una cerilla. Tal era su explosivo resplandor, que el lobo rosa de pupilas magulladas creía poder escuchar cada chispazo reventar contra sus oídos. Apenas lograba entreabrir los párpados sin dolor, bizqueando hasta duplicar los enseres de aquel cuarto de baño.
Asentada al borde del lavamanos, una lombriz metálica y erguida escupía un remolino de agua fresca y espumosa. A dicha lombriz le salió una segunda cabeza, y juntas expulsaron con fervor las corrientes de sus intestinos de tuberías, mas sin ninguna acertar la boca del atormentado omega.
La sed le secaba el paladar y todo lo que conseguía era derramar su propia saliva. El grifo y su rastro gemelo burlaban sus intentos de saciarse con malicia.
"Me cago en la mar salada, ¡Estaros quietas!", maldijo Jimin, padeciendo calambres en los labios de echarlos hacia delante por tanto rato y sin triunfo.
-Ugh... -las rodillas le flaquearon y chocó los dientes delanteros contra el metal. Le dolió. Pero entonces el agua comenzó a hinchar sus mejillas y allí se quedó, tragando con desespero.
Incapaz de acompasar su beber con la velocidad a la que el agua emanaba, ésta desbordó de sus labios y recorrió libremente su rostro, atildando con gotas sus pestañas, enrojeciendo sus ojos, entrándole indeseadamente por la nariz. Jimin saboreó en su garganta la cal, los mocos y algo de sangre gingival.
Tosió sin llegar a tiempo de cubrirse la boca, mojándolo todo a su alrededor. Cerró el grifo y su lombriz gemela se apagó a la vez. Se apoyó en la encimera del lavabo. También tenía un doble el reflejo enfermizo del espejo.
Con sus dos pares de ojeras oscuras y el tembleque de dos bocas pálidas, le dijo:
"Te ves horrible".
Park Jimin se había despertado con una fatiga espantosa y molestos retortijones en la tripa. Habiéndose arrastrado desde la cama hasta el baño por temor a vomitar sobre las sábanas recién cambiadas, se había sentido como un enfermo desvalido gorgoteando con la cara metida en la taza del váter sin acabar de soltar nada.
Resopló, peinándose el cabello hacia atrás. El mundo le daba vueltas. Se sintió tan solo y miserable en sus pies tambaleantes que hasta le dieron ganas de llorar.
Por suerte, justo llegó Jungkook para salvarle de su agujero de congoja, entrando al cuarto de baño resollando como si viniera de una carrera.
-¿Tan malas son las náuseas? -preguntó alarmado. Desvelado también por las arcadas y quejidos del omega, la decisión original de darle su espacio le había durado poco.
Jimin negó con la cabeza, haciéndole saber que lo peor ya había pasado.
Jungkook se acercó a él, ofuscado de lástima, y le rodeó el vientre con la caricia de ambas palmas.
-Ni siquiera bebiste mucho. -dijo el alfa, y palpó con los dedos su frente sudorosa- No tienes fiebre tampoco. ¿Te sentaría mal algo? Oh, no... -el rostro del alfa se amargó con culpa- Fui demasiado brusco anoche... Lo siento...
Jimin se encogió de hombros, sin poder darle una respuesta. Por más que quisiera negar o afirmar el porqué de sus dolencias, por el momento no les hallaba sentido. Tampoco es que le doliera nada en concreto.
-Sólo estoy mareado... -murmuró, algo frustrado con la debilidad en su voz que le impedía desarticular las preocupaciones de Jungkook- Aunque ayer la cerveza me supo rara... A lo mejor ha sido eso...
Jungkook asintió y le besó la nuca. ¡Cómo odiaba ver a su amante con malestar! Por unos segundos se planteó si despedazar al responsable de la compañía cervecera sería una reacción desproporcionada.
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EL OLOR DE LOS JILGUEROS
Fanfic+18 - BTS - OMEGAVERSE - KOOKMIN / NAMJIN / SOPE El origen del conflicto entre las opuestas manadas de Geum y Cheonsa se remonta a siglos atrás, pero las recientes heridas abiertas entre las familias líderes de ambos territorios tienen a todos sus h...