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Año 2004

—¡Ya déjame Charles! — gritó una niña mientras corría del pequeño —¡Ya!, ¡te acusaré con mi mami!.

El pequeño niño de siete años dejó de correr para luego burlarse de la niña, Olivia quien también tenía siete años lo miraba con sus ojos llorosos, Charles al verla que quería llorar se acercó a ella.

—Perdón Liv, solo estábamos jugando.

—¡No me gusta jugar contigo insecto! — le gritó señalandolo, la pequeña niña era de carácter fuerte —Me jalas mis colitas y siempre te burlas de mi.

—No deberías gritarle a tu futuro esposo — dijo con superioridad.

—¿Esposo?, ¿qué es eso Charlie? — limpió sus lágrimas y se acercó a él curiosa -¿Es una enfermedad? — preguntó preocupada.

Él niño negó.

—Un esposo es como tu papá, él es el esposo de tu madre — quiso explicarle y la niña comprendió.

—¡Tu nunca serás eso Hervé!.

—Olivia, nos casaremos cuando seamos grandes, ya verás. Aunque me odies y te caiga mal tu serás mi esposa y seremos felices a como lo es mi madre con mi padre, ¿quieres apostar? — se cruzó de brazos —Podemos apostar, tú tus dulces y yo mis carritos, ¿si?.

La pequeña niña monegasca negó y se cruzó de brazos.

—Nunca me casaría contigo Charles, me haces muchas bromas y haces que mi corazoncito duela.

Él niño la miró triste y la abrazó.

—Lo hago para que me mires, eso dice Lorenzo.

La pequeña Liv se separó de él, sus madres llegaron con ellos y ella corrió a esconderse detrás de su mamá.

—Mami yo no me quiero casar con Charles.

—¡Y si quieres! — le gritó Charles queriendo llorar —¿Verdad mami?.

Susan y Pascale se miraron entre ellas para luego soltar una risita.

—Él dice que me casaré con él mami, pero, ¿verdad qué no? — abrazó preocupada a su mamá.

Charles se paró frente a su madre y sonrió.

—Y si mami, yo quiero que sea mi esposa.

—Son muy chicos para hablar de eso cariño — le dijo la madre de la niña que tanto quería —Cuando sean grandes quizás con veinticinco años, pueden hablarlo.

Olivia y Charles empezaron a contar con sus dedos.

—¡Para eso falta mucho! — gritó Charles quejándose.

Las dos madres se rieron y los pequeños sólo se miraban, los ojitos de Charles brillaban y le sonreía a la niña mientras que ella sólo le sacaba la lengua.
Charles y Olivia se conocían desde bebés, ambas madres se aliviaron el mismo día y en el mismo hospital, se volvieron inseparables y siempre estaban juntas.

Eran mejores amigas y sus hijos quizás no lo eran tanto pero ese pequeño adoraba a Olivia más que a nada, ella también lo hacia pero era un poco más reservada.

Charles siempre cuidaba de ella y golpeaba a todos los niños que le hacían maldad a su Liv, en una ocasión el le aventó su zapato a un niño solo por decirle llorona a su futura esposa a como él le decía.

Pascale y Charles llegaron a su casa, la madre le lavó las manos a su hijo y lo sentó en la silla de la mesa alado de su hermano menor Arthur.

—Mami —  la habló Charles —¿Puedes comprarme una rosa?.

One shots | Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora