Capítulo 56

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Evan

Eventualmente, tenía que salir de mi cama y volver a la escuela, por más que odiaba esa opción. Así que, ya el martes, estaba de vuelta.

En ese momento, me di cuenta, que en realidad, no compartía otra clase con Penny que no fuera literatura, así que, estuve un poco más tranquilo.

Pero, el lunes, tuve que volver a esa clase y, ni bien entré, crucé una directa mirada con ella. Casi me desmayo, no estaba listo para enfrentar esa terrible vergüenza. Así que, simplemente seguí caminando hasta mi asiento.

No la miré más, pero ella si lo hizo. Sentí esos ojos y lo detesté, porque todos los sentimientos, se me estaban apilando al mismo tiempo.

Quería evitarla lo más posible hasta la graduación y todo quedaría en una ridícula tarea. Pero... no la evité del todo, todos los días, iba a la biblioteca de la escuela, a ver si había dejado alguna carta, porque la extrañaba muchísimo.

Pero también, porque... quizás había una explicación. Que no quisiera lo mismo que yo me había destrozado y la poca esperanza que había acumulado por hablar con ella, se había ido.

Las chicas no me miran a mí. Ni siquiera había besado a alguien antes que a ella y fue una experiencia horrible. Porque sentí todo y ella no sintió nada.

-Supongo que es estúpido ver si escribimos algo, cuando ni siquiera nosotros mismos lo hacemos- escuché su voz cuando estaba por agarrar "La sociedad de los poetas muertos" del estante.

Me empezó a faltar el aire, me di vuelta y la vi a algunos metros de mí, con una pollera tapleada beige, medias y botas hasta la rodilla y un suéter azulado. Era increíble como le empecé a prestarle más atención a esas cosas, a todas sus cosas.

-Hola...- logré decir apenas.

-Hola- me sonrió.

No, no, no me sonrías que me muero.

Se acercó más y se puso casi contra la pared, pero sin apoyarse. Abrió la boca para decir algo, pero yo hablé primero.

-Quería... Quería disculparme... Por... Lo que hice... En mi casa...- solté, siendo más nervios que persona. Me sentía horrible, pero no podía no explicarle un poco- No estuvo bien y... No soy espontáneo con esas cosas...- me miraba bastante confundida- Ni con nada, así que...

-¿Hablas del beso?- preguntó interrumpiéndome.

Suspiré y asentí, sin poder mirarla.

-En serio lo lamento...

-No... No- negó con la cabeza- No tienes que disculparte por esto- aseguró- Yo soy la que se debe disculpar. En serio quise hablar contigo el lunes pasado, pero no estabas aquí y lo entiendo, porque fui una idiota- empezó- Haber reaccionado como reaccioné ese día, no estuvo bien. Te hice creer cosas, que no son así para nada, Evan- habló seria- Estaba muy en shock, demasiado.

-También yo- aclaré- No... pensé que fueras tu.

-Yo tampoco creí que fueras tu- sonrió otra vez- Y de verdad, no estoy decepcionada, ni... arrepentida- se acercó un poco más a mí y el corazón me empezó a latir como loco por sus palabras.

Siempre las palabras, me encantaba sus palabras.

-Es bueno saberlo- no tenía idea que responderle, porque de todas formas, yo no le gustaba. Pero al menos, sé que disfrutó hablar conmigo también.

Hubo un poco de silencio, muy incómodo para mí. Pero, Penny lo rompió después de jugar con sus dedos unos segundos.

-Eh... Quería disculparme por otra cosa también...- miró a la alfombra.

-¿Qué?- cuestioné confundido.

-No devolverte el beso- me miró a los ojos nerviosa, pero muy segura.

Mi cuerpo colapsó. Porque... estaba diciendo cosas, cosas que no esperaba que dijera. La respiración se me aceleró demasiado con solo pensarlo.

-¿Querías...?- ni siquiera terminé la pregunta.

Asintió y se acercó un poco más, no le faltaba demasiado. Sentí su respiración chocar con la mía y, casi sin darme cuenta, puso ambas manos detrás de mi cuello y cortó la distancia entre nosotros, juntando sus labios con los míos.

Solo me dio un beso corto y se separó milímetros. Pero sin pensarlo, yo le di otro igual y ella hizo lo mismo otra vez, y yo de nuevo.

Hasta que ya no nos separábamos, mis labios acariciaban los de ella sin parar. Mi corazón latía a mil por hora, en mi cuerpo sentía una electricidad hermosa. Y todo por ella.

Le agarré la cintura despacio, casi como pidiéndole permiso, porque no quería que se separara de mí. Como respuesta, se acercó más a mí, así que, la agarré más fuerte, casi abrazándola.

Jamás me sentí tan bien en toda mi vida. Porque estaba besando a Agatha en una maldita biblioteca.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora