Evan
Penny volvió a entrar a la escuela, corriendo por los pasillos, sin soltarme de la mano. Siempre me ponía un poco nervioso cuando hacía eso, me agarraba con un destino en mente que yo no sabía.
Obviamente, me encantaba, porque lo he dicho antes y lo repito: es una sorpresa, ella siempre fue una sorpresa desde la primera carta y sigue siéndolo.
Me di cuenta, en poco tiempo, que íbamos para la biblioteca. Era increíble el silencio que había, jamás había escuchado la escuela así, sin nada.
Cuando llegamos, abrió la puerta y siguió caminando con rapidez hasta la última estantería. Sonreí y me apoyé en el estante, pero ella rápidamente, se terminó de acercar a mí, para darme un beso corto, pero muy tierno como siempre y separarse unos centímetros.
-¿Qué?- solté, llevando mis manos a su cintura. Me miraba pícara, como si tuviera un plan, algo de lo que estaba orgullosa.
Soltó una risa, se puso en puntas de pie y estiró la mano. Fruncí en seño confundido, hasta que vi que sacó "La sociedad de los poetas muertos" y me lo extendió.
Suspiré con tristeza, agarrándolo y mirándolo por última vez. Definitivamente, eso era lo que más iba a extrañar de la escuela. Tener este libro a mano cuando lo necesitara.
-Tu me diste mi libro, así que... yo te doy el tuyo- habló ella y levanté la vista sin entender nada. Sonreía aún más, con cariño.
-Espera... ¿Estás...? ¿Me lo puedo llevar?- pregunté perdido, pero era lo que había interpretado.
-Si- asintió- Cuando me dijiste como te dolería que lo perdieras, no pude no esforzarme en conseguírtelo- empezó- Después de todo, simplemente, pensé en hablar con Elaine y explicarle. Me dijo que literalmente, tu eres el único que ha sacado el libro en años, además de mi una vez- soltó una risa- Así que... me aseguró que no había problema que te lo llevarás- aclaró.
Miré el libro, al borde de llorar de la felicidad ¡Me lo podía quedar! La cosa más preciada de mi adolescencia, podía ser oficialmente mía y... todo por Penny. Jamás se me hubiera cruzado por la cabeza pedirlo, solo por mera vergüenza. Pero a ella, no le importó, porque quería ayudarme a tenerlo.
-Así que... Si, no podía sopor...
-Te amo- la miré a los ojos, el corazón me latía cada vez más rápido y lo escuchaba más también.
Ni siquiera esa información pasó por el cerebro, antes de que se lo dijera. Porque no hacía falta pensarlo. Nunca lo había pensado, no estaba en mi mente querer decírselo, no me preparé. Salió.
Y es cierto, tan cierto. Cada carta, cada conversación, cada libro, cada película, cada momento, cada beso. La amaba y punto.
Una vez que me di cuenta de la situación, quise aclararle, que no me lo tenía que decir de vuelta. Porque si ni yo realmente lo tenía asumido hasta que lo dije, ella probablemente tampoco.
-También te amo- contestó segundos después, mordiéndose el labio y le ví felicidad en la cara.
Ambos reímos un poco y nos envolvimos en un abrazo con fuerza. Suspiré en su cuello. El primer "te amo" de los dos, el primer "te amo" entre nosotros.
-Gracias por el libro... Agatha.
-De nada... Poe.
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Cartas de amor a escritores 📖
Novela JuvenilEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...