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Charles Leclerc había perdido muchas cosas en su vida pero lo más doloroso para él fue perder a esas tres personas importantes que amaba con todas sus fuerzas, el primero fue Jules, el segundo fue su padre y la tercera persona que él aún se negaba a creerlo, quería despertar de aquella espantosa pesadilla.

Olivia Prat, la había perdido y de la peor manera.

Aquel chico ya no era el mismo de antes, se encerró en cuatro paredes y no hablaba con nadie, quería estar solo él y su dolor. Les decía a todos que no necesitaba la lastima de nadie pero lo cierto era que necesitaba brazos que lo sostuvieran y palabras de aliento.

Estaba sentado recargado del sofá de su departamento con su mirada perdida, botellas de alcohol a su lado y una foto de Olivia aferrada a sus manos, ¿cómo ella pudo haberlo dejado sólo?, esa era la pregunta que rondaba siempre por su cabeza, lo había dejado y nunca más volvería.

Ella había muerto, Olivia Prat se había ido.

Miró la foto de ella y sus lágrimas caían en la foto, la hermosa sonrisa de aquella monegasca, los ojos más precisoso que Charles había visto en su vida, sus delgados y cálidos labios, sólo podía verla en una foto.

La puerta del departamento se abrió y el piloto ni siquiera lo notó, tres de sus amigos entraron y caminaron hasta él. Charles seguía en su mundo mirando la foto sin notar la presencia de ellos.

—Charles — lo habló Carlos y él lo miró.

—Váyanse, quiero estar sólo, por favor.

Pierre negó y se incó para quitarle la botella de alcohol y la foto.

—¡No toques mi foto! — se la quitó bruscamente —¡Quiero que se vayan!

Era lo que menos quería pero no quería que nadie lo viera así, el Charles de antes ya no estaba y quizás no regresaría.

—Hermano, tienes que salir de aquí. Llevas semanas en esta cuatro paredes — habló  Max —Debes ducharte y dejar de tomar, esto no te hace bien.

Él negó y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Ella ya no está — susurró —Jamás volverá, ella me ha dejado.

Los tres pilotos se miraron y no pudieron evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, habían perdido a su amiga y sentían tristeza por ver a Charles así, ese hombre fuerte que siempre regalaba una sonrisa estaba desapareciendo.

—Lo sé Charles — se incó Max —Pero ella no querría verte así, tienes que hacer un esfuerzo, tienes que tratar de superar esto y enfocarte en el presente.

Charles se levantó bruscamente y se tambaleó pero logró sostenerse.

—¡¿Y tú crees que no trato de hacerlo?!, ¡todos los malditos días me repito que ella está muerta por mi culpa!

Ellos negaron.

—¡Tú no tienes ni la más jodida de todo esto, por qué tú no has perdido a nadie que ames por que no sabes lo que es eso, eres tan frío!

Él labio de Max tembló, quería irse pero seguiría ahí con su amigo

—Charles, no te has duchado en días, no has dejado de tomar. Tu madre está preocupada por ti y corres a cada persona que viene aquí, no alejes a las personas que te amamos — lo miró Pierre.

—¡Nadie debería amarme!, ¡todas las personas que aman mueren, primero Jules, papá y ahora mi bella Olivia! — sollozó —Deberían alejarse de mi.

A cómo pudo caminó hasta el bar de su departamento, se sirvió un trago pero Pierre se lo quitó.

—¡Dame eso Pierre!

One shots | Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora