—¿Socio? —pregunté con sorpresa.
—¿Prefieres el término colaborador? Mejor guarda la caja para que podamos ir al establo —dice, deteniéndose en seco y volteando a verme.
Miro la caja en mis manos y de pronto recuerdo la cantidad tan obscena de dinero que contiene cada una. No hay forma en que los Williams puedan recuperarse de semejante pérdida, y mucho menos continuar con el ritmo de vida al que están acostumbrados si sus cuentas legales siguen congeladas.
—¿Sabes cuánto dinero había en total?
Sonríe de manera despreocupada al contestar:
—Mucho más de lo que creí que encontraría. Ese dinero no solo debe ser por este "trabajo". Estoy seguro de que gran parte son sobornos por favores políticos. El poder que puede llegar a tener un político es aterrador.
Concuerdo con eso. Dejo la caja dentro del armario de mi habitación y vuelvo con Richard. Antes de salir de la casa, miro el cielo despejado a través de la puerta corrediza de vidrio y me preparo mentalmente para salir del aire acondicionado y enfrentarme al calor que, sin duda, está haciendo afuera. Caminamos hasta las caballerizas, donde solo dos caballos reposan en este momento.
Normalmente, los cubos de heno ocultan aquella puerta en el suelo, pero no hoy; hoy está abierta de par en par. Bajamos las empinadas escaleras y descubrimos una especie de despacho con un computador y, al fondo, una pequeña habitación con un sanitario en una esquina y una puerta metálica que solo se cierra desde fuera.
—Todo tuyo —dice Richard, señalando la puerta—. Mientras tanto, me aprovecharé de lo único que tiene señal en esta propiedad.
Me dirijo hacia la habitación del fondo e ignoro al hombre que aprovecha aquel equipo. Al abrir la puerta, esta resuena con un chirrido metálico desagradable, pero no me importa, pues todos mis sentidos están concentrados en la figura del joven que está en una esquina. Al verme, se endereza rápidamente y habla con su acostumbrada superioridad:
—Eres tú, maldito. No sabes todo lo que sufrirás cuando papá te ponga las manos encima.
Corto su discurso ridículo con un golpe en su rostro, que lo hace caer al suelo y sangrar por la boca. Le doy ese golpe con tanta fuerza que creo que me lastimé los nudillos, pero no me importa.
—¿Aún estás esperando a papi? Luego me tachan a mí de ingenuo. ¡Levántate! —grito tan fuerte que la garganta me duele automáticamente—. Nadie te tocó porque quería ser yo mismo quien te hiciera hablar.
Me mira con dolor y odio desde el suelo y se levanta mirándome fijamente.
—Pediste ayuda porque solito no podrías, muy inteligente, pero estás muerto, ya estás muerto y no lo sabes, porque cuando te encontremos, no serás más que un recuerdo.
—Treinta y dos cajas llenas de dinero acabamos de retirar, y sus cuentas están suspendidas mientras dura la investigación. Disculpa, no hay plata para un rescate, y sabes además que los hombres no trabajan sin dinero.
—¡Mentiras! —grita y se abalanza sobre mí.
El chico no es hábil ni fuerte, solo es de aquellas personas con la lengua afilada, así que lo golpeo tanto que, al final, aunque mis manos dolían, me sentía ligeramente satisfecho.
—Ahora, Antony, esto será así: necesito respuestas. Necesito que me digas ¿dónde está el cuerpo de Juliana y cuál era el plan?
—De razón sonabas tan valiente por teléfono, ya tenías a tu mono operando.
—No, no, no, Antony, no entiendes. Aquel hombre gruesito y de ojos oscuros es ahora mi jefe y opera de manera muy diferente a mí y a cualquier otra persona que conozca. Tener el placer de disfrutar en este momento de tu compañía es solo el pago que me está dando ese hombre por la fidelidad de mi familia.
Su rostro poco a poco cambia su expresión altanera por una preocupada. Tal parece que por fin está entendiendo la gravedad de la situación en la que está. Intentó imponerse, luego otro llegó y se impuso a él.
Ahora sé dónde enterró el cuerpo de Juliana, así que puedo recuperarlo para entregarlo a su familia, pero el plan que tenían en mente con ella era completamente retorcido. La amenazaron con su familia. El plan era simple: cuando ella estuviera embarazada, la alejarían de mí y nos pedirían la firma de la venta de las empresas a un precio irrisorio a cambio de devolvernos la criatura al nacer.
—La tonta se enamoró de ti y, fuera de eso, parece que habría sido buena madre —dijo por último el desgraciado.
No puedo imaginar la desesperación que debió haber vivido Juliana en sus últimos días.
—Estoy ansioso por ver lo que sea que Richard tiene preparado para ti —digo antes de salir del cuarto—. Dijo que sería peor que estar muerto.
Sé que la pelea no fue justa, pero él no merecía una pelea justa. Al salir, el chirrido de la puerta hace que Richard voltee hacia mí y me recorra con la mirada, fijándose en mi estado y en las diferentes manchas de sangre en mi cuerpo y en mi ropa.
—La gran mayoría de esa sangre no es mía —digo, sentándome junto a él—. Ahora quiero saber qué es lo que tienes planeado para él.
Saca de uno de sus bolsillos una bolsita muy pequeña, y creo saber qué es lo que contiene.
—Heroína —dice, confirmando mis deducciones—. ¿Sabías que esa es la sustancia más adictiva que existe?
—¿Lo volverás un adicto? —digo, comprendiendo su plan.
—Tendrá el producto tan sin restricciones en esa habitación los primeros días que, cuando termine lo que le dejaré, el chico que le devuelva a papito no será más que una sombra de lo que antes fue. Y eso, mi amigo, es peor que estar muerto. El chico vivirá con ansiedad constante y papito Williams no podrá volver a tener tranquilidad en su vida por estarlo cuidando de problemas.
—¿No temes que se desquite? ¿Que busque venganza?
Tal parece que mi comentario le ha parecido hilarante; casi se ahoga con su propia risa.
—No con los cuatro golpes que ya he dado. Recuperarse solo sería posible con un milagro.
—¿Cuatro golpes? Yo solo tengo en mente tres —digo, haciendo el recuento en mi cabeza.
—Ah, sí, olvidé decirte. Ahora sus dealers comercian mi mercancía, no la suya.
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ADICTA A SUS BESOS
RomanceUna mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negoci...