Capítulo 101

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Evan

Me miré al espejo suspirando y sonreí. Era la primera vez que me ponía un traje de verdad, para ser sincero, y me gustaba. Hay algo en vestirse elegante, que te hace sentir mejor contigo mismo.

Y ahí estaba... mi versión del gato negro. No era tan difícil, obviamente, encontrar un traje que sea todo negro, incluída la camisa, pero sin corbata, no me gustaba.

No pensé en algo más que identificara a Edgar Allan Poe, porque yo no usaba ese color casi nunca. Me quedaba bien por lo que veía, estaba muy feliz con mi elección. Capté la escencia que quería.

No sabía que esperar de este baile, aún no se había terminado el curso, pero a la vez, ya se siente que si. Y más, porque la última cosa que creí que sucedería, era tener una cita.

Mi papá me dejó en lo de Penny, cerca de las ocho. Había todo un plan, del cual, ninguno sabía mucho, la verdad. Fred, simplemente dijo: los voy a ir a buscar. Pero, lo dijo con una sonrisa orgullosa, de que claramente, estaba planeando algo.

Así que, arreglamos así. Yo me iba a casa de Penny e íbamos nosotros y mis dos amigos. Faith y Ariel ya iban a estar ahí. Las dos, estaban a cargo del baile, por lo tanto, iban a estar desde mucho antes, para seguramente, organizar las últimas cosas.

Su mamá me abrió la puerta y me sonrió.

-Evan, hola, pasa- saludó y le hice caso devolviéndole el gesto- Que lindo que estás.

-Gracias- solté una risa.

-Sube, Penny está en su habitación, creo terminándose de arreglar, pero está lista- me dijo y asentí.

Subí las escaleras con nerviosismo y ansiedad. Por Dios, como necesitaba saber que se había puesto.

Cuando llegué a su habitación, la puerta estaba abierta y estaba prendido solo el velador de su mesa de noche. Y la vi, buscando algo en su cómoda de maquillaje.

Tenía una pollera a cuadros beige, que no era ni muy al cuerpo, ni super suelta, la tenía desde la cintura hasta varios centímetros arriba de la rodilla. Una blusa negra de seda, con volados en las muñecas y al pecho. Unos zapatos de taco negro estilo guillerminas, con unas cortas medias blancas. Y tenía el pelo recogido en media colita, hecho con un moño negro.

Me quedé helado ante lo preciosa que estaba y seguí mi intuición.

-Miss Marple, se ve increíblemente hermosa- solté y paró lo que hacía para mirarme un segundo, volver a lo suyo, pero mirarme otra vez, más sorprendida.

-Ah...- suspiró y carraspeó por el sonido involuntario que salió de su garganta. Me reí y entré completamente a su cuarto, acercándome a ella- Evan...- soltó.

Me miraba de arriba a abajo, y no pude evitar, sentirme quizás más nervioso, pero a la vez, con más confianza de que me viera así... atraída.

-¿Qué?

-El...- me señaló, respirando y me seguí acercando, hasta quedar a pocos centímetros- El gato... negro- completó y asentí- Y... Si, si... Soy Miss Marple- sonrió.

-Me encanta.

-¿Me ayudas?- preguntó extendiéndome un collar de perlas.

Lo agarré y se dio vuelta. Pasé el collar para adelante, apoyándolo en su pecho y se lo enganché. Bajé las manos por su espalda y la abracé así, como el otro día en la librería.

Se apoyó en mí y puso sus brazos sobre los míos, suspirando.

-Te ves demasiado bien, no es justo- soltó, casi en un murmuró y me volví a reír.

-¿Ah sí?- le dije al oído y le besé la nuca. La sentí suspirar con un sonido otra vez y lo único que hice fue apretarla más contra mí- ¿Estoy cumpliendo mi promesa?- pregunté.

Asintió y se dio vuelta con rapidez, para agarrarme del cuello y besarme, simple, pero con muchas ganas. Se separó segundos después y sonrió.

Escuchamos una bocina afuera, así que, rompimos nuestra burbuja, para bajar. Sus padres, nos tomaron unas fotos rápidas, para salir y... encontrarnos con una limosina.

Nos miramos con Penny muy confundidos, hasta que Billy, sacó el cuerpo hasta el estómago por el techo. Le veía parte de la capa negra y roja, la camisa blanca, la corbata a rayas roja y amarilla, y unos anteojos negros redondos, sin vidrio.

-¡Esto es lo más asombroso que me pasó en la vida!- exclamó con una sonrisa.

Fred salió del auto, sonriendo, con un traje gris con rayitas azules, el saco y el pantalón hacían juego así, una camisa blanca y una corbata violeta.

-Adelante- dijo.

-¿Qué?- exclamé muy sorprendido.

-¡Amo Fred Michaels!- volvió a gritar Billy.

-Mi mesada cubre los gastos, no se preocupen- volvió a hablar mi amigo, guiñándonos un ojo- Ahora, vamos... nos espera una gran noche, compañeros escritores.

Cartas de amor a escritores 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora