#22

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Taehyung entró al piso y echó el cerrojo con un poco de dificultad; en ambos brazos acarreaba como una mula el bolso, el paraguas plegable y bolsas de la compra. Debido al plástico crujiente de su carga fue incapaz de escuchar las palabras de Jimin, pero sí alcanzó a verle guardar el teléfono.

-¿Con quién hablabas? -preguntó con recelo, dejando las bolsas sobre la mesa del comedor.

-Un amigo. -contestó expedito Jimin, corriendo hacia él con los brazos abiertos- Aunque no uno tan bueno como tú.

Taehyung atrapó el cuerpo pequeñito en un achuchón y acarició con mimo su esponjosa cabellera melocotón. Le besó la cocorota y lo apartó con suavidad, haciendo hueco para poder agacharse a quitarse los zapatos.

-Hoy he descubierto una tienda vegetariana que tenía muy buena pinta. -contó el beta, peleándose con los cordones- He comprado pisto para comer, ¿Qué te parece?

-No lo he probado jamás. -reconoció Jimin- Pero seguro que está delicioso, me fio de tu gusto.

Descalzo y hambriento, Taehyung empezó a desempacar la compra y mandó a Jimin a la cocina con una montaña de refrigerios "eco-friendly".

Una vez a solas con los paquetes de comida, Jimin estudió detenidamente cada etiqueta antes de guardarlos en la nevera. El día que Taehyung iba a hacer recados y compraba comestibles, Jimin solía ser el encargado de recogerlos. En su tarea, siempre trataba de encontrar en los envases un nombre de tienda o supermercado que pudiese darle una pista sobre su ubicación.

A pesar de su dedicación, más allá de ingredientes y calorías, poco le dijeron esos embalajes cuyas etiquetas habían sido esmeradamente arrancadas. Jimin bufó irritado. Como de costumbre, no había encontrado nada útil...

"¡Pero claro!", sonrió de pronto, "¡Ya no hace falta buscar más! Jungkook va a venir a acabar con todo esto".

Puso el mantel y cubiertos, silbando animado, y repartió equitativamente el pisto en dos platos. Taehyung cambió entretanto su estiloso conjunto de paseo por ropa de andar por casa.

Ya sentados en la mesa, Tae descorchó una botella de vino mientras Jimin probaba la comida sin prestarle demasiada atención. Si planeaba irse de allí, debía sacarle el tema al beta cuanto antes. Una cosa tenía clara y es que no quería escaparse del piso a sus espaldas; sería injusto, y en cierta forma ingrato, después de todo lo que le había cuidado (aunque hubiese sido de forma un tanto cuestionable). Respiró hondo, como si el aire le hinchiera el pecho de valor en vez de oxígeno, y sin más dilación se atrevió a dar el paso:

-Taetae. -lo llamó cariñosamente.

-¿Sí? -el beta se servía una copa de alcohol- Dime, ¿Está rico?

-¿Eh? -Jimin cayó en cuenta del sabor foráneo a sus papilas- Ah, oh. Sí. Muy rico. Pisto era, ¿No? Muy rico, muy rico.

Jimin aceptó un vaso de vino y se llenó las mejillas para enjuagarse la boca con su dulzor. El pisto consistía en verduras troceadas y salsa de tomate, no podía considerarse fan ni de la textura ni del sabor.

El omega se mordió el labio superior, como sellando la salida a todo ese coraje que había logrado a duras penas inyectar en sus pulmones.

Taehyung estaba concentrado en su plato, comiendo con afán, soltando gemidos de deleite de vez en cuando. Mirándolo comer con tanta ansia, a uno podría llegar a parecerle que aquel pisto blandurrio era el manjar más sabroso jamás cocinado. Bastaba sólo con verlo masticar entusiasmado y sorber copiosos tragos de vino para sentir el estómago lleno en su lugar.

A Jimin le supo mal arruinarle la comida cuando el beta devoraba con tal gozo, pero no podía esperar más:

-Taetae. -arremetió de nuevo- En verdad quería decirte que me voy.

EL OLOR DE LOS JILGUEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora