Capítulo 63

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Evan

-No puedo creer que tú y Penny me spolearan el libro- se quejó Ariel frente a mí en el almuerzo, al otro día.

-No puedo creer que no lo hayas terminado- discutí.

-Me toca una fibra sencible, me costó leerlo, pero quería terminarlo- me contestó y la miré algo confundida- Me gusta la muerte cuando es trágica, no cuando es significativa- aclaró, al notar mi expresión.

-Estás siendo un poco morbosa- solté una risa.

-Estoy siendo realista- corrigió- A todo el mundo le da menos pena ver una muerte violenta, que una muerte lenta y con lágrimas- explicó- Es humano. Por algo las novelas de crímenes, son las más vendidas- justificó.

Asentí, porque admitía que quizás tenía razón. Al instante, sentí un peso terrible de una mirada, esa horrible vibra de que estás siendo observado. Así que, desvié la vista y vi a Penny a varias mesas, mirándome a mí y a Ariel, no con la mejor expresión.

Sacó la mirada de mí, cuando se dio cuenta que la había visto y siguió hablando con Faith. Suspiré, en serio odiaba tenerla tan lejos.

-¿Qué pasa entre tu y Cheryl?- escuché a Ariel con una voz juguetona y la miré completamente perdido.

-¿Perdón?

-Tu y Penny- aclaró.

-¿Por qué dijiste Cheryl?

-Es una larga historia- se rió- No me cambies el tema- siguió levantando las cejas- Veo como se hacen ojitos.

-¿Qué?- fue casi un reflejo contestar y que me arda la cara ¿Tanto se estaba notando?- No sé de que estás hablando.

-No soy estúpida, ¿sabes?- contestó- Y no hay nada que deteste más, que dos personas que se gusten y no estén juntas. Me violenta cuando leo un libro que es así, los dos protagonistas unos idiotas- habló casi enojada.

-Está siendo más complicado de lo que debería- negarlo sería muy estúpido ya.

-Por ella- aseguró.

-¿Por qué te cae tan mal?- quise saber. No era un secreto.

Suspiró.

-Estamos hablando de ti, no de mí- dijo seria- Espero se resuelva tu complicación... Sino... hora de buscar a... Betty- se encogió de hombros.

-En serio, no estoy entendiendo tus metáforas- negué con la cabeza muy confundido.

Me sonrió, e iba a decir algo, pero Fred apareció al lado de la mesa, algo cabizbajo.

-¿Podemos hablar?- me habló a mí y miré a Ariel una última vez.

-Siéntate, yo ya terminé de comer- se levantó de la mesa y agarró su mochila- Adiós, chicos- saludó con la mano y se alejó.

Fred suspiró y se sentó donde estaba ella. Se frotó la cara nervioso y me miró asustado.

-Lo lamento mucho, Evan- soltó- No tienes idea lo horrible que me estoy sintiendo y... no fue justo lo que te dije, no estaba hablando en serio tampoco...- suspiró, trabándose con las palabras- Intentaste ayudarme y te mandé a la mierda... Perdóname- terminó con los ojos húmedos.

Sonreí un poco.

-Tranquilo, está bien- le contesté sincero- Solo... No dejes que esto te coma la cabeza, Fred- seguí- Te afecta a ti y a todos... No hay ningún problema en querer estudiar psicología- aseguré.

-Ya sé, ya sé- se revolvió el pelo frustrado- Es que... es difícil tirar abajo una pared que tanto me costó construir, ¿entiendes? Sé que no está mal... pero... me cuesta- confesó.

Asentí.

-Estaré aquí si me necesitas- aseguré y sonrió.

-Yo también...- me señaló con los ojos la mesa de las chicas y saqué aire.

-Gracias.

Mi teléfono sonó sobre la mesa en un mensaje y lo desbloqueé para leerlo.

Tía Will: Ven a mi oficina.

Me sorprendió un poco, pero me alegraba, que al fin, no esté llamándome por altavoz. Le dije a Fred que lo vería después y salí de la cafetería, para ir hasta la oficina de la consejera.

Cuando llegué, simplemente, abrí la puerta y la vi a mitad de la habitación, caminando nerviosa.

Se detuvo y se acercó a mí.

-Evan...- suspiró- Tu abuelo está en el hospital- soltó.

-¡¿Qué?!- se me aceleró la respiración y una ola de preocupación y ansiedad, se apoderó de mí en un segundo- ¿Qué pasó?

-Tranquilo... Está bien- me dijo, agarrándome de los hombros- Tuvo un... pequeño problema en el corazón...

-¿Qué tan pequeño?- insistí.

-Un sincope- aclaró. Me agarraron ganas de llorar y negué con la cabeza- Está estable, está despierto y solo está aún en el hospital, porque le están haciendo análisis. Pero tu mamá me dijo que está bien y se pondrá como mejor- explicó nerviosa.

Pero, estaba así por mi reacción y lo entendía. Mi abuelo era intocable, era mi fibra sencible, definitivamente.

-Ok- asentí un poco más tranquilo, pero aún muy en shock.

-¿Quieres ir?- me preguntó.

Asentí.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora