#71 parte 2

18 1 0
                                    

Después de ser estrelladas estrepitosamente contra la cerradura, las llaves cayeron al suelo, quedando olvidadas tras el apresurado portazo.

El recibidor del piso se llenó con el bullicio de una pareja en llamas. Los jadeos endulzados de Seokjin animaban a Namjoon en la travesía por su cuello, con el estallido de besos hambrientos y de costuras siendo estiradas para desenterrar la preciosa piel cubierta.

Le devoraba la oreja y hacía de sus piernas mantequilla cuando, de pronto, el alfa frenó y se guardó la traviesa lengua, recordando algo:

-Por cierto. Alguien estuvo en tu casa.

En mitad de un suspiro, Jin se quedó helado.

-Puta cremallera. -maldijo Namjoon, peleándose con los pantalones del omega (ellos ganaban)- Quítatelos.

Tan pronto mencionado como olvidado, Namjoon no parecía dispuesto a malgastar más tiempo en un diálogo desprovisto de gemidos; cosa que Jin, obviamente, no pudo pasar por alto sólo porque se le estuviese montando un campamento allá abajo.

-¿P-pero, Nam, qué...? ¡A-ahn! -se estremeció y, al mirar al techo, se golpeó la cocorota contra la pared- ¿Q-quién, nngh...?

-Zi no lo zabez tú... -respondió el alfa, sin interés, con el miembro rosado y palpitante sostenido entre sus labios brillantes de almíbar- Egan alfaz de Sheonza.

-¡Mn! ¡Mhn! -Jin agarró la cabezota de Namjoon por las orejas y lo echó hacia atrás- ¡Para un segundo! ¿Dices que los lobos de Cheonsa llegaron hasta aquí? ¿Fue el día en que perseguían a Jungkook?

-Vale. -dijo Namjoon, que sólo había escuchado lo que había querido- Paro. Mueve tú las caderas. Yo te la chuparé mientras empujas.

Puede que Jin negara con los colores encumbrando sus orejas, mas sus piernas se mecieron solas en busca de la húmeda tentación. Un líquido extraño, pegajoso y aguado, supuraba entre sus nalgas y se resbalaba por su piel más íntima hasta dárselo de beber al alfa. Namjoon lo tragaba entusiasmado y afortunado, como un elixir de todo mal, entre la abundante saliva y primeros sorbos de placer salado.

-Ah~ Igh~ Um...

Jin se retorcía, desesperado por volver a ser poseído por las caricias del alfa. Volver a ser la única diana de sus pupilas de punta de flecha, volver a ser envuelto en su abrazo y torbellino de feromonas...

El viaje en taxi hasta su piso había sido el duro último kilómetro de una carrera cuesta arriba, cuya meta era tocarse. Y ahora se liberaría de aquel tormento contra la garganta de Namjoon mientras éste se desnudaba torpemente y le acariciaba los muslos con ansia, apremiándole a complacerse a merced de su aliento.

-N-Nam. Los vecinos... Ngh... Podrían escuchar desde aquí... -el aire se le escapaba en un murmullo tembloroso- Entremos, por favor...

Namjoon se retiró con la última caricia lenta de su boca caliente y Jin gimoteó, salpicándose en un par de gotitas.

-Mm~ -rumió el alfa con cierta travesura en los hoyuelos- Nadie debería escuchar esta voz tan pervertida tuya (aparte de mí).

Seokjin asintió cohibido; el deseo de ser abrazado sobrepasaba al rubor mortificado de sus mejillas. Su cuerpo había cambiado y ahora eran sus propias feromonas afrutadas las que nublaban su pudor. Las manos del alfa prendían sobre su piel nuevos fuegos de placer desconocido. Sus interiores cosquilleaban fantaseando con el grosor de sus dedos colándose vigorosamente por ellos.

Namjoon cargó a Jin como una princesa y lo llevó hasta el sillón del salón. Después de tantos días sin ser ocupado, su tapiz cobró aquel breve abandono con un recibimiento de tacto frío. Seokjin acarició los reposabrazos, conmovido por la nostalgia, y se reencontró con escenas de un cariño aún ambiguo. Le gustó que Namjoon le profesara su estima en aquel sillón, ahora que estaban enamorados.

EL OLOR DE LOS JILGUEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora