Penny
Ir en el auto hacia la escuela, estaba siendo la cosa más difícil en mucho tiempo. Me sentía nerviosa, nostálgica por algo que ni siquiera está aún en el pasado, y un poco triste también.
-Última vez que te traigo, niña- soltó mi papá, parando el auto frente a la puerta.
-Oh, genial. Ahora lloraré antes de lo que creía- respondí muy sincera.
-Ay, tu tranquila, hija- dijo mi mama desde el asiento de adelante y me estiró la mano, para que se la agarrara, y lo hice, sonriendo- Amaste esta etapa, pero amarás también las que siguen- aseguró.
-Todas tienen algo especial, confía- siguió mi papá.
-Lo sé... Pero, no quita que esté... agridulce en este momento- respondí. Sentí que era el mejor adjetivo para describirlo.
Ambos soltaron una risa y asintieron.
-Lo entendemos- contestó mamá- Ahora, ve. Nos vemos adentro.
Me bajé del auto y suspiré, mirando el edificio, para empezar a caminar por última vez por esas escaleras y por esos pasillos.
Llegué al gimnasio casi sin darme cuenta, viendo a la mayoría muy bien vestidos, lo que me tranquilizó. Estaba desde ayer, intentando descifrar que ponerme y tenía miedo de ir muy formal o muy informal. Me terminé decidiendo por un simple vestido blanco con breteles y unas botas no tan elegantes para contrastarlo, por cualquier cosa.
Inspeccioné el lugar, buscando a mis amigos, pero antes de prestar demasiada atención, sentí un suave apretón en mi cintura, que me hizo cosquillas y me sobresalté un poco también.
-¡Hey!- me quejé, riendo.
-Te vi bajar del auto- me dijo de la misma manera, poniéndose frente a mí- ¿Te asusté?
-No...- envolví mis brazos en su cuello- Es... lugar sensible- seguí y me di cuenta que entendió la referencia que estaba haciendo, porque levantó una ceja y sonrió- Estás muy lindo- agregué.
-Gracias- contestó- De hecho, tenía en mente otra camisa, pero no la encuentro... Creo que alguien me la robo- bromeó y me mordí el labio inferior.
-Tu la dejaste en mi casa- contraataqué.
-¿Yo la dejé o me obligaste a dejarla?- preguntó, soltando una risa.
-Ya... Perdón- solté y siguió riéndose.
-Es tuya- se acercó más a mí, si eso era posible- Te juro, después de... lo que pasó, te puedes quedar con lo que quieras- siguió sonriendo y me ardió el cuerpo, con tan solo flashbacks del otro día.
-¿Tus libros?- desafié.
-Solo si los lees conmigo... y descansamos- me guiñó un ojo y me derretí, porque me encantaba esa dinámica que teníamos, por Dios.
-¿Ahora estás deprimido? ¿No era que querías deshacerte de la secundaria?- escuché a Billy, y vi como nuestros amigos, venían hacia nosotros.
-Quería...- contestó Fred- Pero... ay, estoy nervioso- soltó desesperado.
-¿Por qué?- preguntó Ariel.
-Tengo que dar el discurso- contestó.
-Lo harás perfecto, Freddie- Faith le dio un beso en la mejilla y él le sonrió.
-Parece que era ayer cuando vinimos aquí por primera vez- soltó Evan, mirando el lugar- Cuatro años pasan en un abrir y cerrar de ojos- le agarré la mano y me apoyé en su hombro, entendiendo perfectamente.
-Yo... la verdad, no siento nada- soltó Ariel y la miramos confundidos- O sea... siempre me la pase mudándome y... creo que esta, es la primera vez que tengo amigos y ya los pierdo otra vez...
-No nos estás perdiendo- aseguré, interrumpiéndola- Eso es lo bueno de esta etapa- seguí- Hay amigos que si duran para siempre.
-Ariel, ahora que conseguí novia, no voy a dejarla ir- le dijo Billy en su tono de siempre, pero muy en serio- Tendrás que hacer más que terminar la escuela para alejarte de mí- aclaró y ella se rió un poco, abrazándolo.
-Sé que yo siempre soy muy... positiva- empezó Faith- Pero, no me encanta dejar la escuela.
-¡Muy bien, chicos!- la Señorita Evergreen habló, entrando al gimnasio, muy elegante como siempre- Pasen, por favor a la sala se actos. Ahí tendrán la toga y el birrete.
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Cartas de amor a escritores 📖
Fiksi RemajaEdgar Allan Poe, dijo una vez que no hay belleza sin un poco de extrañeza. Y Agatha Christie, estipuló que la cara, no es solamente una máscara de lo que verdaderamente es el corazón humano. Por esto mismo, no hace falta ver a alguien para poder ena...