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Olivia había llegado a Mónaco huyendo del trabajo y de todo lo que la rodeaba en Estados Unidos.
Nunca había llevado una vida tranquila, siempre estaba rodeada de cámaras y la mayor parte de su vida era pública. Muchas personas sabían lo que hacía, con quien salía y todo lo que llevara con su vida personal.

¿Su vida amorosa? Su vida amorosa había sido un desastre, no eran relaciones serias y era la soltera de Hollywood, no quería eso. Siempre soñó con encontrar a esa persona, esa persona que la entendiera, que la apoyara y sobre todo que la amara, que la amara de verdad.

Y la había encontrado.

En Mónaco encontró a Charles Leclerc, aquel piloto monegasco con esos ojos verdes que la hechizaron desde el día uno. Leclerc no se quedó atrás, no caía en cuenta que frente a él tenía a Olivia Downey, aquellos ojos marrones lo observaron y solo le sonrió para seguir con su camino. Nuevamente la había encontrado y no se quedó atrás, la habló y quizás esa había sido la mejor decisión.

Ella estaba ahí con un propósito, olvidarse por un tiempo de todo el caos que la esperaba en Los Ángeles, iba a estar por dos meses en ese precioso ligar y los días ya habían comenzado a pasar. Sabía que en cualquier momento tenía que volver pero no quería salir de ahí, no quería alejarse de Charles de ese hombre que la hacía sentir tan bien.

—¿Pretendes que me tire aquí?

—Ajá — dijo él —Este es un lugar seguro, te prometo que no pasará nada.

—¿Y si me come algún tiburón? Soy demasiado joven para morir.

El piloto se carcajeó y negó con su cabeza.

Desde el día que se hablaron por primera vez él no dudó en mostrarle Mónaco y de lo hermoso que era, había comprado un apartamento en el mismo edificio de Charles y para ser sinceros no salía del apartamento de la castaña.

—¿Confías en mi?

—Claro que si — respondió rápidamente y miró el mar —Pero..

No la dejó terminar y la agarró de la cintura para luego aventarse con ella al mar, cuando surgieron ella lo golpeó en el pecho.

—Idiota.

—Lo soy — le dió un beso —¿Te quedarás conmigo hoy?, podemos hacer muchas cosas — susurró y Liv sonrió —Quizás te de un masaje o tú me des uno a mi, últimamente me duele un poco la espalda.

—Ya eres un viejo.

—Eso no es cierto amor, soy joven y uno muy guapo.

Giró sus ojos y le aventó agua, Leclerc llevó sus manos a la espalda de la estadounidense y la acercó a su cuerpo.

—¿Vas a negarlo?

—No podría negarlo nunca — besó su mejilla —Me la he pasado increíble aquí solo contigo, no quiero volver a casa.

—No vuelvas — se miraron —Quédate aquí conmigo, sea lo que sea que tenemos va a funcionar, estoy acostumbrado a tenerte aquí conmigo ¿piensas volver aquí a Mónaco?

Suspiró y no respondió solo lo abrazó, el monegasco cerró sus ojos y se dejó llevar por aquellas caricias que Olivia le daba.

Charles conoció a la verdadera Olivia, pudo conocer esas pequeñas cosas que los demás no sabían. Los sueños que ella tenía, sus miedos y sus logros fuera de la vida pública, pero él sabía que el plan de ella ahí no era quedarse, tenía compromisos por cumplir.

Dos días después estaban en la cama del piloto viendo una película de terror, la castaña se tapaba la cara con la almohada y apretaba los ojos cuando pasaban una escena muy fea.

One shots | Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora