𝟑𝟐

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NARRADOR

—¿Qué fueron esos disparos?

—Maté al narco— Seokjin avisó, silbando alegre— ¿Ahora qué? ¿Buscar a Kang?

Al final, Jungkook sí tomó asiento donde Jisoo le había dicho, llevaba solo cinco minutos ahí, observando el cuerpo desangrarse, su mirada totalmente vacía porque no se sentía mejor y de su boca salió algo que nadie creyó escuchar nunca venir de Jeon Jungkook.

—Ya no quiero hacer esto— murmuró— ya no es divertido.

Estaba tan agotado, se preguntaba si aquello era lo que llamaban tocar fondo, llegar al límite. Antes le llenaba de emoción ver sangre, el sufrimiento de quienes odiaba lo hacían sentir poderoso e incluso hace unas horas cuando estaba persiguiendo a todos esos hombres armados que no sabían qué hacer para que él no los alcanzara, le pareció emocionante.

Tanto tiempo queriendo matar a la pelinegra de la cuál fue niñero muchos años, era de las cosas que más deseaba, resultó ser tan opuesto a lo que sus expectativas le brindaban.

—Ya he saldado esa deuda.

O sea que ella planeaba dejarles el bebé de alguna retorcida manera, estaba resignada a morir, eso sí, no sin antes joderlos a ambos y tenía que admitir que meter a Kang en el panorama fue inteligente. Él era la persona que más había dañado a Yeseol.

Yeseol. Espabiló.

—¿Dónde estás? Yess— se levantó, revisó a Jisoo antes de abandonar la cocina, solo tenía las llaves de un auto, las tomó por curioso— Seokjin, ve con Namjoon, entrégale al filipino.

Lo escuchó quejarse hasta perder comunicación, volvió a preguntar a Yess donde se encontraba, su respuesta fue muy vaga.

—Buscándote. Estoy por donde eran las habitaciones de mis hermanos.

Trató de hacer memoria, dándose cuenta de que no estaba precisamente cerca, sino, al otro lado, maldijo.

—Regresa. Estoy para el lado contrario.

Yeseol se había pasado muchos pasillos, le causaba cierta melancolía ver las habitaciones, algunas todavía con sus camas diminutas donde adolescentes de quince o dieciséis años tenían que arreglárselas para acomodarse en un espacio tan pequeño por...

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Yeseol se había pasado muchos pasillos, le causaba cierta melancolía ver las habitaciones, algunas todavía con sus camas diminutas donde adolescentes de quince o dieciséis años tenían que arreglárselas para acomodarse en un espacio tan pequeño porque papá no iba a gastar dinero en camas nuevas y acordes a la estatura de sus hijos. Bufó.

Encontró la puerta de la habitación de Yoongi, todavía tenía los stickers de calaveras, desgastados y sin colores fuertes como hace años.

Escuchó un suspiro, giró en dirección a el, contuvo el aire. De la que era su habitación, la cabeza de su padre se asomaba en el marco de la puerta, dejando ver solo sus ojos, Yeseol parpadeó ante la inquietante imagen del distinguido señor Kang luciendo como un pordiosero que había perdido la cabeza, terminó de salir, dejándose ver completo, Yeseol hizo una mueca de asco y susto al ver su cabello antes muy bien cortado, llegarle a los hombros, sus canas muy notorias, estaba tan delgado y sus ropas tan sucias, que a cualquiera le quedaría imposible reconocer al que alguna vez fue el gobernador de la isla Jeju.

Yeseol supo quién era debido a sus ojos, solían decir las personas que era el único rasgo que ellos dos compartían.

—Así que aquí estás— dijo, pudo escuchar a Jungkook en el auricular maldecir, agitado—algo me dijo que podías esconderte en mi habitación, es algo que un depravado haría.

Notó su rostro confundido, estaba a una distancia decente, no veía ningún arma con él. Solo daba miedo, parecía muy asombrado de no verla irse corriendo.

Yeseol estaba sosteniéndole la mirada sin titubeos, incluso se cruzó de brazos a la espera de una reacción o palabra de su parte. Tardó bastante en hacer algo y dar tres pasos cortos seguidos hacia ella.

Solo le miró con el ceño arrugado y ojos llenos de preocupación, la reparó entera.

—¿Me veo diferente?— preguntó, ni ella misma sabía si estaba fingiendo ser fuerte o realmente lo era al enfrentarlo de esa forma tan riesgosa— No creo que cumpla uno solo de tus requisitos, no a este punto.

Se acercó mucho más, Yeseol levantó la mano, deteniendolo.

—Ya llegaré, lo prometo.

—No estoy sola— sonrió, estaba renaciendo en ella todo el asco, todo el dolor, los golpes, su primer aborto— recuerda a mi novio, el que está loco y mata gente.

Jungkook le pedía que dejase de jugar.

Jungkook le pedía que dejase de jugar

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LOCO❝jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora