68. CAZANDO EN LA BODEGA

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Me estoy moviendo con la seguridad que me suministró Sebastián, al mismo tiempo que estoy tratando de seguir las recomendaciones que me dio. Debo admitir que me siento mucho mejor haciendo eso, pues de alguna extraña forma siento que tengo mayor control de la situación y de mi vida en general. No todo lo dejo en digital, alguna información queda en papel y otra solo está en mi cabeza. Además, no me restrinjo de hacer actividades espontáneas pensando en la seguridad.

—Si tú no sabías que ibas a hacer una salida, el enemigo normalmente tampoco. No tienen por qué tener algo armado en tu contra, así que solo hazlo y rápido. No lo divulgas y aprende a camuflarte; Llamas mucha la atención con tus vehículos.

Esas fueron palabras de Sebastián y creo que tiene razón. Creo que si le hubiera comentado esto a Roberto, me habría dicho algo así como que le conviene a mi primo verme muerto y por eso me aconseja eso, y yo como un tonto le habría creído.

Por el momento seguiré usando el esquema de seguridad, sobre todo hoy que iré a la bodega y ordenaré cierres. Le marco nuevamente a Sebastián y por fin contesta:

—Hola, ¿cómo te fue anoche? ¿Fue buena la rumba? —pregunto ansioso por conocer el resultado.

—No es mi música, pero aún así resultó ser una noche muy interesante —algo bueno pasó ahí, aunque no estoy seguro de qué fue—. Nuestro amigo efectivamente estaba ahí, pero acercarse es muy complicado de forma directa.

—Entonces? —pregunto impaciente.

—Digamos que su hermanita no es precisamente una niña inocente y esta noche saldrá con un hombre maduro a escondidas de su hermano sobreprotector.

Río con ganas, no sé de qué se preocupa el abuelo, Sebastián no tiene problema para ligar.

— ¿Cuál es el nuevo plan entonces?

—¿No es obvio? Me encontraré con la chica, la llevaré a un buen lugar y luego llamo al hermano para...

Lo interrumpo. Ya sé por dónde va la mente de Sebastián, pero no quiero que haga algo tan drástico si es que puedo evitarlo.

—No, yo llamo al hermano, me encuentro con él y mientras tú te vas a divertir y de paso me vas a garantizar que esa chica esté entretenida sin sospechar nada, sin comunicarse con nadie.

—¿Perdón? ¿Y tú desde cuándo me das órdenes? —su voz suena sarcástica, pero de alguna forma sé que no está disgustado del todo.

—Dijimos que manejaríamos esto como familia, pues bien, tenemos que trabajar juntos y en esta oportunidad te figuró una labor bastante placentera. Aprovéchala porque estoy casi seguro de que lo que viene después no lo será.

El silencio reina al otro lado de la línea, hasta que finalmente se vuelve a decidir a hablar.

—Bien, supongo que también será una especie de venganza poética que la chica vuelva a su casa como si nada hubiera pasado y con una sonrisa de satisfacción en su rostro para que le duela al hermano.

Eso quiere decir que aceptó mi plan.

—Independiente a lo que cante Yoshua, ya sabes quién sigue, ¿verdad? —Sebastián tiene razón, apenas ese hombre hable, hay que ir por Roberto—. Ten claro que sin importar lo que digas, yo jugaré un rato con ese hombre, tengo varias deudas que cobrarle.

—Bien, pero yo lo quiero después de eso, es mi derecho.

—Bien, entonces así será —cuelga la llamada.

Después de eso hablo con el hombre que tengo vigilando a Roberto y confirmo su ubicación, pues no quiero sorpresas de última hora cuando llegue el momento. Tardo cerca de una hora en atravesar la ciudad y llegar a la bodega de sorpresa. Los hombres rodean el lugar y en cuestión de un minuto todos están en el centro de la bodega sin celulares cerca.

—Hola muchachos —digo mirando seriamente a todo el personal—. Teniendo en cuenta que se han presentado algunas situaciones especiales, he decidido que realizaremos de manera sorpresiva auditorías en cada una de nuestras bodegas y esta es solo la primera.

Se miran extrañados unos a otros, sobre todo teniendo en cuenta que les hemos retirado los equipos celulares para evitar que se filtre mi llegada a este lugar. Siempre había sido alguien tan diplomático y poco belico, que dos sujetos se atrevieron a protestar por quitarles el aparato.

Tendré que empezar a quitarme la fama de buena gente y de que toda la acción la realizaba Roberto. Si pudiera haberlo golpeado sin reabrir mis heridas, seguro lo habría hecho para enviar un mensaje muy claro, pero en vez de eso, tuve que recurrir a otro método de contención.

—Pues si no les gusta el método que estoy empleando, bien se pueden retirar, pero no les garantiza que esta noche no reciban una visita inesperada en sus casas y créanme, la visita haría algo mucho peor a quitarles temporalmente sus celulares.

El color huye del rostro de uno, mientras que el asombro no cabe en el del otro.

—No, jefe, yo solo decía —habla uno de ellos.

—Lo sé, yo también solo decía —respondo sin retirar mi vista de él.

Uno a uno, el personal que traje verifica el contenido de la bodega. Hoy está de turno el jefe de carga del cual sospecho, teóricamente nada raro o indebido debería aparecer hoy. El hombre suda como puerco y después de un rato al lado mío, me doy cuenta de que mira cada cierto tiempo a un punto en el cual solo hay materiales.

¿Y si la mercancía no está embarcada aún?

—Muchachos, dejen de revisar los camiones, ahora los materiales —cada uno de mis muchachos está con alguna persona de bodega y están cotejando elementos.

— ¿Tienes algo que contarme? —pregunto sin mira

Estoy recostado contra una baranda de la oficina del segundo nivel mirando cómo todos se mueven

—Ten presente que una vez que aparezca algo sospechoso, tu oportunidad de piedad habrá pasado.

——Señor —uno de mis muchachos llama mi atención, así que solo estiro la mano para que haga algo de silencio mientras por fin miro al hombre a mi lado.

——Espero por tu bien que lo que vaya a decir ese hombre, sea que no encontraron nada, sino mi primo Sebastián se divertirá horrores contigo.

Ante la mención del nombre Sebastián,el hombre empieza a temblar como una hoja.

—No fue mi idea, señor, yo solo seguía órdenes —dice por fin.



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