Algo no está bien, no se siente bien. No estoy hablando del amigo de Alexander que prácticamente me comió con la mirada, es otra cosa. Con esos hombres cerca, la mirada de Alexander cambió y su voz se volvió mucho más dura. Entiendo que existe un tema extraño entre hombres, una especie de rivalidad para mostrarse más fuertes o poderosos que el otro, pero sentí que es algo más.
Vamos camino al hotel y, por primera vez desde que estamos juntos, nos subimos a un vehículo de seguridad con sus escoltas. Supe de ellos por primera vez en nuestra primera salida de compras, pero fuera de eso, habían sido casi invisibles para mí hasta este momento. Quiero preguntar el motivo de este cambio, pero no quiero sacarlo con ellos presentes. Alexander corre un vidrio y la parte de atrás del vehículo queda incomunicada visualmente con el conductor y el copiloto, pero no estoy segura del sonido, así que me pienso morder la lengua hasta que lleguemos a la habitación del hotel.
Mis zapatos salieron volando de mis pies una vez que me senté en el vehículo y me recosté en Alexander. Solo pensaba descansar la vista un poco, pero, a juzgar por mi ubicación cuando vuelvo a abrir los ojos, tal vez fue mucho más que un poco. Creí que en estos días con Alexander había mejorado en algo mi nivel de resistencia al alcohol, pero tal parece que no mucho, pues no me di cuenta en qué momento llegamos al hotel y cambié mis ropas.
Tengo puesta una camiseta suya y debo confesar que me gusta. Alexander no está descansando a mi lado; lo encuentro en el nuevo balcón con un cigarrillo entre los dedos y la mirada perdida en el horizonte. Hace días que no lo veía fumar.
—¿Dónde irán esos pensamientos? —mis palabras lo sacan del estado de reflexión en que estaba.
—Hola, amor —da una última calada a su cigarrillo y lo apaga contra el filo del balcón—. Perdona, debió ser el humo el que te despertó.
No fue el humo, fue la falta de su cuerpo junto al mío lo que extrañé. Mi corazón se acelera levemente al escuchar que me acaba de llamar amor, pero mi parte lógica grita que no debo emocionarme, que pudo haberlo dicho de manera inconsciente o simplemente puede parecerle que usar esa palabra ahora es lo correcto debido al tipo de relación que tenemos. Sea cual sea el motivo, siento que duele no poder considerarla una palabra real.
—No fue el humo, simplemente me hacías falta al lado —llego hasta él y me recibe en un abrazo—. El aire acondicionado está graduado muy frío, así que me faltaba mi calefactor personal.
Puedo escuchar que ríe por lo bajo ante mis palabras.
—¿Soy solo un cuerpo caliente del cual aprovecharte? Qué honor.
El ánimo de Alexander está bajo. No sé en qué está pensando, pero sin lugar a dudas es algo que lo tortura. Halo el cuello de su camiseta haciendo que se acerque a mí y beso sus deliciosos labios, sintiendo cómo inmediatamente los suyos me corresponden.
—Huelo a cigarrillo y no te gusta —me dice en voz baja.
—No me gusta el olor a cigarrillo, pero me gustas tú y, por el momento, eso es suficiente.
Nuestro beso se reanuda sin afán, suave pero aumentando el nivel de tentación, y entonces siento que me levanta y me pone sobre el muro del balcón. Sin pensarlo, separo mis piernas para que se acomode en medio de ellas y podamos seguirnos besando como hasta el momento. No hay afán, el tiempo no existe y siento como si con cada contacto de nuestros labios pudiera llevarme al menos de manera momentánea parte de los pensamientos que lo torturan.
Cuando nuestros labios se separan, delineo con mis dedos el contorno de su rostro, sus cejas y trato de desvanecer ese ceño fruncido que tiene aparentemente desde que salió de la cama. Sus ojos están cerrados y pareciera concentrarse en sentir mi contacto.
—Sabes que no tienes que trabajar o estudiar si no quieres, ¿verdad? —dice de pronto, sorprendiéndome ese tema tan salido de la nada.
—Lo sospeché, pero quiero terminar mi carrera y ganar mi propio dinero —respondo sin dejar de consentir su rostro—. Me gustaría poder comprarte algo lindo de cumpleaños o Navidad sin que el dinero para eso salga de tu bolsillo.
Lo veo sonreír de manera suave.
—Bien, si ese es tu deseo, pero no puedes volver a esa universidad —mis manos se detienen automáticamente al escuchar eso.
—¿Qué? —pregunto sorprendida—. Pero me falta solo un semestre para terminar mi carrera, ¿por qué dices que no puedo terminar mi carrera ahí?
—Por seguridad —toma mis manos y ahora me mira de manera directa—. Eres mi esposa y eso es como ponerte un blanco en la espalda. Alguno querrá secuestrarte para sacarme dinero, otros simplemente querrán usarte como moneda de cambio para obtener algún favor especial o simplemente vengarse de mí o mi familia por algún negocio pasado.
Ahora es mi ceño el que debe estar fruncido.
—¿Tan terrible es el mundo de los negocios? —Creo que puedo entender la parte del secuestro, pero no el resto.
Vuelve a sonreír de forma triste antes de volver a hablar.
—Infortunadamente, esas son las reglas del mundo y ni tú ni yo podemos cambiarlas.
—¿Otra universidad solucionaría eso? —digo escéptica.
—Créeme, sentirás el cambio al pasar de una universidad pública a una privada, la seguridad es mucho mejor; incluso varios aparentes estudiantes pueden no serlo, sino ser parte del esquema de seguridad del hijo de algún alto funcionario del gobierno o empresario.
—Comprendo —digo con algo de pesar por dejar mi universidad y a mis pocos amigos—. ¿Por qué alguien se vengaría de ustedes por negocios?
Ahora es Alexander quien consiente mi rostro.
—El mundo es complicado, en especial el mío, Isabella, pero te prometo que te cuidaré, seré mucho más cuidadoso de ahora en adelante.
Su mirada tiene una chispa de determinación que no había notado antes, a la vez que me inquieta un poco el juego de palabras que acaba de usar: "de ahora en adelante". ¿Luego estuvimos en peligro en algún momento? Pienso automáticamente en la discoteca y la gran cantidad de gente, pero se veía muy relajado hasta que llegaron sus amigos.
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ADICTA A SUS BESOS
RomanceUna mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negoci...