62. CONCEPTO DE LA HERIDA DE ROBERTO

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Ingresamos a la clínica pocos minutos antes de que Sophia terminara su turno. Preguntamos por ella en la recepción y, antes de tener respuesta, la mujer nos observó de arriba a abajo con expresión curiosa.

—¿Es personal o laboral? —No entiendo el recelo de la mujer, pero igual contesto.

—Personal, soy su cuñado. Necesito hablar urgente con ella —digo tratando de verme amigable para que nos ayude.

—Ya le averiguo dónde está, pero, ¿le puedo pedir un favor? —dice rápidamente, habiendo cambiado su semblante a uno más amigable.

—Mientras pueda, claro —contesto realmente sin ganas de hacer favores a nadie.

—Esta noche saldremos varios a la despedida de un colega que cambia de empleo, pero la doctora Sophie no suele asistir a las reuniones que organizamos. ¿Ustedes podrían convencerla de ir? Ella sale tan poco que es bueno que piense en otras cosas de vez en cuando —sonrío de manera despreocupada al ser solo eso lo que pide.

—Claro, hablaré con ella.

La mujer toma un teléfono y hace un par de llamadas para averiguar la ubicación de Sophia. Finalmente, logra contactarla.

—Lleguen al tercer piso y cuando salgan del elevador, tomen a la izquierda y luego al fondo a la izquierda; ahí hay una pequeña sala. La pueden esperar ahí mientras ella sale de la sala de médicos. Ya se está alistando para salir. Llegan a tiempo.

Le agradecemos a la mujer y seguimos sus indicaciones. La clínica está a reventar de gente. Es increíble la cantidad de trabajo que evidentemente tiene esta gente, así que estoy de acuerdo con aquella mujer en que Sophia debería salir para eliminar el estrés que sin duda debe generar este trabajo.

—¿Quieres ser tú quien hable? —pregunta Sebastián mientras esperamos en la sala.

Estaba pensando precisamente en eso. Aunque estoy desconfiando menos de Sebastián, aún le guardo algo de recelo, pues Roberto no solo era la persona en quien confiaba mi seguridad hace años, sino que lo consideraba un amigo y no quiero aceptar su traición.

—Sí, prefiero hablar con ella. Además, con lo directo que eres, podrías asustarla.

Sebastián emite un sonido de burla y lo miro con curiosidad.

—Tal parece que no has interactuado mucho con tu cuñada —habla mientras revisa su celular—. La mujer tiene un temperamento fuerte. Ve heridos todos los días, sangre, gritos y lágrimas cada día en su trabajo y me imagino que también tendrá que dar malas noticias a las familias cuando pierde un paciente. No creo que yo la asuste.

No había pensado en eso, pero tal vez Sebastián tiene razón. Isabella siempre habla con mucha admiración de su hermana y lo fuerte y decidida que es. Miro a Sebastián teclear en su teléfono y vuelvo a preguntarme si está interesado en ella, pues pareciera que llegó hace rato a esa conclusión; esa no fue una conclusión de cinco minutos.

La puerta de la sala de médicos se abre y sale Sophia con bolso en mano.

—¿Le pasó algo malo a mi hermana? —pregunta con voz de susto al vernos en la sala.

Nos levantamos inmediatamente y nos acercamos a ella.

—No es eso, no te preocupes —digo tratando de tranquilizarla—. Estamos aquí por otra cosa.

Me mira con extrañeza, luego mira a Sebastián para finalmente retornar su mirada a mí.

—Entonces soy toda oídos.

—Sentémonos un momento —digo señalándole el juego de bancas en que estuvimos sentados hasta hace un momento.

—Así que es un tema delicado —dice sentándose donde le indico.

—Así es. Tú tienes experiencia en el área de urgencias, ves heridas de diferentes tipos y estabas aquí el día de mi atentado. Conociste el tipo de heridas de todo mi personal, así que Sebastián cree que podrías tener una especie de idea del ángulo y cercanía con que se efectuó un disparo.

Sophia nos mira con turbación y luego se pone seria.

—Supongo que les podría dar un aproximado del ángulo, pero no creo que pueda dar una medida para la distancia de disparo. Yo no sé de armas, pero supongo que, a diferentes referencias, el impacto de la bala es mayor o menor a otra en una misma distancia.

—Comprendo —digo sin saber qué más datos debo darle para que me dé la información.

—Queremos saber si la herida que tiene Roberto se la hizo él mismo o si definitivamente alguien más le disparó —fulmino a Sebastián con la mirada tras esa intervención y espero la reacción de la chica.

—Puedo darles mi concepto, pero quiero saber, ¿por qué lo investigan ustedes y no la policía? —Nos miramos con Sebastián—. No fue un atentado a un empresario, ¿verdad?

La mirada de Sophie es intensa y está fija en mí.

—¿Tengo que preocuparme por la seguridad de mi hermana? ¿Ella está en peligro?

—No permitiré que ella esté en peligro —digo rápidamente—. Por favor, créeme cuando te digo que para mí, su bienestar es lo principal.

—Nosotros creemos que no fue un atentado normal. Tenemos sospecha de traición de uno de los nuestros y por eso queremos conocer la impresión que tienes del tipo de herida que tiene Roberto. Nadie sospecharía de la participación de un herido de nuestro grupo, ¿verdad?

El rostro de Sebastián está serio e intimida a la gran mayoría de personas, pero pareciera que no tiene el mismo efecto con Sophia, quien le sostiene la mirada y parece evaluarlo. Finalmente, cierra los ojos y los cubre por unos segundos con sus manos antes de hablar.

—Yo revisé el historial médico de todos los que estuvieron en tu atentado, por eso tengo claro quién es Roberto. Como les comenté antes, no sé de balas, pero basada en mi experiencia y en los comentarios varios que escucho de los pacientes cuando los atiendo, esa fue una herida muy de cerca, aunque no sé qué tanto. Médicamente puedo decir que fue una herida limpia, no tocó hueso ni estuvo cerca de la arteria principal.

—¿Pudo dispararse él mismo? —pregunto puntual ahora, pues ya entendí que ella responde mejor a ese tipo de preguntas.

Lo piensa por unos segundos y finalmente mi respuesta llega.

—No lo había analizado antes, pero podría ser posible. Diría yo que es más que posible.

El sonido de mi celular me saca del flujo de razonamiento que llevaba. Roberto es alguien en quien confío hace muchos años, ¿por qué me traicionaría? El celular sigue replicando y me alejo para contestarle a Isabella.

—Hola, amor.

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