—Si algo le llega a pasar a mi hermana, te aseguro que no volverás a dormir tranquilo en lo que te resta de vida, Alexander.
Me mantengo serio ante la evidente preocupación que muestra Yoshua por su hermana. Es bien sabido que ella es la única familia que le queda, así que la sobreprotege y a la pobre chica no le queda de otra más que escapar cada vez que puede para disfrutar un poco de la vida.
—Por el momento no tienes que preocuparte por ella, está en muy buenas manos. Además, evidentemente lo está disfrutando; no está ahí en contra de su voluntad, aún —mis palabras dejan un claro mensaje que capta el hombre.
—¿Qué es lo que quieres? —escupe con odio.
—¿En qué consiste el trato que tenías con Roberto y qué tienen que ver los William con esto? Si tenían un trato con Roberto, ¿por qué salió lastimado en el atentado? —ante su silencio, decido presionar un poco más—. Vamos, Yoshua, no me obligues a enviar esta imagen a las redes sociales, y los dos sabemos que recuperarse de algo como esto es muy difícil, sobre todo para una mujer.
—Ella no tiene nada que ver en esto.
—Mi esposa tampoco, y aun así le enviaste amenazas. Estamos a mano.
Estamos concentrados el uno en el otro, ignorando por completo el bullicio que nos envuelve y las miradas algo inquietas de algunas personas que a nuestro alrededor alcanzan a percibir la atmósfera peligrosa que nos envuelve.
—Roberto solo es un idiota que dejó de sernos útil. Él me contactó; quería participar en la fabricación de la droga y dejar de ser un transportador, pero ya tenemos los contactos que necesitábamos. Es más rentable y menos problemático eliminarlo.
Es increíble la desfachatez, la frialdad de sus palabras.
—¿Tenía entendido que en este negocio la palabra era todo? No es que me interese, pero ¿por qué lo traicionan?
Una sonrisa ladeada se asoma antes de contestar.
—Nadie quiere trabajar con alguien que traiciona a quien le dio la mano. El hombre es un peligro para cualquiera que quiera ser grande en este negocio. Roberto tiene mentalidad de mafioso de barrio.
—¿No es lo mismo que ustedes me están haciendo? Traicionándome.
Medio sonríe y menea la cabeza.
—Claro que no, ustedes ahora son simples facilitadores, no colegas. Desde que tu abuelo se retiró, ya no inspiran respeto como negocio, así que no importa si te deshaces de nosotros; muchos otros ya tienen los ojos puestos en su infraestructura, así que eventualmente caerán de manera estrepitosa.
Ya estoy cansado de escuchar eso y, aunque ya inicié mi cambio de estrategia y me estoy dejando ver en el negocio y actuando en conjunto con Sebastián, espero que no sea demasiado tarde para arreglar el daño que ocasioné. No puedo permitir que el legado del abuelo termine aquí. Estas empresas son producto del trabajo duro del abuelo y de todas aquellas familias que le dieron la mano en un inicio.
—Eso lo veremos —extraigo un par de documentos y los dejo sobre la mesa con un bolígrafo—. Firma.
—No voy a firmarte nada, no tienes agallas para hacerle nada a mi hermana. Eres un débil —el hombre me mira serio y disimuladamente me apunta con un arma bajo la mesa—. Deja la payasada y libera a mi hermana.
Río abiertamente para luego darle un gran sorbo a mi bebida y quedarme observando al hombre de forma tan calmada como nunca creí poder mostrarme.
—Puede que tengas razón y yo no sea capaz de hacerle algo malo a tu hermana, por eso le encargué ese trabajo a Sebastián. No puedo garantizar que la siga tratando bien. ¿Crees que apuntándome con un arma estamos en empate? ¿De verdad?
—Si Sebastián le hace algo, te juro que los cazaré como... —interrumpo su amenaza.
—Deja de lamerte la herida, lee el papel y firma. Lee bien.
—Esto es un absurdo, es una maldita confesión de la naturaleza de los negocios que hacemos. Con esto me podrías enviar a la cárcel e igual mi hermana quedaría sin protección, imbécil.
—Si tú lo firmas, no solo te devolveré a tu hermana sana, salva y contenta, sino que yo también lo firmaré y con eso garantizamos que ninguno de los dos nos traicionemos en un futuro ni iniciemos una guerra sin sentido. Debes desarticular, obviamente, tu trato con los Williams.
—Lo firmaré cuando la vea —responde tras unos minutos de silencio, casi perforando el documento con la vista.
—No, lo firmarás ahora y te irás a casa a esperar a tu hermanita porque vas a confiar en mi palabra, en la palabra del socio más leal que vas a tener, gracias a este papel.
Me asesina con la mirada y luego firma el documento y me lo pasa para que haga lo mismo. Le devuelvo un paquete y me quedo con el otro, guardándolo en el bolsillo interno de mi saco.
—Buen muchacho.
Salgo primero del bar con mirada de satisfacción y, desde el vehículo, le envío el siguiente mensaje a Sebastián: "Todo listo con el hermano, la espera en casa". El mensaje sale de mi teléfono, pero aún no es leído, así que supongo sigue ocupado.
Tomo rumbo a casa con la satisfacción de que todo ha salido prácticamente como lo había previsto. Cuando me acerco a la casa, noto desde el segundo piso a una Isabella que espera con ansias mi llegada. Voy hasta ella con paso presuroso.
—Ya estoy aquí, amor.
Nos fundirnos en un abrazo que hace que me sienta por fin en casa, en el lugar donde debo estar.
—Te extrañé mucho —dice tras un casto beso—. Es un alivio que por fin estés aquí; yo te necesito, pero sé que el abuelo también necesita de tu apoyo.
La miro extrañado ante ese comentario.
—Parece que pasó algo malo con tu primo Noah y el abuelo está triste de no poder estar con él y acompañarlo.
—¿Qué pasó con Noah? ¿El abuelo sabe dónde está? —Isabella esconde un momento el rostro de mí.
—El abuelo quería esperar a que el mismo Noah los llamara para contarles, pero no lo ha hecho y él quiere ir a apoyarlo. La mujer de Noah está en una UCI en la ciudad de Los Ángeles y Noah está solo con su bebé recién nacida.
No puedo creer lo que estoy escuchando. Evité pensar en Noah por mucho tiempo, siempre lo consideré mi rival, y ahora descubro que era yo quien peleaba solo. Últimamente he estado reevaluando lo que es una familia y lo que realmente significa, así que siento la necesidad de apoyarlo mientras atraviesa esta tragedia. No quiero imaginar como me sentiría si perdiera a Isabella.
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ADICTA A SUS BESOS
RomanceUna mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negoci...