Capítulo 114

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Evan

Suspiré, mirándome al espejo con unos jeans, quizás más lindos de los que llevo siempre, una camisa y las Converse negras. Y me miré esos zapatos, porque los tengo desde los 13 años ¿Cuando crecí tanto en ellos?

¿En qué momento me volví más grande? ¿Cuándo se me ensancharon los hombros? ¿Cuándo empecé a mirar a las chicas de otra manera? ¿Cuándo me hice más alto? ¿Cuándo pasó todo tan rápido?

Estoy a un paso de empezar una vida adulta, no me quedan muchos meses teniendo 17, y el número que le sigue, me está dando pesadillas.

-¿Listo?- escuché a mi tía desde la puerta de mí habitacion y la miré.

-¿Qué haces aquí?- pregunté confundido- ¿No deberías ya estar en la escuela?

Negó con la cabeza.

-Decidí ser tía el día de hoy- sonreí- Sam se está encargando de todo- asentí, volviendo al espejo, porque necesitaba respuestas y quizás, mirándome un rato, lleguen solas- ¿Otra vez pensando en tu futuro?- soltó, acercándose a mí.

-En mi pasado, más que nada- aclaré y me miró sin entender.

-¿Me dejas un segundo, Willow?- mi papá, apareció en mi cuarto también. Mi tía, me acarició el hombro antes de irse y dejarme con él. Nos miramos en silencio unos segundos, antes de que él volviera a hablar- ¿Cómo estás?

Pregunta simple, respuesta compleja. La verdad, nuestra relación había mejorado muchísimo después de esa discusión, hacía ya varios meses atrás. Le contaba más cosas, no estábamos intentando leernos la mente todo el tiempo. Todo estaba más en calma.

-Extrañando algo, que aún no termino- contesté de la manera más corta y más acertada posible.

Soltó una risa.

-Entiendo como te sientes- aseguró- Lo creas o no.

-Te creo.

-Momentos en donde la vida se siente diferente: cuando te gradúas- siguió.

-Definitivamente.

-¡Aww, que lindo que estás! Quiero sacar fotos, ¿bajan?- apareció mi mamá con una sonrisa y se acercó a mí, para darme un beso en la mejilla- Cariño, estamos muy orgullosos de ti- siguió y mi papá me guiñó un ojo.

Suspiré, ni siquiera sé con que sentimiento. Solo, quería estar bien con todo esto y no sentirme tan desganado o triste.

Con todo este tema, tenía diferencias. A veces, me encantaba estar en la escuela y disfrutar esos últimos momentos, sabiendo que vendrían mejores, que iba a estudiar lo que me gustaba, y que esto quedaría en recuerdos y punto. Pero también, tenía esos días, en los que realmente sentía un vacío en el pecho, pensando en todo lo que iba a perder, y en si estaba tomando las decisiones correctas.

-Estoy tratando de... no llorar, la verdad- confesé y ambos me miraron con cariño.

-Es importante que simplemente, vivas en el momento- me contestó mi mamá muy sincera- Sé que eres de pensar mucho hacia adelante y eso está bien, pero también, es importante no perderte lo que está pasando ahora- siguió- Son etapas y todas son muy importantes, por más cortas o largas que sean.

Sonreí.

Tenía la teoría, hacía varios años, que mi mamá, siempre tenía razón. Jamás cuestioné algo de lo que me decía, porque no era necesario. Eran como verdades absolutas, era muy sabia en todos estos temas.

-Baja cuando quieras, ¿si?- me dijo mi papá y asentí, antes de que los dos se fueran y me dejaran solo otra vez.

Volví a mirarme al espejo y le hablé a mi reflejo.

-Los años dorados, ¿no?

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora