Capítulo 60

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Evan

Extrañaba a Agatha, extrañaba hablar con Penny, extrañaba besar a Penny y ni siquiera lo había hecho por más de cinco minutos. Pero aún así, era un sentimiento tan lindo, casi poético.

Y lo peor de todo, es que esto me estaba haciendo casi pensar en un poema para escribirlo, probablemente guardarlo en una caja y enterrarla en lo más profundo de la tierra, para que nadie la encontrara jamás.

Pero lo tenía en la cabeza, una frase me retumbaba, porque había mil cosas que quería decirle. Entonces se repetía esa oración: Nunca escribí la carta que creí haber enviado...

-Hola... Lamento llegar tarde...- entré a la habitación de Fred.

Estaba sentado en la cama, pero se levantó con rapidez y se pasó una mano por abajo de los ojos.

-No pasa nada- me contestó con la voz casi ida, con un nudo en la garganta.

Lo miré bien y me acerqué preocupado.

-¿Estabas llorando? ¿Qué pasa?- tenía los ojos rojos y respiraba con dificultad.

No me contestó enseguida, pero le empezaron a caer lágrimas otra vez y me miró aterrorizado.

-Se cae, Evan... Todo se cae a pedazos.

-¿Qué se cae a pedazos?- pregunté también asustado por verlo así, jamás lo había visto así- ¿Qué pasó, Fred?- seguí, acercándome a él.

-Mi vida- respondió y cerró los ojos con fuerza, aún lagrimeando- Todo planeado y ¿para qué?- siguió- Para que a cuatro meses de terminar la escuela, quiera cambiarlo- habló enojado- Soy un fracaso, un puto fracaso.

-Wow... ¿Qué?- estaba tan confundido, porque no estaba aclarándome nada, pero cada vez, me preocupaba más- ¿De qué estás hablando?

Volvió a sacarse las lágrimas y respiró una vez, antes de seguir hablando.

-Terminar la escuela con puntaje perfecto, ir a Yale, ser abogado- enumeró serio- Ese era el plan y ahora...- tragó saliva y siguió llorando- Me interesa la psicologia... Quiero estudiar psicología ¿Qué mierda me pasa?- lo veía tan perdido en si mismo, que me sentí realmente mal.

Fred era tan estructurado, tan anticipado, tan centrado consigo mismo. Jamás dudó de nada, así que, que esto le esté pasando, entendía que le estuviera afectando así.

-Cambiaste y leíste otras cosas y te gustan otras cosas- le respondí, intentando calmarlo- Nada está mal, Fred... Está bien cambiar de opinión...

-No- me interrumpió- No está bien. Siempre estuvo todo calculado, siempre me aseguré de que las cosas nunca cambiaran, que las cosas siguieran su curso. Soy una buena persona, quiero ayudar a las personas, quiero ser un abogado- estaba aceleradísimo. Claramente, le había agarrado un ataque de ansiedad- Pero, ¿por qué cada vez que me imagino estudiando eso ahora, solo lo veo como una obligación y cuando me veo estudiando psicología lo veo... como algo que disfrutaría?

Hubo un poco de silencio, porque sabía que esto le dolía y, porque sabía, que lo que le iba a decir, lo iba a romper más.

-Creo que respondiste tu propia pregunta- le dije- Fred... estás teniendo tu primera crisis de identidad con la universidad... Créeme la he vivido todo este año, pero...

-Tu no eres yo- me interrumpió, negando con la cabeza- Estoy hecho para no fallar.

-Eso no es cierto- aseguré- Y lo que te está pasando, no es fallar, por Dios. Estás cambiando de opinión.

-¡Yo no cambio de opinión!- exclamó con la cara roja- ¡No soy como tu! ¡Jamás he cambiando de idea!- siguió- ¿Sabes lo que creo de la teoría del gato se Schrödinger? Que es una mierda. Necesito saber si el gato está vivo o muerto...

-A veces no lo vas a saber- le aclaré.

-Solo hay que abrir la caja y yo siempre abro la caja- aseguró- Y el gato siempre está vivo. Porque me encargo de que no se envenene.

Suspiré.

-Fred... en la vida te van a pasar cosas inesperadas- empecé- Mírame a mí con esto de Agatha, enterándome que es Penny...

-¿Vas a comparar lo que me está pasando con esa ridiculez?- estaba enojadísimo.

Me dolió que llamara mis cosas una ridiculez, pero estaba en un muy mal momento.

-No...

-Entonces, no lo menciones, porque no podría importarme menos, como tu novia imaginaria está besándose con otra persona- me sonrió con sarcasmo.

Y ahora, yo era el que me iba a largar a llorar, entendía que no la estaba pasando bien, pero no tenía porque hacerme sentir mal a mí también.

-¿Sabes que, Fred?- hablé enojado- ¡El gato está muerto!

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora