Evan
Una vez que terminó el primer día de escuela, Billy y yo, fuimos a la casa de Fred. Siempre me llamó la atención, desde que era niño, como alguien podía tener una casa tan grande y tan increíble.
Ni bien entrabas, había un living con unos sillones del tamaño de la cama de mis padres en color blanco y almohadones rojos, una mesa ratona de vidrio, un televisor gigante y miles de películas. Si seguías caminado, te encontrabas con un comedor en tonos negros y blancos y un lindo mueble con espejos. La cocina, tenía una isla que, tranquilamente, podría ser la mesa de mi comedor, horno eléctrico para cocinar tres pizzas al mismo tiempo, un refrigerador gris perfectamente ordenado, microondas y muebles nuevos.
Si, Fred era rico. Aunque, no lo aparenta ni le interesa. Jamás ha tratado a alguien diferente por eso y sus padres son iguales. Así y todo, quiere ir a la universidad y tener una carrera. Quiere ser abogado desde que se enteró lo que significaba. Cuando éramos niños, no perdía ninguna discusión con nadie y repetía "defenderé algún día, a los que no saben hacerlo". Tiene su vida planeada desde los 13 años, lo envidio.
Billy, antes de que subamos a la habitación de mi amigo, agarró crema batida en aerosol del refrigerador, y se la llevó para arriba.
Fred, era la persona más ordenada que había conocido en mi vida. Tenía todo tan organizado. Todo su cuarto, era azul claro y anaranjado. Tenía un escritorio junto a la ventana con su computadora, una cama de dos plazas, un vestidor gigante, dos mesitas de noche y un televisor con consola de videojuegos. También, y lo mejor, un gran librero.
Fred, se acostó en su cama, y Billy y yo, nos sentamos en unos puffs que tenía por el piso, como siempre.
-Oigan, ¿vieron que hay una chica nueva?- preguntó Fred.
-¿La rubia, de ojos marrón claro, 1,74, musculosa lila de mariposa, jeans azules rotos en la rodilla, botas negras, campera de cuero, nariz respingada, labios finos?- habló Billy mirando su celular y sacó su vista de este, al ver que no le contestábamos.
Lo veíamos, completamente sorprendidos, de que haya prestado tanta atención, como para recordar todo eso. Intercambié mirada con Fred también, sin aún poder creerlo.
-¿Qué?- se encogió de hombros- Percibo chicas a un radio de 60 metros, jamás la había visto antes ¿Esperan que no la registre?- siguió. Se llenó la boca de crema- Se llama Ariel y ama los musicales.
-Ya estás enamorada de ella, ¿verdad?- intuí.
-Claro que no- negó- En el escenario, todo es profesional, no me pienso involucrar con nadie que esté en ese musical- aseguró. Le creía, cuando se trata de actuar, es bastante serio- Además, me da un poco de miedo- agregó.
A decir verdad, el primer día no estuvo tan mal. No se me hicieron tan pesadas las clases como creí, y compartía varias con mis amigos. Pero, había una en específico que no podía sacarme de la cabeza.
-¿Qué opinan de la Señorita Evergreen?- pregunté.
-Ah...- respiró Billy con satisfacción y lo miré confundido- Créeme, ahora entiendo porque amas tanto literatura, Evan- siguió- Es una diosa. El amor de mi vida.
Revoleé los ojos, mientras Fred soltaba una risa.
-Si, es muy linda- concordó mi amigos- Pero... no sé, hay algo... extraño en ella.
-¿Extraño, cómo?- insistí.
-Si, es cierto- asintió Billy- Es como que es amable, pero dice cosas que no lo son.
-Solo quiere orden y respeto- contesté- Y me parece bien.
A ningún otro profesor, le había importado tanto ese tipo de cosas antes. Me sorprendió que ella no lo tolerara.
-Y además, ya quiere mandar tareas de investigación en los primeros días de clase- se quejó Billy- Me perdió ahí. Es lamentable, podría haberla hecho muy feliz.
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Cartas de amor a escritores 📖
Teen FictionEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...