Evan
Engrapé mas hojas, las dejé a un lado y volví a hacer lo mismo con otro tomo. Esto, definitivamente, está en el puesto número uno de las cosas más aburridas del mundo.
Como ya me había dicho mi papá, quiso que vaya a su oficina, para considerar estudiar algo parecido y tener una pasantía en las vacaciones.
Estaba en su oficina, mientras él estaba en la computadora y yo ayudaba, era básicamente peor que un secretario. Solo me hacía ir a buscar hojas a la impresora, llevar otras a otro lado del edificio, organizar algunas carpetas.
Otra cosa, era que su oficina me mareaba un poco. Estaba explotada de papeles y carpetas, una tabla de corcho lleno de post-its inentendibles, el teléfono sonaba a cada rato. Era insoportable.
Y lo peor de todo, es que era sábado a las 11 y algo de la mañana y ya he estado aquí dos horas, lo cual, se sienten como doce, si soy sincero.
-Terminé- agarré los tocos de hojas que había engrapado y me acerqué al escritorio.
-Déjalos aquí, gracias- me señaló un espacio en su mesa, sin sacar la vista de la computadora y los dejé ahí.
Volví a mi silla, suspiré y volví a "Pigmalión", ya lo estaba terminando y admito, haber soltado varias risas. Tengo una muy buena carta llena de reseñas planeada para Agatha.
-Hey, hijo...- llamó mi atención otra vez y levanté la vista- Sé que lo que estás haciendo, no es lo más emocionante, pero te prometo que si haces la pasantía, harás más que...
-No quiero hacer la pasantía- lo interrumpí. Se me hizo un nudo en la garganta y empecé a escuchar mi corazón en los oídos.
Mi papá me miró sorprendido.
-¿Por qué no?
-Porque...- suspiré para calmarme un poco- Porque no quiero, no me gusta- confesé, como si de todas formas él no lo supiera ya.
-Evan...
-No sé que es lo que haces- seguí- No tengo idea cual es tu trabajo. Lo único que sé, es que vienes aquí y que estudiaste contabilidad, nada más. No sé que estás haciendo- expliqué.
Estaba cada vez más impactado. Pero, dije una cosa, no pude parar.
-¿Cómo que no sabes que es lo que hago?- contestó- Cotizo los balances de accionistas en empresas privadas. Soy una especie de controlador de sus expensas y presupuestos.
-Ni siquiera lo entiendo- le respondí- Y no lo quiero entender, porque no me interesa la economía. Quiero estar lo más lejos de los números posible- aclaré- No sé que quiero hacer después de la escuela, pero sé que esto no.
-Leyendo todo el día, nunca lo vas a averiguar y se te acaba el tiempo- me contestó molesto.
Miré hacia mi libro, al borde de llorar. Porque si insultaba la única cosa que me daba certeza y paz, no me quedaba ningún lugar firme donde pararme.
-¿Por qué odias que lea?- pregunté.
-No odio que leas, odio que...
-Que sea como el abuelo- completé mirándolo.
Nunca han tenido la mejor de las relaciones, eso lo sabía. Son muy diferentes, igual que yo con él, supongo.
Mi papá suspiró y se restregó los ojos con las manos.
-No tienes idea quien es tu abuelo, Evan- aseguró.
-Voy más seguido a su casa que tú, así que...
-Esto es ese libro... Ese libro de mierda que siempre tienes encima- habló más fuerte y me señaló con el dedo. Sabía perfectamente de que estaba hablando- Esa historia habla de que las normas tienen que romperse y que los padres somos unos hijos de puta- tragué con dificultad y me dolía el pecho- Por esto odio toda...
-¡Hola!- mi mamá apareció abriendo la puerta de la oficina- Pensé en traerles el almuerzo a mis chicos favoritos- mostró una bolsa de papel sonriendo- ¿Qué pasó?- preguntó, notando el ambiente de tensión entre los dos.
-Papá odia mis decisiones y... todo lo que hago, al parecer- me levanté de la silla.
-¿Qué?- habló de nuevo ella, acercándose a mí- No, cariño, claro que no- me abrazó por el hombro- ¿Qué le dijiste?- le preguntó a mi papá.
-¿Yo qué le dije?- discutió- Empezó a denigrarme, cuando lo único que hago es ayudarlo.
-¿Yo denigro?- solté simplemente.
Asentí y caminé para salir de la oficina.
-No, cariño...
-Mamá, quiero estar solo- la detuve y salí finalmente.
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Cartas de amor a escritores 📖
Fiksi RemajaEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...