45. REENCUENTRO CON CLOE

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No fue posible continuar la conversación con Roberto y, si soy sincera, no estoy segura de querer hacerlo. Siento que eso me llevará a un punto muerto y solo intranquilizará mi mente. Aun así, creo que de alguna forma rara le agrado a ese hombre. ¿Le gusto? Si le agradé desde el inicio, ¿por qué participó en esta locura?

No importa, no debería interesarme lo que haga o piense ese hombre. Acabo de constatar que él hace literalmente lo que esta familia le pide. Obviamente es diferente localizar a alguien y darle la información a un pobre anciano sobre su nieto que secuestrar y dopar a alguien. Ahora tengo una mejor idea de su trabajo. Muerdo con nerviosismo mis uñas mientras razono esto. Me es imposible no pensar en que no tengo recuerdos de lo que sucedió en esas horas, así que pudieron haberme hecho un montón de cosas indecentes y vergonzosas.

Sé que continuaba siendo virgen al momento de entregarme a Alexander, pero puede que hayan ocurrido otras cosas. Puede que incluso ese hombre me hubiera visto desnuda. Tengo que salir de dudas y hablar con Alexander, exigirle que me diga exactamente qué se supone que hizo Roberto conmigo. Estoy enfrascada en esos pensamientos cuando la señora Emma me avisa de la llegada de Cloe.

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—¿Es una broma? —replica Cloe con cara de asombro y algo de euforia.

Después del regaño inicial y de haber salido de su estupor por lo lujoso de todo esto, pasamos a los jardines que colindan con la piscina de la casa y nos sentamos al aire libre para conversar con tranquilidad.

—A ver si entendí —recapitula Cloe— esa noche en la discoteca hablaste con un desconocido que te pintó el cielo, se sonrió bonito, pidió matrimonio, ¿y tú solo dijiste que sí?

No puedo contar una historia diferente a mi amiga. Ella sabe que no conocía a Alexander de antes y no le puedo contar la verdad hasta no tener la certeza de que eso no la meterá en problemas.

—Supongo que estaba algo tomada esa noche y cuando me di cuenta ya estaba encandilada con ese hombre —saco el celular y la dejo ver las fotos que tomamos en la luna de miel.

—Dios te quiere mucho, amiga. Yo llego a hacer eso y seguro me aparece un asesino serial, un violador o quizás ambos.

Me devuelve el celular y toma un poco de limonada antes de volver a hablar.

—Con todo respeto, pero tu marido está que no puede de lo bueno. Tiene toda la plata del mundo, es dulce, me dices que no tiene mañas extrañas en la cama y prácticamente tienes la vida asegurada. ¡Qué envidia! —la escucho soltar un suspiro.

—No todo es color de rosa —le cuento la parte de tener que cambiar de universidad y las extremas medidas de seguridad que debo manejar ahora y termino con una mueca de pesar al pensar en eso, pero al levantar el rostro me encuentro a una Cloe con cara de disgusto.

—No te entiendo, amiga. Es que definitivamente Dios le da pan al que no tiene dientes. ¿De verdad te estás quejando por pasar a una universidad de renombre y no graduarte de una cuyo nombre nadie conoce? Fuera de eso, te acabas de quejar por tener un trabajo asegurado. Yo me gradúo y debo repartir mi currículum como loca para ver en dónde aceptan a una profesional sin experiencia.

Definitivamente, si no cuento la historia completa, seguiré sonando como una loca desagradecida con la vida.

—¿Y si hablo con Alexander y le pregunto si hay posibilidades laborales para la mejor amiga del mundo? ¿Me perdonarías por fin? —mis palabras hacen que Cloe prácticamente salte sobre mí y me abrace y grite que sí.

—Definitivamente llega la juventud y vuelve la alegría a esta casa —dice el abuelo apareciendo detrás de nosotras.

—Qué pena, abuelo, invité a una amiga a visitarme. Espero no te incomode —digo recordando que no es mi casa y aun así la invité por impulso.

—Claro que no, Isabella. Esta es tu casa, no tienes que pedir permiso para invitar a nadie, mucho menos a esta encantadora joven —le regala una amplia sonrisa a Cloe, quien se la devuelve de inmediato—. Mucho gusto, soy Juan Armando, pero puedes llamarme abuelo.

Cloe me mira como preguntándome si está bien llamarlo así, así que le confirmo con la cabeza.

—Gusto en conocerlo, abuelo. Soy Cloe, la mejor amiga de Isabella. Asistimos juntas a la universidad, bueno... asistíamos juntas —corrige.

—Es un gusto conocerte. Por favor, quédate a cenar. Nosotros te llevaremos a casa; con eso conoces a Alexander y de paso a mi otro nieto. Que tal sea mi noche de suerte y gane otra hija —dice el hombre con ilusión—. Quiero sentir esta casa llena de niños, para eso la construí y ya tengo tiempo para disfrutarlos.

Esa parte del comentario no me pareció tan graciosa como a mi amiga, quien sin tapujo alguno ríe.

—Aunque agradezco la ayuda para encontrar marido —responde Cloe muy divertida—, temo que el encanto se me está acabando. Tengo compromisos que cumplir —dice divertida mirando su reloj y haciéndome caras de tener que salir corriendo ya—. Tengo turno nocturno hoy, así que ni modo.

Las cejas del abuelo se juntan y pregunta:

—¿En qué trabajas, Cloe?

—Pronto seré contadora, pero por el momento trabajo como auxiliar contable en una empresa de confecciones y estamos atrasados, así que por el momento haré unas extras.

Cloe toma su bolsa y me levanto para acompañarla a la puerta.

—Ha sido un gusto conocerlo, abuelo.

Tras la salida de Cloe, vuelvo hasta la silla en que estaba y encuentro al abuelo ocupando el lugar que ha dejado libre mi amiga.

—Deberías decirle a Alexander que la contrate. Es tu amiga y, por lo que veo, es muy animosa y trabajadora. Sería un gran elemento para la empresa y, de paso, tendrías una amiga ahí para cuando tú puedas entrar también.

Este hombre me ha leído la mente. Pensaba pedirle eso a Alexander; al fin de cuentas, fue él quien me dijo que buscara sacarle el mayor provecho que pudiera a este matrimonio.

—Además, insisto en que se vería muy bien con Sebastián. Ya Alexander entró en cintura, tal vez sea momento de ajustarle las riendas también a sebastián, ya que su padre no lo hace.

El famoso Sebastián. Alexander insiste en que nunca esté sola con ese hombre. No estoy segura del motivo, pero lo que sí sé es que no confía del todo en él. Supongo que en máximo dos horas sabré por qué.

—Voy a subir a arreglarme un poco.

Camino a la habitación y debido a un par de comentarios del abuelo, una duda me está asaltando. ¿Podría ese adorable anciano estás detrás del motivo que llevó a Alexander a organizar esta locura de matrimonio?


NOTA DE AUTOR

Chicos, lo siento...creo que van a conocer otra faceta algo oscura de la historia, la cual asomará de vez en cuando en algunos capítulos. Para referencias, será algo así como la partes de sangre y tortura que se vió en la parte B de TE DECLARO MÍO


ADICTA A SUS BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora