Capítulo 64

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Penny

No había pensado. Si me hubiera detenido a pensar un segundo, no hubiera actuado como actué. Pero últimamente, estoy haciendo miles de cosas que no pienso y me están salido bien, así que, le estoy encontrando un poco el gusto.

Subí por el ascensor, con el corazón rebotando en mi pecho como loco y con una ansiedad horrible. Las puertas se abrieron segundos después y me invadió un terrible olor a lavandina.

143... 143... 143.

Busqué la habitación por los pasillos, hasta que ví a Evan sentado en uno de los sillones, con los codos en las rodillas y las manos entrelazadas sobre la boca, mirando a la pared, completamente en shock.

Tragué en seco.

-Hola- solté.

No me volteó a mirar al instante, pero me escuchó y me vio ahí parada. Se sorprendió, le aumenté el shock, soy una estúpida.

-Penny...- murmuró.

-Te estaba buscando y... hablé con Billy y Fred y... me dijeron lo que había pasado- se levantó del sillón, acercándose a mí, aún muy confundido- Solo... perdón, no debería estar aquí... Digo, no me corresponde, ni nada... Debería irme... Yo solo, quería asegurarme de que tú estuvieras bien...

Dejé de hablar, porque me abrazó por la cintura y se sintió increíble. Se lo devolví por el cuello, me abrazó más fuerte y yo también. Sentí que se derritió en mis brazos y fue hermoso.

-Gracias por venir- soltó en voz baja, sin moverse.

Cerré los ojos y le acaricié un poco el pelo. No me imaginaba lo que le estaba pasando, pero quería hacerlo sentir un poco mejor, si podía.

-¿Quieres que me quede?- rompí el silencio.

Suspiró y se separó un poco, solo para hablarme cara a cara, pero no sacó las manos de mi cintura.

-No te voy a echar- negó con la cabeza- Digo... si quiero que te quedes, pero... no si tienes que hacer algo o no...

-Está bien- interrumpí asintiendo- Me quedo- aseguré. Me dió una leve sonrisa y mi cabeza desvió la atención a la posición en la que estábamos, la misma que en la biblioteca. Mierda, esos labios...- ¿Cómo está?- pregunté, ignorando mis pensamientos, no era momento.

-Ya no lo sé...- se separó completamente de mí y se volvió a sentarse en el sillón- Está estable... Pero, me pone muy nervioso que siga aquí- siguió- ¿Por qué sigue aquí?

-¿Tus padres?- me senté a su lado.

-Con el médico- contestó- Mi abuelo tiene un... aparato que detecta paros cardíacos en el pecho y... ninguno lo sabía- soltó casi decepcionado- Jamás nos dijo nada ¿Por qué a mí no me dijo nada?- se refregó los ojos- Soy... soy como su mejor amigo, ¿por qué no dijo que tenía problemas?

Se me estaban por caer las lágrimas, pero le agarré la mano y entrelacé mis dedos con los suyos.

-Quizás, no quería que se preocuparan- fue la cosa más ridícula y menos confortante del mundo, pero odio quedarme callada.

-Da igual- dijo cansado- Lo supiéramos o no, no iba a cambiar lo que le pasó hoy- pensó- Se estaba controlando y todo, así que... no se estaba dejando estar.

Le acaricié la mano y mordí mi labio inferior.

-¿Quieres que te traiga algo? ¿Tienes hambre?- ofrecí y negó con la cabeza- ¿Un libro?- fue casi un broma y conseguí que se riera un poco, asi que, sonreí.

-No, gracias- respondió- ¿Por qué me buscabas?- soltó y me paralicé- Cuando viniste, dijiste que me buscabas.

-Ah... Eh...

-¿Penny?- la madre de Evan apareció junto a su esposo y me miraron muy confundidos- ¿Qué haces aquí?

-Vine... por... Me enteré y quise saber como estaban- respondí.

Ambos asintieron, porque no era de importancia en ese momento, una explicación de porque yo estaba ahí sentada, agarrándole la mano a su hijo.

-¿Qué les dijeron?- preguntó Evan.

-Que son cosas que pasan- contestó su papá- Quizás fue esfuerzo de más, algo que no funcionó bien en el momento equivocado, pero... está controlado- siguió y sentí a Evan suspirar un poco del alivio- Podemos entrar a verlo, ¿quieres, hijo?- agregó.

Me miró a mí y asentí sonriendo. Me apretó la mano un segundo, antes de soltarme, levantarse del sillón y abrir la puerta de la habitación.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora