Capítulo 15

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Evan

Giré la llave y abrí la puerta, hizo ruido, mucho ruido. Cerré tras de mí y me tropecé con una nueva pila de libros, que se había, aparentemente, formado a un costado. Se cayeron todos al piso y maldecí para mis adentros.

-¿Quién está ahí? ¡Estoy armado!- gritó desde algún lado de la casa y solté una risa.

-¿Ah sí? ¿Con qué?- respondí, volviendo a hacer la pila de libros.

Mi abuelo, apareció al final del pasillo que daba a la cocina, con una gigantesco libro levantando.

-Ah... Eres tu- bajó el libro y vino caminando hasta mí.

-¿Ibas a atacar a quien sea, con eso?- pregunté divertido, ya con la pila hecha.

-Esto pesa más que tu, Evan- aseguró y lo dejó arriba de una mesa de madera, ya llena de otros gigantescos libros. Asentí, creyéndole, se notaba.

Mi abuelo, de parte de mi papá, tenía una casa bastante pequeña o, más bien, ¿una biblioteca enorme? Cada centímetro de la casa, tenía un libro. El paraíso.

Al entrar, estaba el living. Sillones, típica elección de abuelas, una mesa ratona con tres pilas de libros. Donde debería haber un televisor, había libros. Sobre la chimenea, un vitral donde debería haber copas y vajilla, había libros.

Había una escalera, que llevaba al piso de arriba, donde había un pasillo con un barandal y tres habitaciones.

Una, la de él y, la de entonces, mi abuela, que murió antes de que yo naciera, pero he visto mil fotos, muy parecida a papá. Ese cuarto, era casi tan parecido al mío: lleno de libros, cada rincón.

La otra habitación, la de mi papá, que lo único que quedaba de él era la cama, lo demás, se había convertido en estantes con libros.

Y la última, era el estudio donde trabajaba mi abuelo en su momento, que obviamente, se había convertido en la biblioteca oficial de la casa.

-Lamento haber tirado...

-No te preocupes- me interrumpió con un movimiento de mano- Ya no sé donde ponerlos y terminan en el piso- siguió- Ven, ven, ¿quieres té?- fue por el mismo pasillo por el que vino antes, y lo seguí para llegar a la cocina.

En ella, había una barra con pequeños estantes con libros minúsculos, una mesa sorpresivamente aún sin nada, con cuatro sillas. Un mueble, con mitad cosas para la cocina y libros, obviamente.

Como si no se hubiera entendido, mi abuelo amaba leer, tanto, o más que yo. No entiendo como a mi papá nunca le interesó tanto este maravilloso mundo. Se salteó una generación o algo así.

-¿Qué te trae por aquí?- preguntó, sacando tazas de la alacena, mientras yo, me sentaba en la mesa- ¿Quieres llevarte algo, vienes a hablar?

-Vengo a investigar- dije. Se dio vuelta confundido, ya con las dos tazas llenas y vino hasta mí, dejándolas en la mesa- ¿Recuerdas esa tarea que te comenté?- pregunté.

-Ah... La de los escritores, si, si- respondió sonriendo y se sentó frente a mí- Me encantó, una profesora muy carismática para su trabajo- agregó- Agatha Christie te escribió, ¿no?

-Si- asentí sonriendo- La traje, si la quieres leer- seguí- Pero, necesito algo más de Edgar Allan Poe- aclaré- Leí el libros de poemas que me diste, pero... me falta...

-Su personalidad- completó por mí y asentí- Bueno, en la universidad, cuando yo estudiaba, había una clase que básicamente le dedicábamos a analizar la historia detrás de la historia- explicó- Y, cuando haces eso, terminas decodificando al escritor.

-Wow...- era un sueño, la verdad- Edgar Allan Poe, escribió suspenso. Pero escribió mucho sobre el amor- dije. Eso fue lo que interpreté.

-¿A qué te refieres?- me preguntó, desafiando mi conocimiento. Me gustaba que hiciera eso- Edgar Allan Poe no tuvo amantes, ni novias. A menos, no algo registrado.

-Tuvo esposa- aclaré.

-Si, su prima- respondió- Modas de la época, eso no importa- agregó- El punto es: si no está hablando de un amor romántico, ¿de qué está hablando?

Pensé en lo que había leído y creí tener la respuesta.

-Su madre. Murió cuando era niño- aseguré y mi abuelo asintió con una sonrisa- En "El Cuervo" habla de Leonore, una esposa muerta, está hablando de su madre en realidad, ¿no?- me emocioné por quizás, estar entendiendo algo.

-Precisamente- respondió él- Edgar Allan Poe, era muy sencible en su escritura, pero si alguien lo desafiaba era tu peor pesadilla.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora