Capítulo 76

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Evan

-Un libro excepcional- escuché y salí de la clase del profesor Keating.

Ya estaba terminado "La sociedad de los poetas muertos" y lo había sacado el día anterior, pero ya es tan simple empezarlo y no dejarlo.

Levanté la cabeza, aún apoyado en mi casillero, para ver a la Señorita Evergreen sonriendo. No muchas veces tenía el pelo suelto, pero ese día si, no la había visto y era raro que la viera por la escuela cuando no estaba dándome clase.

-Es mi favorito- dije y amplió su sonrisa.

-Mi frase favorita está en ese libro. La que me digo siempre cuando dudo por un segundo lo que estoy haciendo- confesó- "No leemos y escribimos poesía porque es lindo..."

-"Leemos y escribimos poesía, porque somos miembros de la raza humana y la raza humana, está repleta de pasión"- completé, porque me era inevitable- También me encanta esa frase.

Mi profesora me miró varios segundos, sin decir nada. Juro por Dios, que ví a mi abuelo por un momento. Esa mirada potente en donde estudiaba, te leía la mente de alguna forma.

-Tu fuiste uno de los que levantó la mano el primer día de clase, ¿verdad? Cuando pregunté sobre leer por placer- recordó y asentí- Se nota- aseguró. No sé a que se refería con eso, pero sonreí en respuesta- En todos tus trabajos veo esa pasión que tienes- aclaró.

-Estoy pensando en estudiar algo relacionado- y por primera vez, estaba segurísimo de lo que decía.

-Maravillosa elección- respondió sincera.

-Mi abuelo estudio literatura y escritura creativa, más un millón de cursos y grupos de lectura- le dije- Y... eso es lo más seguro que tengo por ahora, me encanta.

-Siempre puedes pedirme ayuda para el ensayo de la universidad- se ofreció.

-Gracias- y en serio, porque probablemente, se la pediría. No había empezado y no tenía tanto tiempo- Su tarea ayudó mucho... la de los escritores a principio de curso- sentía que se lo tenía que decir.

Sonrió y entendí esa sonrisa de orgullo. Mi mamá es profesora y vive diciendo que, que un alumnos complemente sus clases o tareas, es un cariño enorme.

-Veo al grupo más centrado en la materia, emocionado por leer- contestó- Empezó a pasar, cuando en los primeros días de clase, daba esa tarea.

Asentí y suspiré.

-Definitivamente, hizo un cambio, un gran cambio.

📖📖📖

Abrí la puerta, la cual, como siempre, hizo muchísimo ruido.

-¿Abuelo?

-¡Arriba!- escuché.

Cerré y subí las escaleras, yendo hasta su habitación. Estaba con varias pilas de libros por todos lados, seguro reacomodando, como hacía cada tanto. Cambiaba los libros de lugar cuando dejaba de gustarle donde estaban.

-Tengo seis copias iguales de "Oliver Twist", cuatro de "El fantasma de Canterville" y como dieciocho libros de sonetos se Shakespeare, varios repetidos, estoy seguro- comentó y solté una risa.

-Nunca es suficiente- me encogí de hombros.

-Ay, por Dios...- revoleó los ojos- Puedes llevarte lo que quieras, ahí te dejé una pila- me señaló muchísimos libros al lado de su cajonera.

Me acerqué y los ojeé un poco. "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald, "Grandes esperanzas" de Charles Dickens, "El misterio de la guia de ferrocarriles" de Agatha Chris...

-¿Cuánto se quedó Penny el otro día?- suspiré, no solo por el tercer libro que tenía en la mano, sino por no saber como responderle con la verdad, sin que lo sobrepiense.

Me di vuelta para mirarlo y me relamí los labios antes de contestar.

-Bastante- no era mentira.

Entrecerró los ojos y asintió. Pero yo sé que él sabía, que no le estaba diciendo todo, pero volvió a lo suyo y yo a lo mío.

-Me imagino que tú eres el que usa esos perfumes de vainilla, como huele un local de Victoria Secret- soltó segundos después y cerré los ojos.

Una linda sensación se apoderó de mí, al recordar ese hermoso aroma que siempre tenía Penny encima.

Me di vuelta otra vez.

-¿Qué?- pregunté nervioso y mi abuelo me miró también.

-Cuando entré a casa, fue lo único que olí y el sofá estaba impregnado con eso- levantó una ceja- ¿Puedo sentarme tranquilo sabiendo que no hiciste...

-¡Ay, por favor!- lo interrumpí- Ok, se quedó a dormir, nos dormimos en el sofá- confesé, porque... sin secretos. Sonrió- No hicimos nada, nos quedamos leyendo, nada más- aseguré.

-¿Nada más?- insistió.

Saqué aire, listo para decirle todo.

-Nos besamos un rato... largo.

Amplió su sonrisa y se acercó a mí.

-Que chica especial, ¿eh?

-Lo es, si- asentí devolviéndole el gesto, porque pensar en Penny ya era suficiente.

-Cumpliste el sueño de todo lector, chico- soltó y lo miré confundido.

-¿Cuál?

-Te besaste con Agatha Christie.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora