No me gusta estar desfogando manualmente mis energías en el baño, pero no me queda de otra más que recurrir a la confiable manuela, otra vez. Hacía mucho tiempo no tenía que masturbarme así, para bajar una erección y mucho menos una tan salvaje como la que me acaba de generar Isabella. Siento como si hubiera vuelto a la pubertad, casi haciendo esto al escondido.
Soy un hombre adulto con una vida sexual muy activa y es sumamente contradictorio lo que estoy haciendo, pues ahora soy un hombre casado, teóricamente tengo una pareja con la cual debería poder solucionar este tipo de "problemas", pero aquí estoy tratando de mantener algo de apariencia de autocontrol con esa mujer, pues en medio de todo es mi esposa y se supone que es a la única mujer a la que realmente debería respetar, o por lo menos tratar de hacerlo.
Estaba tan metido en ese momento íntimo con quien estoy seguro de que pronto podré llamar mi mujer, que apenas entré al baño fueron prácticamente cinco movimientos de muñeca y listo. Después de eso, el agua helada termina de desaparecer el problema y las evidencias escapan por la rendija del sifón.
Apoyo las manos en el mueble en que está empotrado el lavamanos y miro fijamente mi reflejo en el espejo. Mi reflejo me devuelve la mirada, sin poder creer la forma en que le hablé a Isabella. Ella está asustada y es lógico; no hay otra forma coherente de reaccionar. Por eso creo que mis palabras fueron la mejor manera de contenerla, para moldear la situación a mi favor.
Me teme, eso es una realidad, pero no es la única realidad que está sobre la mesa. Le gusto, me desea y eso me ha quedado absurdamente claro y aunque suena patán de mi parte, eso es algo de lo que pienso aprovecharme en su debido momento, pero en este instante, necesito encontrar la manera de que ella entienda el tipo de beneficios que puede tener estando a mi lado y siendo mi mujer.
Un mes, le dije a mi abuelo que tomaría un mes de vacaciones y que eso exactamente duraría mi luna de miel, así que ese es el plazo que tengo para lograr que "voluntariamente", Isabella me acepte o que al menos no sea evidente su miedo hacia mí en público. Salgo del baño con la toalla en la cintura y no encuentro a Isabella en la habitación. La prenda de dormir está sobre la cama y la ropa interior blanca ya no está dónde la dejó la noche anterior, así que obviamente trató de vestirse con lo que encontró y ya trató de salir del apartamento.
Voy hasta mi armario y lentamente me voy vistiendo con una sonrisa algo tonta en el rostro, consciente de que no es el momento para eso, pero por alguna razón pensé en aquella caricatura animada en la cual un zorrillo persigue a paso lento y rítmico a una linda gatita negra que huye desesperada de él. En este momento me siento ese zorrillo, pues no importa lo que haga mi linda gatita, ella no puede salir de aquí.
Una vez arreglado y perfumado, salgo de la habitación encontrando a una Isabella ahora con cara de mal genio, dando vueltas por la sala.
—¡No pude salir! —dice apenas me ve, parando su marcha —¡te exijo que abras esa puerta! ¡Eso que dice es una locura! ¡Tú estás loco!
—No estoy loco y no terminamos casados por una noche de copas, por si esa es tu siguiente teoría —respondo tranquilo.
Su mirada se enfrenta a la mía y entonces recuerdo lo que hizo que me decidiera por ella. Tiene carácter para hacerse respetar.
—¿El anillo en tu mano no es prueba suficiente de que estamos casados? —me siento cómodamente en una de las poltronas de la sala —bien, entonces pediré que nos envíen ya mismo el video de nuestro matrimonio y de la recepción.
Tomo mi celular y escribo para que me lo hagan llegar. Isabella me mira ahora con asombro sin moverse de dónde está.
—Dame de diez a quince minutos para que me envíen el video y mientras tanto, siéntate —la miro de manera tan inexpresiva como puedo —Si te quisiera lastimar o hacer algo raro, créeme que ya lo habría hecho y no habría forma en que hubieras podido evitarlo.
Me mira con recelo, pero finalmente se sienta, eligiendo la silla que está frente a mí.
—¿Qué es lo que quieres? —vuelve y me pregunta.
—Ya te lo dije, compórtate como una esposa amorosa ante todos, dame un hijo y a cambio prometo cuidarte y concederte todo lo que quieras y sea humanamente conseguible.
Sus ojos se humedecen, pero es evidente que hace todo lo posible por evitar que sus lágrimas escapen de ellos.
—¿Hay alguna forma en que me dejes ir?
Me habría gustado que todo fuera diferente, quizás haberla conocido un poco antes, haber hecho el intento de cortejarla, ¿A quién quiero engañar? Yo no habría llegado a ese bar nunca y menos habría mirado a una mujer de ahí en búsqueda de algo serio. Solo la descubrí debido a las condiciones extrañas que me rodearon en ese momento.
—No la hay —respondo de manera cortante.
Ahora si una lágrima escapa y rueda por su mejilla.
—¿Podré volver a ver a mi familia? ¿Me garantizas que ellos estarán bien? —luego fue como si cayera en cuenta de algo, pues inicia a hablar de manera acelerada —¿Cuánto llevo contigo? Mi mamá y mis hermanos deben estar muy preocupados por mí, por favor déjame hablar con ellos y que sepan que estoy bien.
La miro y está realmente angustiada, ahora sus manos han comenzado a temblar.
—Bien. Llama a tu madre, dile que nos casamos, que estamos de luna de miel, que fue algo espontáneo, loco de tu parte, pero que la amas, que estás bien y que cuando volvamos de la luna de miel, iremos los dos a saludarla —le paso mi celular.
La escucho hablar y decirle a su madre todo lo que le pedí.
—No olvides tomar tus medicamentos —es una de las tantas cosas que escucho le dice a su madre y eso llama mi atención.
Roberto dice que ella pertenece a una familia promedio, así que no creo que tengan padecimientos económicos extremos ni nada parecido, pero si recuerdo que dijo que la única que vivía con su madre, era Isabella. Corta la llamada y agacha la cabeza estirando su brazo para entregarme el celular.
—¿Y ahora qué? Amo —dice en tono resentido mi bella esposa.
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ADICTA A SUS BESOS
RomanceUna mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negoci...