Penny
La habitación de Gabe era como una sala de juegos con una cama. Tenía las paredes grises oscuras con tiras de luces led, que cambiaban el color como él quisiera. Una tele bastante grande con videojuegos, una consola y estéreo.
Me había dicho que le había tomado unos cinco año tener esa habitación, que era la de sus sueños y lo entendía. Era lindo que pensara así.
-¿"Doctor Sueño"?- desenvolvió el libro encima de la cama y me sonrió- ¿Me compraste un libro de Stephen King?- soltó una risa.
-Eres Stephen King, ¿no?- le guiñé un ojo- No es tan largo y me lo recomendaron mucho, así que, puedes decirme que tal después, lo leo yo y lo podemos comentar ¿Te parece?- agregué sonriendo.
Me miró sorprendió.
-Eh... Si, claro- me contestó y dejó el libro en su mesa de noche, junto a una lámpara de lava- ¿Por qué un regalo?- sonrió y se acercó más a mí sobre la cama- ¿Dónde lo compraste?
-Encontré una librería cerca de la escuela- respondí emocionada- Tienen un gatito negro hermoso, se llama Edgar- asintió y creo que no entendió la referencia- Edgar Allan Poe tiene un cuento que se llama "El gato negro"- aclaré.
-Ah... Claro. Inteligente- soltó una risa- Gracias por el libro- sonrió y le devolví el gesto.
Gabe se terminó de acercar a mí, para darme un beso en los labios. Fue corto, pero se separó unos centímetros, sonrió y volvió a besarme con un poco más de intensidad y sin cortarlo, esta vez.
Se movió, quedándose más cerca y haciendo que me acueste en la cama. Lo hice y se acomodó encima de mí, sin aplastarme, pero cerquísima.
Me siguió besando y sus manos fueron a tocarme las piernas, la piel, porque tenía una pollera, como siempre. Solté un sonido por la boca, que no sabía que existía.
Gabe se separó de mí, se mordió el labio inferior y sonrió. Mi respiración se entrecortaba y, fue peor, cuando él se incorporó un poco y sacó su camisa, dejándome ver su torso, que nunca había visto.
Tragué con dificultad, viendo que era tan atractivo. Volvió a mis labios y toqué su piel, porque era imposible no hacerlo.
Pasó los besos al cuello y apreté los ojos porque sentía muchísimo. Escuchaba a mi corazón bombear sangre al resto del cuerpo rapidísimo y sentía una euforia terrible.
Sus manos fueron debajo de mi top y tocaron la piel de mi cintura. Agarró la prenda y la subió.
Me empecé a desesperar y me agarraron ganas hasta de llorar. No quería hacer esto, no con él. Porque él no era Poe. Y me sentí mal por eso.
Entendí, que quizás, Gabe no me gustaba de la forma en la que creí. Puede generarme lindas sensaciones físicas, pero me falta algo. Y odio que así sean las cosas.
-¡Gabe, espera!- solté, con un calor insoportable dentro del cuerpo.
Se separó de mí, paró todo lo que hacía y suspiró.
-¿Qué pasa, Penny?- lo sentía algo molesto.
-No quiero hacer esto- dije simplemente y salí de la cama sacándomelo de encima.
-¿Por qué?- sentía que me estaba reclamando.
-No estoy lista- era cierto y me sentí dolida de que me lo preguntara así.
-Estamos saliendo hace cinco meses...
-¿Y?- interrumpí, como si esa fuera una excusa.
-¿No estás lista o no quieres?- preguntó- Dijiste las dos. Si no estás lista, está bien... puedo esperar un poco más. Pero, si no quieres, necesito saber porque- argumentó.
-No necesito darte explicaciones- le contesté con lágrimas en los ojos.
Me miró confundido y me sentí peor, porque no era su culpa.
-¿Qué te está pasando últimamente?- cuestionó, ahora un poco preocupado- Estás como en otra página. Si te beso, te separas. Te abrazo y te incomodas- tenía razón y no contesté- ¿Penny?
-Necesito estar sola, ¿ok? Lo siento- salí de su habitación y se me cayeron lágrimas.
Y sentía mi corazón cada vez más fuerte... y más fuerte. Latiendo mi horrible corazón. Estúpido corazón delator.
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Cartas de amor a escritores 📖
Novela JuvenilEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...