Es increíble la facilidad con la cual puedo abrirme con Isabella. Nunca imaginé que sería capaz no solo de contarle mis cosas a alguien, sino de paso desnudar mi corazón en el proceso. No me siento juzgado, pero aunque temo asustarla más con lo que le cuento, le prometí confiar en ella y no dejarla al margen de todo lo que pasa. Ella me aceptó con los riesgos que yo represento, así que es justo que yo cumpla.
Esta noche hicimos el amor de forma lenta y tierna. No es falta de pasión, sino que eso era lo que nuestras almas necesitaban: dulzura y palabras lindas que nos hicieran sentir amados, no solo deseados. Isabella descansa sobre mi brazo, así que lentamente la reacomodo para poder salir de la cama sin despertarla. Si pudiera, este sería el momento preciso para fumarme un cigarrillo, pero no lo hago, no tanto porque a mi mujer no le guste, sino porque hasta yo sé que en mi condición es malo.
Es de madrugada, casi son las tres de la mañana y tanto la casa como la calle están en silencio. Voy hasta la sala del segundo piso y abro la puerta corrediza que da al balcón para recibir algo de fresco. El único sonido reinante es el de los pequeños insectos del jardín del abuelo y la voz en mi cabeza que no me dejó seguir durmiendo.
Por más que lo pienso, no encuentro un motivo para la traición de Roberto. Ese es un golpe fuerte para mí, lo consideraba casi un hermano. Cuando lo conocí, él y su familia vivían en un mal lugar y siempre estaba preocupado por su madre y el bienestar de sus hermanos menores, sobre todo por José, quien tiene un problema cognitivo y cuyos tratamientos especiales no podían cubrir.
No digo que me deba la vida o lealtad eterna o algo así, pero sí sinceridad si quería tomar otro camino en la vida. Estoy casi seguro de que lo habría apoyado. Cuando terminamos la educación básica, le hablé de una carrera universitaria y su respuesta fue que él no servía para estudiar, que ya estaba cansado de eso. Fue su idea ser mi jefe de seguridad.
Tres y veinte de la mañana y ya tengo un plan básico corriendo en mi cabeza. Seis de la mañana y ya estoy fresco y listo para tomar acción. Todo deberá ser positivo hoy, así que inicio con despertar a mi mujer de la mejor forma que puedo, asegurando que antes de que ponga un pie en el suelo ya se haya venido un par de veces. No puede objetar, pues al retomar su estado de conciencia, mi cabeza ya está en medio de sus piernas y ya llevo un trabajo más que adelantado, no quedándole otra opción más que jadear y enredar sus dedos en mi cabello como tanto sé que le gusta.
—Buen día, amor —digo tras degustar su sabor—. Necesito que estés muy motivada y llena de energía hoy. Vamos para la empresa y te presentaré oficialmente a algunas personas importantes, entre ellas a la jefa de Gestión Humana para que den inicio a tu incorporación.
Está jadeante y me mira de manera interrogativa, quizás sorprendida por mi cambio de actitud con respecto a anoche.
—Tenemos que encontrar nuestra normalidad, así que hoy iremos los dos a la oficina e iniciaremos nuestra rutina —escalo para quedar al mismo nivel y ahora beso sus labios—. Aprovechemos este momento porque no nos veremos sino hasta la hora del almuerzo y luego a la salida. Tendremos muchos ojos pendientes de nosotros.
—Parece que ya estás mucho mejor, pero no te excedas —acto seguido, una de sus piernas se enreda en mi cadera y no puedo menos que reír ante lo contradictorio de sus palabras con el nuevo contacto.
—¿Estás seguro de lo que me estás mostrando, Christian? —pregunto sorprendido ante lo que me enseña el chico.
Christian es muy joven, debe tener unos veintidós o veintitrés años, algo bajo y con lentes. Es la personificación del chico nerd de toda película. Para mi buena fortuna, es de esas personas que parece que hubieran nacido con un chip incorporado para entender todo este asunto de tecnología, resultando adicionalmente ser un minero de datos excepcional. Cuando le pasé el número de identificación de Roberto y le pedí que me buscara todo lo que pudiera de él y que no me movería de su pequeña oficina hasta que me diera lo que le pido, realmente se veía desconcertado.
—Dime de él hasta lo que no quiero saber, cuando fue su primera vez si eso se puede conseguir en esos aparatos, no omitas nada —le dije para que entendiera que no quiero que me filtre datos basados en suposiciones suyas de lo que quiero.
La pantalla me está mostrando no solo las dos propiedades que ya sabía que tenía, sino una adicional mucho más grande y en mejor sector, junto con una cantidad de dinero más que jugosa en sus cuentas bancarias.
—Descarta los ingresos de dinero que no están asociados al consorcio y dime de dónde proviene el resto —el chico se ve muy incómodo con la situación y creo que es lógico, pues hasta ayer, Roberto era mi mano derecha. Para muchos efectos en los "tratos especiales", su palabra equivalía a la mía.
Tras casi treinta minutos más de verlo teclear y hacer caras raras frente a la computadora, por fin me da la respuesta que necesito.
—Lleva seis meses recibiendo dinero de estas dos cuentas —está resaltado no solo el número de cuenta sino el nombre del propietario de las mismas.
—Pásame un listado de las solicitudes que Roberto te haya encomendado en los últimos seis meses y creo que sobra decir que desde ahora deberás comunicarme cualquier solicitud que él te haga y que esta reunión nunca la hemos tenido.
—Sí, señor.
La madre y los hermanos de Roberto ya no están en el país desde hace casi dos meses y eso solo, sin que me lo hubiera comentado, es sospechoso, sin necesidad de sumarle el aumento descomunal de sus ingresos. Marco el número de Sebastián pero está sin señal, así que muy probablemente está en su lugar feliz y podría demorarse, así que le dejo el siguiente mensaje de voz, " Está confirmada la traición de Roberto, está con los Williams, espero que fuera buena tu actividad de caza".
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ADICTA A SUS BESOS
RomanceUna mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negoci...