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𝟏𝟒

JUNGKOOK

—¿No tienes otras cosas más importantes que hacer?

—¿Más importantes que verte desnuda después de tanto? No lo creo. Adelante, Jeon Yeseol, finge que no estoy aquí.

Voltea los ojos, puede pretender total confianza, pero la conozco lo bastante bien como para saber que se está muriendo de los nervios por dentro. Ella siempre ha tenido esta absurda preocupación a la hora de enseñarme su cuerpo desnudo, esa que consiste en que teme que no me guste.

Ya sea porque siempre ha sido de contextura delgada, porque sus senos no son grandes o sus caderas no son anchas. La primera vez que estuvimos juntos, luego de confesarme en medio de todo que nunca había estado con alguien—mal momento para contarlo, eso se tiene que decir antes de ir mucho más allá— me sentí, honestamente, honrado. No por que era su primera vez y yo sería el primero y bla bla bla, más bien me hizo sentir bien conmigo mismo pues a pesar de todo eso con lo que ella no está conforme de su apariencia, quería estar conmigo, confió en mí y se entregó entera.

Estoy seguro de que esa fue una de las tantas veces que reafirmé mi inmenso amor por ella. A pesar de que en ese entonces no tenía idea de cómo calificar mis sentimientos o emociones.

—Te vas a aburrir, ya conoces todo.

—Jamás— contesto, murmurando— vivo encantado con tu existencia.

—Romántico.

Se quita la blusa y yo ya perdí la cordura solo viendo a su sujetador, ella se gira, haciéndome caso en eso de fingir que no estoy presente y entonces, sigue con el pantalón. Contengo el aire cuando reparo en sus piernas que ya no son exactamente delgadas, ahora son fuertes y más femeninas que nunca.

Ahora resulta que usa tanga y por eso puedo ver un trasero exquisito, trago grueso, queriendo hacer mis comentarios sexys, pero no quiero arruinarlo así que me quedo en silencio. Suelta su cabello, me gusta mucho como se ve así de corto, le da estilo.

Sus manos van ahora al broche del sujetador y lo deshace, este cae junto al resto de su ropa, me muero de ganas de verla voltearse de nuevo y la súplica sale de mis labios sin pedirme permiso.

—Da la vuelta.

—¿Uh? Que raro, creí que estaba sola— me observa por encima de su hombro, mi anatomía tiembla, cambio mi peso de un pie al otro constantemente—¿Me volteo, Jungkook?

—Por favor.

Arruga la nariz, hace caso omiso, quita la última prenda y camina directo a la ducha. Ah, mujer desobediente, aún así puedo verla gracias al cristal.

Comienzo a sentir calor y mi mente se remonta a recuerdos de momentos candentes en años pasados dónde me doy cuenta de que nunca se lo he hecho en la ducha, pasó en mi camioneta, en muchas habitaciones de esta casa, en la oficina, de hecho, una ocasión que recuerdo mucho fue...

—¿Jungkook?— parpadeo, joder—¿Me alcanzas mi shampoo por favor?

Se ha dado la vuelta mientras yo estaba en el limbo de los recuerdos, su cuerpo se ve liso y jabonoso. Lindo, extraño esos pezones.

Me acerco hasta donde ha dejado el shampoo.

—Estás abusando, Yess.

—¡Solo me he dejado el shampoo!

—Si, claro. Estoy duro aquí, digo— tomo la botella— estoy trabajando duro aquí para no romper tu regla de oro y no me la pones fácil.

Detiene el agua, abro la puerta y me desespera ver su sonrisa hermosa burlándose de mí y mi falta de autocontrol. Suspiro, fingiendo que no le miro los pechos y extiendo la botella.

—Gracias, amor mío.

—Ya está, suficiente.

Voy a entrar.