78. CAPTURADA LA REINA

11 3 3
                                    

—Ya he hablado con el abuelo para que venga. Richard ha puesto nuevamente a disposición su jet para traerlo. Mañana desconectarán a Mía

Esa noticia la estábamos esperando desde hacía dos días y, aunque es un alivio saber que el abuelo estará lejos del alcance de los Williams, no me agrada el mensaje de fondo que me está dando con esto Sebastián.

—¿Eso quiere decir que aceptaste el trato con Richard?

—¿Qué otra opción tenía? Debemos reconocer que el trato es bueno para nuestra familia. Además, si los planes que tiene Richard se concretan, no tendremos de qué preocuparnos mientras él esté en el poder. Tengo su palabra.

En el fondo sé que eso es verdad, pero no me agrada saber que Sebastián vuelve a sacrificarse por todos. Dos años siguiendo órdenes de Richard, por muy allegados que sean, es un despropósito.

—Alguna otra solución hallaremos —digo resuelto—. Básicamente le estamos vendiendo el alma al diablo.

—Pues prefiero venderla temporalmente a Richard, conociendo lo que voy a hacer y lo que voy a ganar, a estar con los Williams, sabiéndonos sus perras.

—¿Qué quiere Richard contigo?

—Eso no es asunto tuyo.

No es bueno. Si fuera algo manejable, estoy seguro de que Sebastián me contaría, así que eso solo puede significar que le hará hacer muchas cosas malas en su nombre.

—Te enterarás después, pero lo que sí te puedo decir es que es mucho mejor un diablo conocido que otro por conocer.

Esa es una frase sin sentido que usa la gente para justificar su actuar ante su imposibilidad de arriesgarse un poco más a conocer nuevas opciones. Claro que hay un riesgo de que el siguiente mal sea peor, pero también existe la posibilidad de que no lo sea, ¿verdad?

—Maldición —dice Sebastián en voz baja.

Escucho el llanto de la bebé de fondo y a Sebastián tratando de calmarla.

—¿Estás con la bebé? —pregunto asombrado—. ¿Qué pasó?

—Me vomitó.

Frunzo las cejas y me debato ahora entre la incredulidad y el asombro al escuchar a Sebastián emitir un sonido de "shiiiiiiii", tratando de apaciguarla.

—¿Por qué tienes tú a la bebé? ¿Dónde está Sophia?

—Noah salió temprano para la clínica y Sophia me pidió que tuviera por un momento a la bebé mientras ella se arregla. Es bonita, pero tiene un genio que creo que en ocasiones no se soporta ni ella misma.

—No estoy seguro si estás hablando de la bebé o de Sophia.

Escucho su risa contenida antes de contestar.

—Supongo que aplica para las dos, pero en este momento estaba hablando de la bebé. Estaba tranquila recostada en mi hombro, así que traté de cambiarla de posición para poder acostarla en la cama y no le gustó. Así que la mecí solo un poco y me vomitó. Ahora los dos estamos sucios y seguro Sophia me volverá a regañar por moverla mucho. Según ella, siempre que la deja conmigo, vomita. Como si yo supiera cargar bebés.

A pesar de lo que describe y la maldición soltada, realmente no se escucha enojado.

—Envíame videos para mostrarle a Isabella. Estoy cansado de que ella me presuma que su hermana sí le comparte y siempre sea ella quien me muestre a la niña.

₊°︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚

Estamos en plena reunión con el abuelo y mi tío cuando nuestros celulares suenan casi al tiempo y uno de nuestros hombres ingresa a la oficina para confirmar la noticia que nos están dando. Un artefacto explosivo fue lanzado desde una motocicleta a la entrada de una de nuestras fábricas. Afortunadamente no fue en horario de entrada de personal, así que no se presentaron víctimas fatales.

—Por el momento es solo una advertencia —dice mi tío Ronald—. Puede que para la próxima elijan otro horario o sea un método más directo. No deben demorar en contactarte —dice, mirando al abuelo—, pero creo que ya es hora de dejar toda esta responsabilidad en Alexander, que sea el enfrentamiento de dos nuevas generaciones. Además, no tienes la cabeza del todo aquí; estás dividido entre esta situación y Noah.

—Tal vez tengas razón —afirma el abuelo.

—Y en cuanto al trato con Richard, ya no tenemos tiempo para pensar en nada más. Creo que lo mejor que podemos hacer es aceptarlo.

El abuelo hace un gesto de aceptación ante las palabras del tío Ronald, así que eso lo convierte ya en una decisión tomada.

—Bien, hablaré con Richard de una vez y más nos vale que sea tan efectivo como nos dice que es.

El hombre contesta al primer intento de comunicación.

—Tenemos un trato —no necesito decir nada más.

—Bien, entonces, iniciemos.

Existen dos Richard Brown. Uno es un hombre enamorado y fiestero y el otro es el Richard en modo trabajo. Ya había escuchado algo de eso, pero nunca había sido realmente testigo, pues hasta el tono de la voz le cambia. Es casi aterrador sin mirarlo a los ojos, y eso dicen que es lo que más intimida.

—Estaremos ahí en tres horas, así que mientras neutralizamos todo, será mejor que sigas mis instrucciones. Es poco probable que vayan directamente por los cabezas de familia; los necesitan a ustedes para dar órdenes, pero tu querida esposa y tus tías son una historia diferente.

Un escalofrío recorre mi columna al escuchar eso.

—El chico Williams es joven e impulsivo. Sería fácil neutralizarlo; solo golpearía a lo loco, pero no creo que papito Williams lo deje actuar completamente solo. Seguramente hará lo que haría yo: tratar de obtener una moneda de cambio, como una esposa o niños pequeños estaría bien.

La llamada termina e inmediatamente debo volver al tema del atentado en la fábrica. Mientras mi tío se está encargando de cuantificar las pérdidas, reparar los daños y ese tipo de cosas, el abuelo está hablando con la gente, tratando de calmar los ánimos mediante la confianza que su presencia transmite.

Estoy en temas legales. Debo poner la denuncia por el atentado y reportar el tema en la aseguradora para no tener pérdidas aquí. Estoy nuevamente por entrar al edificio cuando soy interceptado por un periodista que quiere la primicia de mi testimonio.

—Este es el segundo atentado que han recibido. Primero fue un intento directo contra su vida y ahora a sus empresas. ¿Algún grupo ilegal se ha adjudicado estos atentados?

—Nadie se ha adjudicado los atentados ni hemos recibido amenazas formales —respondo amable.

—¿Tiene en mente quién puede estar detrás de estos atentados y qué es lo que buscan?

Miro directo a la cámara antes de hablar.

—Solo sé que estas personas pagarán caro por lo que están haciendo.

Sigo mi camino e ingreso a la empresa sin volver a reparar en esa persona. El vuelo de Richard debe estar por aterrizar, así que debo hablar con Isabella para ponerla sobre aviso del aumento de la peligrosidad para todos.

—¿Cómo que salió? —pregunto espantado al preguntarle por ella a Cloe.

—Sí, una chica preguntó por ella, hablaron por un minuto y luego vino y me contó del atentado. Dijo que usted había mandado por ella para llevarla a un lugar seguro y salió —dice ahora también asustada la chica.

El atentado fue una trampa, una maldita distracción para poder llegar a Isabella.

ADICTA A SUS BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora