Evan
-¿Trajiste una limosina, y en serio no la vas a usar para tener sexo? Esto es insultante, Fred- se quejó Billy, muy serio.
-Si seguimos teniendo esta conversación, me va a agarrar un ataque de pánico- le contestó él, alterado.
-Si no la vas a aprovechar, a menos, préstala- siguió el pelinegro.
-¿De qué están hablando?- pregunté, me había acercado a la mesa de la comida, donde estaban ellos, y claramente, había escuchado una conversación empezada.
Fred me agarró la camisa, casi desesperado y me acerco más a él.
-Faith tiró indirectas, muchas indirectas. Y está hablando de tener menos ropa encima, me está tocando donde no deberia- hablaba con la respiración agitada- No puedo hacer esto- me soltó con torpeza y tomó agua del vaso que tenía- ¿Por qué esto me pasa a mí? Te debería de estar pasando a ti- siguió señalando a Billy, indignado.
-Si, estoy de acuerdo- asintió.
-Voy a decir una locura pero...- empecé casi con sarcasmo y ambos me miraron- Habla con ella y dile que no... estás listo.
-Ese no es el problema- soltó, suspirando- Quiero hacerlo, no quiero estropearlo- siguió.
-Fred...- habló Billy- Eres el más inteligente aquí, pero... ¿Recuerdas todas las cosas que yo dije sobre el tema?- siguió y mí amigo asintió- Olivídalas- aseguró y ambos lo miramos muy confundidos- Todo, olvídalo. Porque no importa cuanto sepas sobre tener sexo. Somos todos distintos y... no tengo duda de que tu y Faith tienen... esa química necesaria y eso es todo lo que importa- explicó.
Le sonrió y asintió.
-No voy a sobrepensarlo, si pasa... pasa- afirmó.
-¿Qué pasa?- escuchamos a Penny, a mi lado y nos miró, esperando para que alguno conteste, pero solo murmurábamos cosas nerviosos.
-¡Rey del baile!- exclamó Billy- Cualquiera puede serlo... Si pasa, pasa- asintió sonriendo.
Penny le devolvió el gesto, no muy convencida, pero por suerte, no siguió indagando en el tema. Solamente, me rodeó el brazo y entrelazó su mano con la mía.
-¿Vienes? Faith me dijo que sigue un baile lento- me pidió, ya empezando a caminar.
La estaba pasando bien, por supuesto que si. Bailar no era lo mío, y mucho menos, con gente a mí alrededor. Pero, ella había hecho que me quedara un buen rato en la pista. Y obviamente, que también quería un baile lento.
Cuando llegamos, se acercó a mí, agarrándome por atrás del cuello. Yo la abracé por la cintura, mientras empezaba "Crazy for You" de Madonna, me gustaba muchísimo esa canción y me gustaba más poder compartirla con ella.
-No puedo decir que no ahora, ¿o si?- bromeé y ella se rió.
Unos segundos después, de simplemente, balancearnos así, Penny apoyó su cabeza en mi hombro y se acercó aún más a mi cuerpo.
Sonreí, sintiéndome tan cómodo e increíble. Aún no lo entendía, tenía a la chica más hermosa del mundo así, conmigo. Sentía su respiración en mi cuello, cosa que me estaba encantando más de lo que debería.
Estaba en una nube, una burbuja con ella sola, no me importaba nada más.
-Poe...- soltó, separándose un poco para mirarme.
-¿Agatha?
Sonrió y le devolví el gesto. Simplemente, cortó la poca distancia entre nosotros, juntando sus labios con los míos, varios segundos, que solo mejoraron el momento.
Hasta que empecé a escuchar una guitarra muy conocida, por culpa de una carta en específico.
Penny se separó de golpe y me miró de una manera, que interpreté muy divertida.
-También la escuchas, ¿no?
-Si- solté una risa- Ven aquí, aprovéchala- volví a besarla, mientras solo seguía sonando "Kiss Me" de fondo.
Cortamos el beso al mismo tiempo, antes de que terminara la canción y juntamos nuestras frentes, sonriendo.
Penny se mordió el labio inferior y deshizo nuestra posición, para tomarme de la mano.
-Ven- soltó y empezó a caminar, alejándonos de la gente.
Se movía rápido y hacia la puerta del gimnasio.
-Hey... ¿A dónde vamos?- le pregunté soltando una risa, pero algo nervioso también.
-No lo sé... Quiero que estemos solos un rato.
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Cartas de amor a escritores 📖
Teen FictionEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...