Siento una sed intensa y un desagradable sabor de boca. Parece que anoche me excedí con las copas, pero en mi defensa, no creo que las cosas puedan empeorar más, ¿o sí? Abro los ojos lentamente, tratando de protegerme de la intensa luminosidad del lugar, que se percibe incluso con los ojos cerrados.
Siento un peso en mi cintura y no necesito mucho para que el nombre de Alexander llegue a mi mente. Reconozco su brazo, así que necesito averiguar qué pasó anoche. Para mi sorpresa, mi ropa está intacta, al igual que la suya. No estoy segura si eso es bueno o malo. Aunque anoche estábamos muy acaramelados, también sé que el licor me había desinhibido. Tenía la esperanza de poder recriminarle por aprovecharse de mí en mi estado, decir que faltó a su palabra y tener una excusa para armar un escándalo y tratar de salir de aquí.
Excusa, esa es la palabra clave. ¿Por qué necesito una excusa? ¿Estoy buscando una excusa para quedarme o para irme? No estoy segura, pero sé que no puedo irme por varias razones, y si soy honesta conmigo misma, este hombre me gusta. No es solo su físico de revista ni el hecho de que tiene una gran fortuna a su disposición; es su carácter, esa fuerza para imponer su voluntad y, al mismo tiempo, ser suave conmigo.
Qué horror, parece que me gusta que un hombre sea agresivo-pasivo conmigo. Por ahora, lo llamaré un gusto y no lo analizaré más; solo quiero disfrutar. Lo he pensado muchas veces, pero una cosa es pensarlo y otra muy diferente es hacerlo en el momento de la verdad. Estoy cansada de solo pensarlo.
Miro sus labios entreabiertos y sonrío al recordar fragmentos de anoche. Me acerco más a él y, poco después, mis ojos se cierran de nuevo. No sé cuánto tiempo pasó después de eso, solo sé que, cuando recupero la conciencia, estoy sola en la cama. Desde allí, puedo ver una mesa llena de delicias y una refrescante y enorme botella de Coca-Cola que parece gritar mi nombre.
Aún en la cama, me estiro como un gato, intentando espantar la pereza que me invade. Siento que el deslizar del líquido oscuro y helado por mi garganta me devuelve a la vida, y aquel caldo en la mesa no pudo haberme sentado mejor.
—Sabía que te gustaría —dice Alexander, saliendo del baño.
¡Oh Dios! ¿Cómo puede verse aún más atractivo que anoche y yo verme tan desastrosa? Concentro mi vista en mi plato para que no me vea babear por él.
—Me siento terrible, casi no puedo salir de esa cama —respondo finalmente.
—Por cómo caíste anoche, lo sospeché —dice, pasando a mi lado y tomando ahora él otra gaseosa.
—¿Ya desayunaste? —pregunto, al no ver más platos aquí.
—Desperté hace rato, así que sí —responde sin más y se dirige al balcón.
Termino de comer rápidamente y me acerco a su lado, observando también el paisaje.
—La vista es hermosa. Elegiste un lugar increíble —siento su mirada—. Anoche me divertí.
Confieso antes de dirigirme al baño para alistarme. La ducha refrescante despeja mi mente, y solo después del baño me doy cuenta de que me faltan algunas cosas para mi cuidado personal. Salgo del baño con una toalla en la cabeza y encuentro a Alexander nuevamente en la cama. Ha cerrado el balcón, bajado casi por completo el blackout y encendido el aire acondicionado, lo cual realmente agradezco.
Quiero regresar a la cama; la verdad es que no quiero enfrentar el calor exterior en este momento. No importa cuán tentadora me pareciera la playa, el mar y el sol cuando llegamos ayer, ahora tengo algo de resaca. Tomo el peine y aliso mi cabello, mientras busco el control del televisor en una de las mesas de noche. Cambio de canal, pero como siempre, no hay nada bueno que ver, así que busco en las plataformas y agrego mi clave a una de ellas.
Alexander me observa con curiosidad.
—Voy a dormir. Despiértame cuando hayas terminado de ver las dos primeras temporadas de Bridgerton —sentencio.
—¿Qué? —ríe—. ¿Por qué tú puedes dormir y yo no?
—Yo no estoy tan desactualizada como tú en series y quiero ver la tercera temporada. Considerando que estaremos un mes entero los dos solos y solo puedo hablar contigo, necesito que sepas de qué hablo.
Ante su mirada asombrada, estiro su brazo, acomodo mi cabeza en él y me preparo para dormir nuevamente.
—Además, evidentemente tú no tienes resaca —remato.
—Bien —dice finalmente, tomando el control remoto de mi mano—, pero aún falta algo.
—¿Qué falta? —pregunto, extrañamente relajada en mi posición.
—Mi beso de buenos días.
Abro los ojos de inmediato y, como si yo no pesara nada, me hace girar para quedar de frente y me besa. Ya no protesto, no me ofendo, simplemente lo acepto y respondo al contacto con la misma intensidad. Cuando el beso termina y un pequeño espacio se crea entre nosotros, me sorprende con sus palabras.
—Buen día, esposa mía. Así debemos iniciar las mañanas y terminar nuestras noches —sus reglas, las había olvidado.
Sonríe coquetamente y, sin más, pone la serie. Me acomodo de nuevo en su brazo, consciente de que me tomará un poco más volver a dormir.
Eventualmente lo consigo, descanso y me siento mucho mejor. Para mi sorpresa, cuando despierto, Alexander casi ha terminado la primera temporada de la serie.
—¿Te está gustando? —pregunto, sentándome a su lado y devolviéndole la circulación a su brazo, a juzgar por los movimientos que hace después.
—No es algo que yo elegiría, pero no está del todo mal —responde, mirándome a los ojos—. Aunque debo confesar que tiene algunas escenas bastante... sugestivas, y me hubiera gustado que estuvieras despierta.
Sé perfectamente a qué escenas se refiere. Yo misma tuve algunos pensamientos candentes con el duque de Hastings y esa piel de chocolate de ensueño. Ahora que lo pienso, tal vez no debí elegir esta serie. Aunque el duque lamentablemente no aparece en la segunda temporada, las escenas sensuales persisten en la trama, y ya no tengo la excusa de dormir o sentirme mal.
—Quizás deberíamos hacer una pausa en la serie y salir a comer algo —digo nerviosa, esperando poder sugerir algo diferente y que este hombre se olvide de la serie después.
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ADICTA A SUS BESOS
RomanceUna mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negoci...