Evan
Subí para poner mi celular a cargar, y vi a Penny parada en la puerta de mi cuarto, mirando hacia adentro.
-¿Todo bien?- le pregunté confundido.
Ella sacudió la cabeza y se dio vuelta, abriendo la boca.
-Ay, por Dios... Perdóname... No- empezó a hablar con torpeza- Es tu habitación, ¿no?- asentí- Lo siento, no era... no era mi intención entrar sin permiso, ni nada...
-Tranquila- solté una risa y me acerqué más para entrar al cuarto y enchufar el teléfono en la mesa de noche.
-Tienes... libros- soltó ella, otra vez mirando hacia adentro con mucha atención- Muchos libros- me miró a mí.
-Si... y no es solo esto- dije algo avergonzado, pero ya había visto bastante. Me miró algo confundida y señalé los estantes de la pared donde estaba la puerta. Penny entró completamente y se dio vuelta- Y...- fui hasta una cajonera de tres cajones, donde debería haber ropa. Pero los abrí, mostrando más libros- Ah, y...- fui hasta la cama y me agaché para abrir también el cajón de ahí- Creo que eso es todo- volví a cerrarlo y me incorporé.
-Wow...- estaba muy sorprendida, pero también bastante fascinada- Te gusta leer, ¿eh?- asentí sonriendo- Me encantaría tener algo así en mi cuarto.
-¿También lees?- pregunté.
-Un poco- contestó.
-¿Algún libro especial?- me interesé.
Sonrió.
-"El Mago de Oz"- respondió.
-Dijo Elphaba...- levanté una ceja.
-Si, supongo- soltó una risa- La historia es preciosa y tan increíble para la época- siguió- Fue el primer libro que leí, creo- sonreí.
-También me gusta mucho, lo leía de niño, más que nada- le dije- El musical me parecía interesante, me encanta poder tener la oportunidad de verlo ahora.
-De hecho...- se mordió el labio inferior antes de continuar- Siempre he querido la primera edición, no la encuentro por ningún lado, he buscado y buscado y... solo están las más nuevas- explicó.
Pensé un segundo, asintiendo y miré el estante justo arriba de mi mesita de noche y busqué con la vista. Encontré lo que buscada en el segundo estante, lo miré y se lo extendí.
-¿Qué es esto?- me preguntó mientras lo agarraba.
-La primer edición de "El Mago de Oz"- contesté.
Miró bien el libro y volvió a mí. Podía jurar que estaba entre emocionada y sorprendida.
-¿Qué? ¿La tienes? ¿Cómo?- se sentó en mi cama, completamente hipnotizada por lo que tenía en la mano- Es hermoso- tocó la tapa.
-Me lo dio mi abuelo- aclaré- Toda su casa es como esta habitación, tiene todo.
-Wow...
-Quédatelo.
-¿Qué?- exclamó volviendo a mí- No, no, no. No podría- intentó devolvérmelo.
-De verdad- negué con la cabeza- Tengo tres ediciones más y no significa tanto para mí tenerla.
No estaba convencida para nada, volvió a mirar el libro y sonrió.
-¿En serio? ¿Seguro?- dudó.
-En serio- insistí.
-Por Dios... Gracias, Evan- me dijo aún sonriendo y le devolví el gesto- Hey... Debiste amar la tarea de la Señorita Evergreen- agregó.
-Si... Bastante- solté una risa- ¿A ti?- asintió- ¿Que escritor te tocó?
-Agatha Christie ¿A ti?
La miré. Simplemente, la miré y no me moví. Porque si me movía, me iba a desmayar.
El corazón me empezó a latir como jamás creí que latiría o se detuvo. No lo sé. Respiré de una manera rápida o dejé de respirar. No lo sé.
La miré al borde de llorar, porque era ella.
Penny era Agatha.
Jamás sospeché de ella ¿Por qué sospecharía de ella? Hasta donde tenía entendido, no leía. No hablaba lo suficientemente con ella como para saber que pensaba o que le gustaba.
Pero no, siempre fue ella y la vi... vi a Agatha.
Y deseé y recé con todas mis fuerzas, que no se me notara en la cara lo que me estaba pasando adentro. Sentía una vergüenza terrible, un agujero en el estómago, la cara caliente.
-¿Evan?- la escuché otra vez, volviendo a una realidad, en la cual, no quería estar.
Quería volver el tiempo atrás y nunca haberle hecho esa pregunta.
Pero respiré y se lo tuve que decir. Porque si yo lo sé, ella también lo tiene que saber.
-Edgar Allan Poe.
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Cartas de amor a escritores 📖
Teen FictionEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...