Capítulo 87

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Penny

A este punto, intentaba con todas mis fuerzas no llorar, porque no quería que se me corriera el maquillaje. Pero, ¿qué sentido tenía eso, si no iba a ser posible que salga al escenario?

La cortina se abrió y Billy se sobresaltó, al verme ahí. Colgó el vestuario que tenía en la mano dentro del vestidor y me miró preocupado.

-Hey... Penny, ¿qué pasa?- se agachó, poniéndose en cuclillas para estar a mi altura en el piso.

-No... No puedo hacer estoy- murmuré sin mirarlo- No puedo, lo voy a estropear.

-Bienvenida al teatro- contestó tranquilo, casi soltando una risa y lo miré bastante molesta ¿Qué estaba diciendo?- Estás nervio...

-¡No estoy nerviosa!- exclamé interrumpéendolo- Solo... es demasiado.

Se quedó callado varios segundos, solo mirándome. Probablemente, no tendría que haberle gritado así, pero me sentía mal.

-Sé que tener un protagónico es mucha presion- soltó tranquilo- Yo hasta estando de ensamble me pongo como loco, y ahora, que tengo un papel más principal, siento que me voy a morir- siguió- No te está pasando solo a ti, pero... entiendo que sea muchísimo. Más, si es la primera vez que lo haces.

-Pareces muy relajado- dije simplemente.

Suspiró.

-Años de práctica, supongo. Y tu y yo, somos muy diferentes- respondió- Sí hay una tragedia, me río, tu lloras, y está perfecto- aclaró y solté una pequeña risa- Pero, esto no va a parar. El día que no te sientas así antes de subirte al escenario, es porque dejó de importarte- aseguró.

Respiré hondo, desarmando mi bollito y, simplemente, me crucé de piernas, aún en el piso. Me sentía un poco más calmada de saber que no era la única y que no estaba mal.

-Amas este musical, te lo vi en los ojos el primer día. No le subas el volumen a una vocecita, que te dice que no deberías hacerlo- dijo sincero y sonreí, porque tenía razón.

-Gracias, Billy.

Me devolvió el gesto, se incorporó y me extendió la mano. Se la agarré y me levanté finalmente, con un poquitito más de confianza. La ansiedad, había sacado lo peor de mí, pero esos pensamientos, ya estaban completamente afuera.

Pasara lo que pasara, lo iba a disfrutar.

-¿Mejor, entonces?- asentí- Porque si esta charla no funcionaba, iba a a llamar a Evan para que... te desestrese un poco- me guiñó un ojo y mi estómago dió un vuelco.

Mi cerebro, se encargó de darme la imagen de ese momento: Evan besando mi cuello sobre su cama por largo rato, yo moviendo mis caderas contra él, tocándole el pecho. Sonidos involuntarios que salían de la boca de los dos.

Pero gracias a Dios, ninguna prenda en el piso... por ahora.

-¿Eh?- solté avergonzada, porque lo entendí. Empezó a reírse, por mi actitud- ¿Te... te lo dijo?- pregunté y ni siquiera sé porque, porque no quería saber la respuesta.

-Si- contestó- En su defensa, soy muy insistente con el tema. No le dejé opción- se encogió de hombros- Hey... mira, te despreocupaste por la obra- agregó aún sonriendo y solté una risa entre la vergüenza.

-¡Chicos!- escuchamos a la Señorita Evergreen desde el escenario y fui junto al chico. Una vez que estábamos todos, siguió hablando- Es hoy... es ahora. Son maravillosos, todos ustedes- sonrió- Hagamos un cosa... descarguen todo lo que tienen...

Mi profesora, explicó un ejercicio llamado "12345", básicamente teníamos que sacudir la pierna derecha cinco veces, después la izquierda, después la mano derecha y después la izquierda. Hacer lo mismo cuatro veces, tres veces, dos veces y una vez, mientras contábamos. Al final, simplemente... gritar.

Y Dios mío, que linda descarga fue.

-Les deseamos una hermosa función- siguió la Señorita Arnold- Vayan a bambalinas, ya damos sala y empezamos.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora