Evan
Abrí la puerta de la casa y como todas las veces, hizo ruido. La cerré una vez que entre y vi a mí abuelo en la mesa de la cocina, con una taza de té y leyendo.
Fui hasta él y me apoyé en el marco, sonriendo. Hacía una semana que no lo veía la verdad, desde la graduación. Entre una cosa y otra, se me pasó el tiempo y no vine.
Levantó la cabeza para verme y me devolvió el gesto al instante.
-Oh... Evan, ven, ven- habló contento y se levantó- ¿Té?- me ofreció.
-Claro- contesté y me senté en la mesa, en la silla frente a la suya. Agarré el libro y puse el señalador en la página, para cerrarlo y ver el título "Cartas a un joven poeta" de Rainer Maria Rilke. Solté una risa, mientras mi abuelo, ponía una taza sobre la mesa- Gracias- le dije- Nunca había oído de este- volví a deslizar el libro para su lado, tomando un sorbo.
-Yo tampoco- me respondió, volviendo a sentarse- Lo cual es raro, porque lo encontré en una caja que estaba aquí- aclaró- Pero ya me conoces, ya no sé ni lo que tengo- me reí, porque a mí me estaba pasando algo parecido- Es más, te la puedes llevar, seguro le darás más uso que yo- sonreí en respuesta- Hey... ¿Cómo te fue en esa fiesta a la que ibas a ir?- preguntó, cambiando de tema.
-Bien, divertida- contesté tomando más- Canté en el karaoke- agregué y se atragantó con el té de la taza, riéndose.
-Ay, nene, ¿cuánto bebiste?
-No mucho- revoleé los ojos- Solo, dejó de importarme, ¿sabes? Quise vivir el momento- aclaré.
-Vives mucho el momento últimamente, ¿no?- sonrió, mirándome como me miraba siempre que quería desafiarme de esa forma tan particular que él tenía. Era un "cuéntame todo, porque sé que hay más".
-Algún día, tenía que dejar de ver la vida como miles de cosas que no encajaban, como algo complicado, ¿verdad?- dije simplemente.
Se quedó en silencio por un momento, asintiendo, pero sin dejar de sonreír.
-Que bien te está haciendo esta chica- soltó y el corazón, ya empezó a reaccionar ante el comentario.
-No es solo Penny- aseguré.
-Ya sé, ya sé- habló rápido- Pero Agatha, empezó a cambiarte la cabeza, no me digas que no- me mordí el labio inferior, cuando se refirió a ella de esa manera- Cuando me pediste "Pigmalión", supe que estabas enamorado de alguien.
-Exagerado- comenté casi como una burla, agarrando las tazas, para llevarlas al lavabo.
-Ah, esto me recuerda, ¿a dónde fuiste con ella el día de la graduación? Se metieron dentro de la escuela otra vez- se me resbalaron las tazas, haciendo un poco de ruido con el metal. No se rompieron, ni nada.
Me volteé a verlo otra vez, quedándome done estaba. Sorprendido de que se haya dado cuenta, no estaba, no exactamente. Lo que si, no esperaba que lo preguntara. Pero, de nuevo, si lo hacía, era porque algo sabía.
-Me... Me pidió el libro de "La sociedad de los poetas muertos" para que me lo quede- respondí- Así que, a la biblioteca... fuimos a la biblioteca- seguí, tragando con dificultad.
Mi abuelo, abrió más los ojos y se levantó de la silla para acercarse a mí.
-Vas a volverme a decir exagerado, pero... en mi opinión, eso es un gran acto de amor- habló sincero y una sonrisa tonta e involuntaria, se me formó- ¿Qué?
-Estoy de acuerdo...
-¿Le dijiste "te amo"?- fue más una afirmación que otra cosa, porque con tan pocas palabras, ya lo había deducido. Asentí levemente- Wow... y no me lo dijiste porque...- paró de hablar para que completará.
-No lo sé- bufé- Es... es que se me salió y ella también me lo dijo y todo, pero...- respiré- Muy íntimo- me encogí de hombros.
-Ay, por favor, Evan- me palmeó el hombro- Besaste y dormiste con esa chica en mi sofa. Creo, que ya pasamos todos los límites.
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Cartas de amor a escritores 📖
Novela JuvenilEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...