50. BUSCANDO EL PERDÓN DE SOPHIE

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El grito de alegría que pega Cloe apenas le doy la noticia de que Alexander le da trabajo hace que aleje rápidamente el celular de mi oído de manera momentánea.

—Amiga, tienes que recompensar a tu marido. Cuando pueda, te acompañaré a alguna tienda de Victoria's Secret para que elijas algo hermoso para descrestarlo y te pienso poner un moño gigante —río ante la ocurrencia, pero conociéndola como la conozco, probablemente no es una broma.

—Ya le di tu nombre completo, solo debes ir a la dirección que te voy a enviar y dar tu nombre en la oficina de recursos humanos. Yo iniciaré después, sabes que quiero solucionar las cosas con Sophia y usaré la excusa de la búsqueda de apartamento.

Con solo ese comentario drené parte de la alegría que estaba flotando en el ambiente y la cambié por nostalgia. Cloe sabe lo importante que es Sophie para mí, así que me comprende.

—Ojalá pudiera acompañarte también, pero tengo mucho que hacer ahora en la universidad y más ahora que debo entregar el cargo. No quiero ni imaginar el grito en el cielo que va a pegar mi jefe cuando le diga que me voy —dice con la voz un poco más apagada.

Sé que no le puedo pedir a Cloe que me acompañe, ella ya está sacando tiempo para mí de vez en cuando, pero estoy segura de que este será un cambio muy positivo en su vida.

—No te preocupes, que no me puedas acompañar ayudará a que Sophie me acompañe y espero que a perdonarme más rápido.

—Deberías intentar llevarla al club maravilloso que me contaste. Tu hermana trabaja demasiado y le hace falta divertirse, y también un hombre. Es muy linda, así que tal vez atrape a alguno en ese lugar.

Río un poco por el comentario que, aunque suene chistoso, no por eso deja de ser verdad. Mi hermana en este momento trabaja como loca para poder pagar los créditos con los cuales pudo estudiar y, como si eso fuera poco, también quedó con algunas deudas que adquirió cuando vivió con el innombrable de su ex.

—Lo intentaré y prometo que también te llevaré, necesitas un buen chico a tu lado —es todo lo que le digo.


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Pongo los mejores ojitos de perrito triste que puedo y observo con paciencia cómo la mirada fría de Sophie se empieza a ablandar. Al final, pone cara de fastidio y dice que doy muchos problemas, pero accede a acompañarme.

—Modificaré mis turnos, pero aún no estamos en buenos términos —dice desapareciendo por el mismo pasillo al escuchar su nombre por un parlante.

Con eso me conformo por el momento, de aquí en adelante todo será más fácil.

—Te amo —le grito para ver cómo voltea a verme, como preguntando si no me da pena hacer tanto escándalo en una clínica, luego desaparece tras doblar en un largo pasillo blanco.

Solo me costó dos viajes a la clínica y cuatro horas en cada visita hasta que se conmovió de verme esperando ahí en la sala junto a los enfermos. La admiro, de verdad que sí. Yo no tendría estómago para hacer todo lo que ella hace. Estar rodeada de gente que se queja de dolor todo el día, el olor a medicamento y lejía, pero sobre todo tener que estar en contacto con la sangre es algo que creo terminaría mermando mis ganas de vivir.

"Mi hermana necesita urgentemente salir a distraerse", pienso mientras salgo de aquel lugar. Mi celular vibra en el interior de mi bolso y lo tomo una vez que ingreso al vehículo. Es nuevamente aquel número de la felicitación, un número que no coincide con el de ninguno de mis amigos ni de mis excompañeros de universidad. Hace unos días traté de devolver la llamada para salir de dudas, pero no se conecta, lo cual me parece extraño.

ADICTA A SUS BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora